Arrepentimiento para las iglesias
Hay discípulos en iglesias locales que necesitan arrepentirse de comparar a sus pastores con líderes famosos. Algunos tendrán que confesarlo a sus ancianos. Otros simplemente necesitarán cambiar. Fijando un nuevo curso, deberían cambiar y afirmar el liderazgo de sus pastores locales buscando formas de unirse a la misión discipuladora de la iglesia. Reconociendo que Dios ha designado ancianos y líderes para su bien, los discípulos deberían buscar un padre local —o padres— en el evangelio. Estos padres en el evangelio les ayudarán a crecer en la gracia y en el conocimiento de Jesús. Busca un padre entre aquellos con más madurez en la fe, si puede ser en el contexto de un grupo pequeño. En lugar de mirar a incontables guías buscando información, los discípulos deberían buscar —y finalmente llegar a ser— padres que discipulen por imitación. Aunque la tecnología en sí misma no tiene la culpa, la tecnología del yo abastece al consumidor individual. Ken Myers apunta que en Occidente, la identidad del discípulo de Jesús ha sido reemplazada por la del consumidor soberano. Como consumidores soberanos, seleccionamos nuestras influencias sin considerar las influencias soberanamente designadas por Dios. Buscamos una teología de YouTube por encima del discipulado pastoral. Preferimos información aislada en lugar de la transformación que se produce mediante las relaciones. Mientras que los pecados del consumismo individualista y la comparación evangélica son nuestros, el medio del video de YouTube —en exceso— conlleva un mensaje: «Todo lo que necesito es un discipulado basado en la información».
Arrepentimiento para los pastores
Los pastores que ofrecen información teológica a expensas de relaciones genuinas también necesitan arrepentirse. Hermanos pastores, nuestra teología debería discipular. Debe expresarse a sí misma en relaciones que tengan la intención de guiar. Nuestro llamado no es solo pastorear mediante la predicación sino que también a través de las relaciones personales. Nuestros rebaños escuchan nuestros incontables sermones pero, ¿tienen muchos padres? ¿Estamos favoreciendo la información teológica sobre la imitación paterna? Jesús podría haber transmitido el evangelio lanzando una Biblia desde el cielo, enviando video de YouTube infalible, reuniendo seguidores de Twitter o proyectando hologramas de sí mismo en cada pueblo y ciudad, pero no lo hizo. Él eligió la carne, el toque humano, la vista, el olor y la presencia. El Hijo de Dios llegó a ser un padre espiritual de doce discípulos para transmitir el evangelio mediante carne y sangre. Nos llama a hacer lo mismo. La predicación mediada tecnológicamente —e incluso la predicación en persona— no es suficiente. La gente necesita ver cómo vivimos el evangelio y escucharlo relacionalmente. Las personas necesitan nuestra presencia corporal, incluyendo nuestros fallos. Los discípulos necesitan ánimo que respira y una corrección que late. Todos necesitamos padres en el evangelio que nos ayuden a imitar a Jesús.
A quién imitar: los padres en el evangelio
Probablemente te estés preguntando: «¿Qué es un padre en el evangelio?». Pablo se vio a sí mismo como uno: «pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio» (1 Co. 4:15). Un padre —o madre— en el evangelio es alguien que asume la responsabilidad espiritual del crecimiento de un discípulo (1 Ts. 2:7-14). Esta relación ocurre mediante el evangelio. No comienza porque el padre es superior en moral, experiencia o espiritualidad. Empieza por un compromiso común y gozoso con la superioridad de Jesús y Su gracia única hacia nosotros. El evangelio conecta al padre con el hijo y a la madre con la hija, en una identidad compartida en Jesucristo. Cuando nos arrepentimos y creemos en Jesús, no solamente nos convertimos a Su señorío sino también en Su familia. Esta familia es como un circuito interconectado a una nueva red de relaciones alimentadas por la gracia. Cuando la gracia está ausente, la red se cae y se desconecta. Los padres son separados de los hijos y las madres de las hijas. Los guías dominan. La disfunción entra en la familia. El evangelio, sin embargo, ofrece una fuente de alimentación de gracia inacabable para fortalecer las relaciones familiares. Por esto necesitamos no solamente padres, sino padres en el evangelio.
