Una cosa que he aprendido como ex adicto (y trabajando mucho con ex adictos) en los últimos 20 años es que, en general, nos gusta (si no es que amamos) las cosas que a menudo nos controlan. La adicción puede ser una bestia muy extraña porque, por un lado, tenemos un deseo desesperado de cambiar y, por el otro, no lo hacemos. Amamos y odiamos al mismo tiempo lo que nos esclaviza. Es un estado de circunstancias con las cuales muchas personas conviven y que han llegado (tristemente) a aceptarlas a lo largo de los años. A menudo, cuando la gente viene a buscar consejo, inevitablemente, discutiremos sobre cómo se sienten impotentes para cambiar las circunstancias actuales de sus vidas. Se sienten fuera de control. Están hartos de sus vidas. Ellos creen y hacen ciertas cosas porque piensan que les dará más control y los hará felices. Es por eso que tenemos problemas con la adicción en nuestra sociedad. Odiamos las cosas que hacemos y, sin embargo, al mismo tiempo las necesitamos para ayudarnos a hacer frente a nuestras vidas sin esperanza. Cuando los adictos comenzaron a hacer lo que hacen, por lo general lo hicieron porque era divertido, pero en el momento en que llegan a mi puerta ya no es tan divertido para ellos. De hecho, lo mismo que solían controlar, ahora los controla a ellos. Por lo tanto, cuando se trata de adictos, me gusta hacer a la gente la siguiente pregunta:
¿Cuáles son algunas de las cosas que actualmente están controlando tu vida?
Bebida, drogas, pensamientos, lujurias, la gente, etc. La lista puede ser interminable. La adicción (que tratamos como una forma de idolatría) no sólo tiene que ser a productos químicos. A menudo, la vida de las personas puede sentirse un poco como un tira y hala. Halan para un lado y luego para el otro. La vida es este constante «avance» y «retroceso». De nuevo, dentro de esta batalla se hallará la voz de la necedad (en algún lugar) hablando con ellos. La necedad les dirá que no se molesten en cambiar. Les estará diciendo que no se molesten en buscar ayuda porque no les hará un bien real y duradero. La necedad les dirá que nacieron “así”. Les dirá que no pueden cambiar. ¡Sin duda les dirá que el cristianismo bíblico no tiene nada que ofrecerles! ¡En nuestra ciudad le enseñamos a la gente que estamos constantemente en guerra con nosotros mismos! Una parte de nosotros quiere que las cosas sigan como siempre y la otra parte de nosotros quiere cambiar nuestra vida por completo. Un lado quiere la muerte y el otro quiere la vida. Aquí hay dos preguntas fundamentalmente importantes para cualquier persona que busque consejo sobre las cosas que controlan la vida:
¿Realmente quieres cambiar? ¿Qué estás haciendo para lograr que eso suceda?
Esto es más difícil de responder de lo que muchos piensan. El 100% del tiempo vas a obtener la siguiente respuesta: «haré cualquier cosa para cambiar». Lamentablemente, la mayoría de las veces esta respuesta es una mentira. La gente piensa que está preparada para hacer algo hasta que tiene que tomar una decisión difícil. Entonces, ¿cómo podemos saber cuándo una persona realmente no quiere cambiar? En primer lugar, ellos mismos ya lo saben, en lo profundo de su corazón ya saben que no desean cambiar. Además, la respuesta viene implícita al indagar qué cosas una persona está dispuesta a hacer para cambiar su vida. Están aquellos que simplemente siguen volviendo a sus viejos amigos, mienten, engañan y hacen lo que sea necesario para mantener su estilo de vida funcionando; pues en realidad, no quieren cambiar. Les gusta el pensamiento de que esto ocurra, pero cuando llega la crisis simplemente no están preparados para hacer la parte difícil y tomar las decisiones difíciles. Lo ilustraré de esta manera: si le digo a mi esposa que la amo pero que persigo a otras mujeres, ¿qué están diciendo mis acciones acerca de mí? Mi comportamiento cuenta la verdadera historia. Si quiero a mi esposa pero también quiero a otra mujer entonces realmente no quiero a mi esposa. ¡Sabremos lo seria que es la gente acerca del cambio cuando la teoría se tenga que llevar a la práctica! Es importante en este momento recordar el concepto de «antojos».
¿Qué entendemos por la palabra «antojos»?
Es más que sólo deseos físicos. Se trata de querer algo desesperadamente a expensas de todo otro tipo de consideraciones. ¿Quién realmente quiere renunciar a algo que anhela? Los antojos revelan más sobre la persona real de lo que la gente quisiera admitir. Así que el punto es este: Debemos ser honestos acerca de nuestro doble ánimo. Debemos mostrarle a la gente la verdad de esto o de otra manera solo querrán tratar de complacernos y decirnos lo que ellos piensan que queremos escuchar. Necesitamos animarlos a ver que todos sufrimos con esta manera de pensar mientras luchamos contra el pecado presente en nuestras vidas. Sólo confesando que somos de doble ánimo podemos esperar alguna vez comenzar a cambiar verdaderamente (por el poder del Espíritu) en el interior.