El concepto del libro de Proverbios radica en la sabiduría. Es importante comprender que los proverbios son una serie de refranes y enseñanzas que no fueron dirigidos a la nación ni el pueblo de Israel de manera exclusiva, sino a todo aquel que quiera vivir una vida de manera sabia y natural en el mundo en que vivimos para glorificar el nombre del Señor tanto de manera privada, como pública. Esto es posible de lograr aquellas personas que nos hemos arrepentido de nuestros pecados y hemos aceptado a Cristo como Salvador y Señor de nuestras vidas, siendo mujeres sometidas al Señor. Así que, la sabiduría que obtenemos del libro de Proverbios viene de Jesucristo, como nos lo dice el profeta Isaías, donde ya se nos hablaba del rey que vendría a la tierra para salvarnos del pecado. “Y reposara sobre Él el Espíritu del Señor, Espíritu de Sabiduría e inteligencia, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de conocimiento y de temor del Señor” (Is. 11:2). Dentro de la consejería bíblica el libro de Proverbios es muy usado, entendiendo que no se trata de promesas, sino que nos muestra las situaciones que se presentan en la vida diaria y nos ayuda a ver las consecuencias de lo que hacemos o dejamos de hacer. El ser intencional en meditar cada día en el libro de Proverbios, nos va llevando a la formación del carácter maduro para poder responder ante cualquier situación. Ahora, no estamos hablando de cambiar la conducta sino ir directo a la transformación de la mente y el corazón conforme a la Palabra de Dios. Para obtener la sabiduría tenemos una explicación clara en Proverbios 1:1-6 que nos dice: “Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel: Para aprender sabiduría e instrucción, Para discernir dichos profundos, Para recibir instrucción en sabia conducta, Justicia, juicio y equidad; Para dar a los simples prudencia, Y a los jóvenes conocimiento y discreción. El sabio oirá y crecerá en conocimiento, Y el inteligente adquirirá habilidad, Para entender proverbio y metáfora, Las palabras de los sabios y sus enigmas”. Trabajar esforzadamente como creyente En aprender (v.2). En discernir (v.2b). En recibir instrucción (v3). En prudencia, conocimiento y discreción (v4). El desarrollo en la vida del creyente oirá, crecerá y será un proceso que durará toda la vida» (v.5). Adquirirá habilidad (v.5b). Abarca un grado de trabajo esforzado y desarrollo que reflexiona en entendimiento y separa de la trivialidad: Entender proverbio y metáfora (6a). Entenderá las palabras de los sabios y los enigmas (6b). ¿Cuál es el principio de la sabiduría? “El temor del señor es el principio de la sabiduría; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción” (v.7). El comienzo para vivir una vida de sabiduría es reconocer quién es Dios, es un Dios Creador de los cielos y la tierra, es Señor y Redentor. Un Dios Santo, Santo, Santo. En cambio, los necios son aquellos que tienen por menos a Dios. El temor al Señor consiste en que seamos mujeres sumisas a Dios para vivir vidas en constante sabiduría y glorificar Su Nombre. “No pierdas el tiempo discutiendo sobre ideas mundanas y cuento de viejas. En lugar de eso, entrénate a la sumisión a Dios. El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse a la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y la vida que viene” (1Tim. 4:7-8 NTV). En la Biblia se registran más de 600 oraciones dirigidas a Dios, y en el libro de Proverbios solamente aparece una, la cual es una muestra no solamente de sabiduría, sino de dependencia del Señor. Oración de Agur Esta oración es un buen ejemplo para nosotras las creyentes, mira su oración a Dios: “Dos cosas te he pedido, No me las niegues antes que muera: Aleja de mí la mentira y las palabras engañosas, No me des pobreza ni riqueza; Dame a comer mi porción de pan, No sea que me sacie y te niegue, y diga: «¿Quién es el Señor?». O que sea menesteroso y robe, Y profane el nombre de mi Dios” (Pr. 30:7-9). Mi querida hermana, te animo a que hagas del libro de Proverbios una lectura y meditación de un capítulo diario para continuar creciendo en sabiduría y temor reverente al Señor.