Los padres en el evangelio son ejemplos de Cristo
Los padres en el evangelio asumen responsabilidad con otras personas al dar a sus discípulos un ejemplo que imitar. Como padre en el evangelio, Pablo exhortó a sus discípulos: «Por tanto, os ruego que me imitéis» (1 Co. 4:16; cf. 2 Ts. 3:7, 9). El autor de Hebreos recordó a la iglesia: «Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe» (He. 13:7). La imitación está conectada con la familia. Mi hija de un año dobla el labio tal y como yo lo hago cuando estoy pensando. A mi hijo de siete años le encanta explicar las cosas igual que yo, incluso usando las manos. Como padres en el evangelio, tenemos la responsabilidad de mostrar a la iglesia qué significa seguir a Jesús. Debemos ser ejemplos de Cristo. Para que las personas nos imiten, debemos pasar tiempo con ellas. Un encuentro ocasional no funcionará. Es necesario compartir nuestra vida además de nuestra fe. Necesitan ver nuestras luchas además de nuestros sermones. Como pastor, las personas con la que paso la mayor parte de mi tiempo libre a menudo progresan y llegan a ser padres en el evangelio, líderes y pastores. ¿Por qué? Porque el tiempo compartido los expone a un modelo de Cristo que, por la gracia de Dios, pueden imitar confiadamente; a través del modelo ven a Cristo. Observan con cuanta desesperación necesito el evangelio de la gracia para reflejar la imagen de Jesús. Me ven frustrado pero lleno de fe, desanimado pero con confianza. Cuando los padres en el evangelio comparten sus vidas con otros, el modelo se hace tangible y alcanzable.
Comparte la verdad del evangelio y ofrece un modelo
Los padres también comparten con sus discípulos la verdad del evangelio. Instruyen a sus hijos y les dan algo que imitar. Los guías no pueden ofrecer imitación, pero los padres sí. Los padres que están presentes son los padres que queremos oír. Cuando estamos presentes, nuestras palabras tienen más significado. Los padres en el evangelio profundizan en las vidas de las personas para luchar en la vida con y por ellas. Nuestra experiencia y ejemplo no son suficientes. Necesitan el evangelio de la gracia aplicado en situaciones concretas y prácticas en tiempos de prueba. Uno de los hombres con los que a menudo paso tiempo es un profesional en el campo de la tecnología. En su nueva posición, se encontró a sí mismo continuamente frustrado. A medida que íbamos pelando las capas de su situación mediante comidas, oración, y la vida misma, discernimos que lo que más le frustraba era que su jefe no aprobara su trabajo. Su jefe —tan exigente— hacía difícil que pudiera trabajar en paz. Como resultado, mi amigo oscilaba entre un sentimiento de mucha confianza y de poca confianza dependiendo de cómo su jefe se relacionara con él. Yo compartí cómo mi confianza en la predicación a veces sube o baja dependiendo de cómo responde la iglesia. Esto le sorprendió. También compartí cómo había encontrado gran confianza en Cristo porque la Escritura me recuerda que, aunque soy inadecuado para predicar, el Espíritu de Dios me ha hecho más que adecuado (2 Co. 2:4-6). Me recuerda que mi aprobación viene de Cristo y no de la iglesia. De forma similar, la aprobación de mi amigo está asegurada en el evangelio, el cual le libera para trabajar desde la aprobación de Cristo y no desde la aprobación de su jefe. Como resultado, nuestra confianza no sube o baja con lo que piense la gente sino que descansa con seguridad en lo que Cristo piensa. Estudiando juntos 1 Corintios nos aferramos a esta promesa: «todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios» (1 Co. 3:23). ¡Tenemos todo lo que necesitamos en el amor y en la aprobación del Padre y el Hijo! Ahora nos animamos el uno al otro regularmente con esta verdad del evangelio. Desde que compartí mi vida como modelo —junto con la verdad del evangelio— mi hijo espiritual ha soportado verdaderamente bien su trabajo, con una confianza más profunda en Cristo. Cuando discipulamos a otros, debemos estar presentes para proporcionar un modelo, pero también debemos estar llenos de la verdad para dirigirles a Cristo. Como buenos padres, debemos mostrar a nuestros discípulos que son amados y aceptados independientemente de su éxito en imitarnos. Mediante estos tipos de relaciones, otros pueden ver que el evangelio de la gracia es suficiente para superar tanto el fracaso como el éxito.
Lo que necesitamos
Si la iglesia ha de crecer, los padres deben estar presentes para ser imitados. Los discípulos deben buscarlos. Debemos encontrar tiempo para estar con hombres y mujeres que puedan ser un ejemplo vivo del evangelio. Los pastores y los líderes de la iglesia deben ir más allá de dispensar la verdad; deben ofrecer un ejemplo. La iglesia necesita la verdad del evangelio y modelos relacionales. Necesitamos el evangelio transmitido a través de padres, no solamente guías. Artículo original de 9Marks