Debemos estar sumamente dispuestos a conocer los principios de la interpretación redentora que emplearon y ejemplificaron los escritores del Nuevo Testamento. De estos principios, aprendemos que la forma más común de entender la naturaleza redentora de todo el texto bíblico es identificar de qué manera la Palabra de Dios predice, se prepara, refleja o se deriva de la persona y/o de la obra de Cristo. Estas cuatro categorías de la explicación del evangelio no tienen la intención de ser exhaustivas ni deben mantenerse separadas rigurosamente, pero sí nos ayudan a explicar de qué manera toda la Escritura da testimonio en cuanto a quién es Cristo y/o lo que Él debe hacer.
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Ella predice quién es Cristo y su obra
Isaías escribió sobre el Mesías que su nombre sería “Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin” (Isa. 9:6–7). Esta es una clara predicción de la persona y de la obra de Jesús; y hay muchas otras predicciones en las porciones proféticas de las Escrituras.
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La Biblia capacita para entender la Gracia Redentora
Cuando Dios usó a Su siervo David para mostrar Misericordia al nieto cojo de Saúl (un descendiente real que sería el pariente rival de David para llegar al trono de Israel), entendemos algo de los métodos divinos en cuanto a perdonar a los enemigos y mostrar misericordia a los indefensos. Muchos pasajes del Antiguo Testamento no solo preparan al pueblo de Dios para entender la gracia de Su provisión, sino que además lo preparan para entender la necesidad que tienen de Él. Cuando Pablo escribe en Gálatas 3:24 que la ley era nuestro ayo o guardián que nos lleva a Cristo, entendemos que las normas santas y elevadas de la ley principalmente nos preparan para buscar la provisión de Dios de misericordia en vez de depender de la calidad de nuestro desempeño para hacernos aceptables delante de Él. El Sistema de sacrificios nos prepara para entender que sin derramamiento de sangre, no hay expiación para nuestro fracaso en guardar la ley (Heb. 9:22). Y puesto que la fe de Abraham le fue contada como justicia, estamos preparados para entender que el estar de pie delante de Dios depende de nuestra fe en la provisión de otro (Ro. 4:23–24). La gracia no aparece como un muñeco en una caja de sorpresas en el Nuevo Testamento. El pueblo de Dios había sido preparado durante milenios para entender y recibir la gracia de Cristo en favor de ellos.
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La biblia muestra los aspectos del Evangelio que tienen que ver con nosotros
Cuando un texto no predice claramente ni prepara el camino para la persona ni la obra de Cristo, las verdades redentoras reflejadas en el texto siempre se pueden discernir al formular dos preguntas que se aplican justamente a cualquier texto: ¿Qué refleja este texto acerca de la naturaleza del Dios que otorga redención? y/o ¿Qué refleja este texto sobre la naturaleza de la humanidad que requiere redención? Estas preguntas sencillas son los cristales de las gafas de lectura a través de los que podemos examinar cualquier texto para ver lo que la Biblia refleja acerca de la naturaleza de Dios y/o de la naturaleza humana. Inevitablemente, estos cristales nos permitirán ver que Dios es santo y nosotros, no; o que Dios es soberano y nosotros somos vulnerables; o que Dios es misericordioso y nosotros necesitamos de Su misericordia. Estas gafas de lectura siempre nos harán estar conscientes de nuestra necesidad de la gracia de Dios como compensación por nuestro pecado e incapacidad. Es posible que Cristo no aparezca mencionado específicamente en el texto, pero el reflejo de la naturaleza de Dios y de la nuestra hace que la necesidad de Su gracia sea evidente. Utilizar estas gafas de lectura en todo el Antiguo y Nuevo Testamento nos capacitará para ver la naturaleza llena de gracia de Dios que otorga redención, a la vez que da fuerza al débil, reposo al cansado, liberación al desobediente, fidelidad al que es infiel, comida al hambriento y salvación a los pecadores. También aprendemos algo de la naturaleza humana que necesita redención cuando los héroes fallan, los patriarcas mienten, los reyes caen, los profetas se acobardan, los discípulos dudan y el pueblo del pacto se vuelve idólatra. Estos cristales evitan que consideremos a los personajes de la Biblia *solamente* como héroes morales que debemos imitar, en vez de hombres y mujeres falibles que necesitaban de la gracia de Dios. Cada texto, visto en su contexto redentor, refleja un aspecto de la condición caída de la humanidad que necesita de la gracia de Dios. El enfoque en esta condición caída inevitablemente provocará que los lectores consideren la solución divina característica de la gracia que culmina en la provisión del Salvador.
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La biblia muestra la redención como el resultado de la obra de Cristo
Somos justificados y santificados como resultado de la obra expiatoria de Cristo y del Espíritu que habita en nosotros. Nuestras oraciones son oídas como resultado de Su intercesión sacerdotal por nosotros. Nuestras voluntades son transformadas como resultado de nuestra unión con Él. Adoramos como resultado de la provisión divina de gracia para cada aspecto de nuestra salvación. Finalmente, la razón para leer las Escrituras con una vista de entendimiento acerca de la manera en que nuestras acciones y condición son un resultado de la gracia es mantener el orden de los imperativos e indicativos de la Escritura. Los imperativos (lo que debemos hacer) siempre son una consecuencia de los indicativos (quienes somos por la provisión llena de gracia de Dios); lo que hacemos jamás es * una causa * de lo que somos con respecto a nuestra condición eterna en el reino y la familia de Dios. Obedecemos como resultado de ser Sus amados, no para que Dios nos ame. Su gracia para con nosotros precede, capacita y motiva nuestros esfuerzos en pos de la santidad. Un ejemplo clave de los imperativos que surgen de los indicativos ocurren cuando Dios le da los Diez Mandamientos a Su pueblo. Él no hace que la obediencia sea una condición de Su amor. Primero, Él declara: “Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Dt. 5:6) y luego, Él les da los mandamientos. Él rescató a Su pueblo antes de que le obedecieran. La obediencia de ellos era de esperarse como consecuencia de recibir la liberación de Dios, no como condición para obtenerla. Al entender este modelo redentor consistente en las Escrituras, no solo tenemos una herramienta para entender la estructura de la Biblia, sino que también tenemos una manera de ver la gracia del evangelio aun en pasajes dominados por los mandatos de Dios. El modelo indicativo/imperativo de las Escrituras nos lleva a considerer por qué es tan importante ver el mensaje de la gracia que impregna la Escritura y que culmina en Cristo. Hasta ahora, solo hemos considerado cómo podemos excavar para encontrar la gracia en toda la Escritura, pero no hemos hablado de por qué es tan importante. La razón es que la gracia no sólo es el cimiento de los imperativos de Dios, sino que además es el poder ulterior que nos capacita para vivir conforme a estas normas, a medida que somos transformados desde dentro hacia afuera.