Cuando me preguntan: “¿Cuáles son las características de un líder de alabanza fiel?”, mi respuesta siempre es la misma: “Deben de ser las mismas que las de un creyente fiel, especialmente porque tiene una posición pública y está liderando a un equipo de música dentro de la iglesia local”. Antes de que un cristiano sea músico o líder, es un discípulo de Cristo, por lo que debe responder a su llamado.
¿Qué tal si invertimos los términos? Hablemos de aquél que es un “cristiano músico”, quien posee, al menos, estas cinco características:
1. Es humilde
Y Jesús les dijo: “Los reyes de los gentiles se enseñorean de ellos; y los que tienen autoridad sobre ellos son llamados bienhechores. Pero no es así con ustedes; antes, el mayor entre ustedes hágase como el menor, y el que dirige como el que sirve” (Lc 22:25-26).
Cuando somos humildes exaltamos a otro. Pero, lastimosamente, hoy el rol del líder del grupo de música se ha convertido en el de una estrella: muchos ven a los encargados de liderarnos los domingos como si fuesen algo más importante de lo que en verdad son. Sin embargo, la Biblia muestra que nuestro único líder de alabanza se llama Jesucristo. Al respecto, Hebreos 2:10-12 dice:
Porque convenía que Aquel para quien son todas las cosas y por quien son todas las cosas, llevando muchos hijos a la gloria, hiciera perfecto por medio de los padecimientos al autor de la salvación de ellos. Porque tanto el que santifica como los que son santificados, son todos de un Padre; por lo cual Él no se avergüenza de llamarlos hermanos, cuando dice: “Anunciaré Tu nombre a Mis hermanos, en medio de la congregación te cantaré himnos”.
Jesús es quien lidera nuestro canto al Padre en medio de la congregación, pero, aún más importante, es gracias a Él que nuestra adoración puede ser aceptable ante el Padre. Entonces, no tenemos nada de qué gloriarnos. El apóstol Pedro hace evidente que solo Cristo puede agradar a Dios:
Y viniendo a Él, como a una piedra viva, desechada por los hombres, pero escogida y preciosa delante de Dios, también ustedes, como piedras vivas, sean edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo (1P 2:4-5).
Si no fuera por lo que Jesucristo hizo en la cruz, ni nuestros mejores esfuerzos harían nuestra adoración aceptable al Padre. En realidad, nuestro rol, al igual que el de Juan el Bautista, es menguar para que Él crezca (Jn 3:30). Queremos hacer esto para que la congregación no salga el domingo diciendo: “Qué tremendo es el líder de alabanza”, sino “¡Qué tremendo es nuestro Dios!”. Así que el líder necesita ser humilde para que Cristo sea el centro.
2. Pastorea
Pastoreen el rebaño de Dios entre ustedes, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo (1P 5:2).
Cuando digo pastorea no estoy diciendo que tiene que ser un pastor egresado de un seminario, sino un líder que tiene un corazón pastoral, que ama, vela, sirve y enseña a los redimidos de Dios. Cuando tenemos una disposición pastoral, todo lo que hacemos los domingos y en preparación para ese día, lo hacemos con cuidado, sabiduría y dependencia en el Espíritu Santo. Nuestra meta es que la iglesia aprenda más acerca de su Salvador y que Él sea glorificado en ello.
Pero parte de pastorear también es exhortar a los hermanos a permanecer firmes en la fe. Este llamado a animarnos a la perseverancia lo vemos en Hebreos 3:13:
Antes, exhórtense los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: “Hoy”; no sea que alguno de ustedes sea endurecido por el engaño del pecado.
En ese sentido, he incorporado la práctica de asumir que cada domingo alguien en mi iglesia está batallando con algún pecado, con su culpa o simplemente está pensando que sus errores son más grandes que Dios. Mi trabajo es corregir esa mentira y recordarles que la gracia de Dios es más fuerte (Ro 5:20).
3. Es responsable
Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres (Col 3:23).
