El ministerio de alabanza en nuestras iglesias locales es una pieza importante para la adoración pública a nuestro Dios. Sin embargo, no es un secreto que, al estar rodeado de música, personas con talentos, hombres y mujeres pecadores, el ego y ese viejo “yo” se levanta en ocasiones para manchar el buen nombre del Señor.
Así qué, permíteme compartirte 5 consejos para el ministerio de alabanza y adoración de tu iglesia local (y para ti mismo, si eres músico o líder) basados en 1 Crónicas 25, un pasaje inspirador para ver la música en la iglesia como ese medio que exalta a Dios, llamar a la santidad a su pueblo y revelar el pecado que separa al hombre de Dios.
Capacita a los músicos
Algo importante para un ministerio musical en la iglesia es que sus miembros sean personas capacitadas. A veces queremos espiritualizar todo y creemos que podemos pertenecer a esta parte del cuerpo porque “amo al Señor y me gusta la música”. No. Cada siervo debe estar capacitado musicalmente para poder servir con excelencia a Dios.
David junto con los principales de su ejército “apartaron para el ministerio” de la música en el templo a Asaf, Hemán y Jedutún “para que profetizasen con arpas, salterios (liras) y címbalos”. Estos hombres, junto a sus hijos, eran personas capacitadas, aptas, idóneas, expertas, hábiles en la música para el Señor. Incluso, el v. 7 nos amplia esta información: “Todos ellos junto con sus familias estaban capacitados para tocar música delante del Señor, y todos – doscientos ochenta y ocho en total – eran músicos por excelencia”
Quien forme parte de este ministerio debe tener los dones dados por Dios, el talento y la preparación para hacerlo bien para el Señor. Por eso, a los miembros del ministerio de alabanza se les debe capacitar en la música instrumental, en el canto, en la teoría musical y hasta las áreas de sonido (cables, micrófonos, consolas). Incluso, mientras más capacitación exista será mejor. Institutos, escuelas de música, talleres musicales para los integrantes de la alabanza, en fin, hay muchas opciones que podemos usar para capacitar a cada hermano.
Enseña la sujeción con el ejemplo
Un aspecto interesante de este pasaje es que tanto Asaf, Hemán y Jedutún (de quienes te animo a investigar más en la Palabra de Dios) estaban bajo las órdenes del rey David. Mientras que sus hijos “estaban bajo la dirección de su padre en la música” y esta idea se repite en los vv. 2, 3, 5 y 6. Hay un claro énfasis.
Los hombres que escogió David eran personas que estaban sujetas a las autoridades que Dios había establecido en el culto. Además, este pasaje nos permite ver que los hijos de estos músicos ejemplares aprendieron, con mucha probabilidad, la sujeción y la obediencia que vieron en sus padres. En tal sentido, son un ejemplo para cualquier ministerio de alabanza.
Quienes están al frente de guiar a la congregación en la adoración pública deben ser siervos que están sujetos a sus pastores o ancianos y enseñan tal obediencia a la grey por medio de sus vidas. La rebeldía dentro de la música suele salir a flor de piel rápidamente. Moldear una vida de sujeción y obediencia es clave para adornar la preciosa gracia de Jesucristo en la adoración.
La música es para exaltar a Dios y con Su Palabra
La capacitación musical es importante, pero no lo es todo. Créame, no es útil en la iglesia un músico excelente que no ha entendido el evangelio. No es virtuosismo lo que se quiere, pues la iglesia no es un escenario donde las personas nos vienen a ver cantar y dar un espectáculo. La adoración congregacional es el espacio donde un coro de siervos inútiles da gloria al verdadero Músico Principal.
El v. 3 nos enseña que Jedutún “proclamaba los mensajes de Dios (profetizaba) al son de la lira dando gracias y alabando al Señor” (NTV). Ellos tenían claro que el centro de su canción era la exaltación a Dios, ser agradecidos y aclamar delante de todo el pueblo los atributos de Dios por medio de la música. El v. 5 agrega que “con la palabra de Dios exaltaban su poder” (NVI)
El objeto de la adoración con la música siempre debe ser Dios y los recursos por excelencia para hacerlo es su santa Palabra. El músico debe conocer a Dios a través de las Escrituras y así hablar de sus maravillas en cada cántico. Este factor, en mi opinión, es el más importante y mi consejo principal. El músico debe ser instruido en la Palabra de Dios para exaltar a Dios.
Haz notable el servicio musical en la congregación
El v. 6 nos deja ver la sujeción de estos hombres a sus padres “mientras tocaban música en la casa del Señor” (NTV). Desde un punto de vista práctico, veo que otro consejo es enseñar la importancia de la música congregacional a los miembros de la iglesia. No debemos menospreciar ni olvidar que servimos a Dios y al pueblo de Dios.
Pensar en nuestros hermanos mientras escogemos o componemos canciones para la iglesia será de gran utilidad, incluso en los aspectos más técnicos como melodías que puedan cantarse en conjunto, utilizar bien los espacios del local respecto a los instrumentos, valorar las sugerencias musicales de algún hermano, entre otros. Debemos reforzar la idea de cuerpo de Cristo por medio del servicio de la música.
Practica la humildad en el ministerio de la música
Este capítulo cierra con un sorteo para que cada una de las familias escogidas sirviera por turnos en el templo. Es interesante que, al echar suertes, y para servir en la casa de Dios, lo hacían “entrando el pequeño con el grande, lo mismo el maestro que el discípulo” (1 Cro 25:8). No había exclusión entre ellos por sus capacidades o talentos. Servían juntos a Dios los que enseñaban y los aprendices. Eran uno para Dios.
Como antes lo mencioné, el ego y ese viejo “yo” quieren dominar en los ministerios de alabanzas y adoración. El talento nos puede asombrar. Por eso, debemos enseñar la humildad al ministrar juntos ante Dios con diferente calidad de talento o experiencia. Los que más saben motivan a los que están comenzando y estos enseñan a los maestros a amar y esperar el proceso de su hermano.
El ministerio de alabanza y adoración es un ambiente perfecto para aprender a amarnos con nuestras diferencias y a ser discípulos de Cristo por medio de la música. Adoremos juntos, como cuerpo. Cristo rompió todas las barreras que nos separan e hizo un pueblo para sí celoso de buenas obras. Esto debe ser el norte.
Pensemos en el evangelio
Al mirar este pasaje tan rico para la música en la iglesia no podemos evitar traer a la mente el precioso evangelio de Cristo. Es que las capacidades que tengamos en música o en Su Palabra, la obediencia y sujeción que modelemos o el amor y humildad que nos mostremos a través de la música como un solo cuerpo tiene su raíz en la obra redentora de Jesucristo.
Porque, ¿Qué tenemos que no hemos recibido? (1 Co. 4:7). Sin Cristo no hay adoración. Sin el Señor y su preciosa gracia no tenemos acceso al Padre. Así que, si miras el evangelio, el Espíritu Santo te guiará a usar la música para la alabanza y honra a Dios y no a los hombres. Mira el evangelio. Mira a Jesucristo con tu música.