Un cristiano debe ser alguien que es caracterizado por ser responsable, y mucho más si es un líder de alabanza. Cuando nos comprometemos con algo, debemos asegurarnos de no fallar. Muchas veces, los miembros del ministerio de música no encuentran la palabra “responsabilidad” en sus diccionarios: he visto a muchos que no cumplen con sus compromisos, y en ocasiones yo mismo he sido el irresponsable. Como dijo el Señor en el Sermón del Monte: que nuestro sí sea un sí (Mt 5:37).
Consideremos algunos hábitos en los que podamos mejorar:
- Lleguemos a tiempo a los ensayos.
- Planifiquemos con anticipación y no a última hora.
- Elijamos canciones con sabiduría.
- Deleguemos ocupaciones.
- Ensayemos las canciones antes de ir al ensayo general.
Cuando fallamos en estas cosas, cometemos errores y la iglesia se distrae en su adoración. Nosotros no podemos llevar a la iglesia ante la presencia de Dios, pero sí podemos distraerles con nuestros errores.
Finalmente, y quizás aún más importante que lo anterior, el líder debe ser responsable con sus intervenciones bíblicas. Es importante preparar las oraciones y exhortaciones de antemano, siendo claro, bíblico y trayendo meditaciones aplicables. Muchas veces he visto líderes que no se han preparado bien y terminan diciendo disparates por no prepararse. Siempre es bueno tener un plan, claro, sin dejar que ese plan elimine totalmente la guía e intervención del Espíritu Santo en el servicio.
4. Vive una vida de adoración
Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes. Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto (Ro 12:1-2).
Lo que hacemos los domingos debe de ser fruto de nuestra vida diaria durante la semana; la adoración dominical emana de la adoración en el día a día. Un pastor amigo me comentó que tuvo que despedir a su líder de alabanza porque se daba cuenta de que su vida semanal no se alineaba con lo que ocurría el domingo; poco a poco su pasión por adorar al Señor y servir a Su pueblo iba en declive.
Cuando descuidamos nuestra vida de adoración, nos volteamos a ídolos funcionales que nos distraen y, en algunos casos, nos terminan descalificando de servir a la iglesia. Dios está buscando adoradores que le traigan gloria a “tiempo completo”, no “parcial”. El problema es que nosotros somos maestros en fingir una vida limpia ante la gente, pero Dios conoce lo más profundo de nuestro ser.
Vivir una vida de adoración significa que somos iguales arriba en la tarima y abajo escuchando. Significa que todas las áreas de nuestra vida están rendidas a Cristo y son para Su gloria. Recordemos lo que escribe Pablo en 1 Corintios 10:31: “Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”.
5. Tiene una vida de oración
Oren sin cesar (1Ts 5:17).
Cuando la oración está ausente en nuestras vidas, hay una tendencia a depender de nosotros mismos en lugar de la gracia divina. Cuando Pablo nos manda a “orar sin cesar”, no está diciendo que todos los segundos de nuestras vidas estemos con los ojos cerrados orando, chocando con los postes y árboles camino al trabajo. En cambio, nos llama a clamar de forma recurrente, aferrándonos a Dios en todo momento, manteniendo una comunión con Él.
En la práctica, cada decisión, conflicto y tentación nos llevará de rodillas a Dios, pues sabemos que Él está con nosotros en todo momento. Es más, Pablo llama a los Efesios a usar la oración como un arma en contra de ataques espirituales: “Velen con toda perseverancia y súplica” (Ef 6:18). Creo que todos necesitamos aprender a pasar más tiempo en oración, dejando de luchar por nuestras propias fuerzas —débiles y falibles—, y apoyándonos en Aquel que es fuerte y soberano.
Estoy convencido de que cuando una persona está en una posición pública de liderazgo dentro de la iglesia local y es de bendición para la congregación, será tentado muchas veces a lo largo de su ministerio. Al enemigo no le gusta que la iglesia vaya hacia adelante, así que tratará de confundir y desacreditar a gente que es de influencia al pueblo de Dios. Lamentablemente, son muchos los líderes de influencia y bendición que han caído.