Una madrastra conforme al corazón de Cristo: verdades bíblicas a considerar

La cultura nos presenta una imagen negativa de las madrastras. Pero ¿cómo debe conducirse una madrastra según el consejo de Dios?
Foto: Envato Elements

Ya han pasado alrededor de 30 años desde que conocí a mi esposo y recuerdo ese día como si fuera hoy. Yo trabajaba en la compañía en la que él era dueño y, algo que admiré desde el primer momento, era el amor hacia su hijo y cómo procuraba estar el mayor tiempo posible con él después de dos años de su divorcio. El pequeño tenía solo cinco años; la imagen cautivó mi corazón. Así comenzó nuestra historia de amor. Nos casamos y, luego del primer año de matrimonio, el Señor nos concedió un bebé.

Recuerdo que uno de los primeros libros que leí de pequeña fue La cenicienta, historia en la cual aparece una terrible madrastra que maltrataba a la protagonista. Tristemente, es el pecado y la influencia del mundo los que llevan a una mujer a tratar así a un niño. Sin embargo, aquellas que somos hijas de Dios y hemos escuchado Su Palabra, no tenemos que ajustarnos a este mundo.

¿Qué tienen que decir las Escrituras acerca de una madrastra que anhela hacer la voluntad de Dios? Responderemos esa pregunta en este artículo.

Una perspectiva contracultural

Desde Génesis 3, cuando Adán y Eva pecaron, las relaciones interpersonales fueron afectadas y quebrantadas, por lo cual, de este lado de la gloria, siempre viviremos con tensión al interior de la familia. La realidad es que en la iglesia del Señor tendremos siempre hogares en los que habrá madrastras y padrastros, a los cuales llegarán también nuevos hijos. El dicho popular: “Los tuyos, los míos y los nuestros”, será siempre algo presente.

Sin embargo, el Señor ha cambiado esa realidad al decir: “Y los dos serán una sola carne” (Mr 10:8). En un matrimonio bíblico, el cual está basado en el evangelio que transforma todas las cosas, los cónyuges y todo los que les pertenece están en una unión inseparable. Esto incluye a los hijos que son de nuestro esposo.

En las Escrituras vemos cómo José tuvo que vivir siendo el padrastro de Jesús, asumiendo la responsabilidad de hacerse responsable de la crianza de un hijo que no era de su sangre. Claro, en esta situación no hubo un divorcio, pero eso no la hacía menos difícil. ¿Te has puesto a pensar cómo se sintió José? ¿Cómo vivió el día a día? Recuerda que él era un ser humano pecador, igual que nosotros.

Sin duda, este tema es muy difícil de tratar, pues cada caso es diferente. Hay circunstancias diversas en cada iglesia: unas mujeres llegan a Cristo después de haberse divorciado, otras se vuelven madrastras mientras son creyentes, y un largo etcétera. Sin embargo, cuando una familia tiene que atravesar una situación en la que hay una madrastra, puede recibir la gracia de Dios y ser de bendición para modelar amor y ejemplo a otros en la congregación.

Una familia con una madrastra puede recibir la gracia de Dios y ser un ejemplo de amor y bendición para la congregación. / Foto: Envato Elements

Consejos para una madrastra bíblica

Pero, sin importar el pasado, la Palabra de Dios nos da la guía que necesitamos para seguir adelante. Estos cuatro consejos que voy a compartirte me sirvieron para caminar como madrastra, a la vez que respondía el llamado de ser madre de los hijos de mi vientre.

1. Amalos

Jesús nos recordó los mandamientos principales: 

El más importante es: “Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es; y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento mayor que estos (Mr 12:30-31).

Así que, como madrastras, debemos de cumplir con este mandato mayor. Nuestro hijastro fue creado a la imagen de Dios y debemos amarlo como nuestro prójimo, sin importar cuán tensa pueda ser una situación en el hogar.

Los hijastros y las hijastras fueron creados a la imagen de Dios y debemos amarlos como a nuestros prójimos. / Foto: Unsplash

2. Ora por su salvación y predícale el evangelio

El Señor nos ha dado el mandato de orar y predicar el evangelio. Esta es una oportunidad que no debemos desaprovechar. “Les digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento” (Lc 15:7). Aunque solo el Señor decide quién se salva, no paremos de orar para que sus corazones sean transformados y de predicarles el evangelio con nuestras palabras y acciones. “La salvación es del Señor” (Sal 3:8).

3. Respeta a su madre biológica

Sin duda hay situaciones muy difíciles con la madre biológica de los hijastros. Pero debemos usar esos momentos de tensión para ver nuestro corazón pecaminoso, arrepentirnos y entregar al Señor todas nuestras cargas. De una u otra forma, esta mujer es un instrumento de santificación en nuestras vidas, ordenado soberanamente por Dios. Así, debemos modelar el respeto y nunca hablar mal de su mamá. Como dice Pedro: “Respeten a todos” (1P 2:17, NTV).

El Señor nos ha dado el mandato de orar y predicar el evangelio. Esta es una oportunidad que las madrastras no debemos desaprovechar. / Foto: Pexels

4. Trátalos a todos por igual

Uno de los mayores desafíos es balancear correctamente tu trato hacia tus hijos biológicos y los de tu esposo. Necesitamos pedir a Dios la sabiduría necesaria para no hacer distinciones y poder amarlos, consentirlos y tratarlos a todos sin favoritismos. De lo contrario, cometeremos el pecado del que nos advierte Santiago: “Pero si muestran favoritismo, cometen pecado y son hallados culpables por la ley como transgresores” (Stg 2:9).

Un llamado a ser distintas

Aunque lo que dice el mundo sobre las madrastras no es muy favorable, el evangelio cambia nuestra perspectiva y nos lleva a ser madrastras conforme al corazón de Dios. De hecho, el ser madrastras es una maravillosa oportunidad para glorificar el nombre del Señor y no dejarnos llevar por las circunstancias, por las acciones de los involucrados o por lo que el mundo enseña.

Nosotras debemos ser diferentes porque nuestra esperanza está en Cristo y Él nos ha dado una nueva vida, con afectos y obras diferentes. Incluso si tus hijastros no se conducen como tú quisieras, recuerda que en el futuro crecerán y tomarán sus propias decisiones. Por ahora, solo podemos vivir conforme a lo que el Señor nos enseña en las Escrituras.

Que nuestro anhelo sea llegar a Su presencia y decir gozosas que habremos sido la madrastra que Él quiso que fuéramos. Mi oración es que puedas ser una mujer que viva Coram Deo y ser una madrastra conforme al corazón de Cristo.


Este artículo se publicó originalmente en el blog de Liliana Llambés.

Liliana Llambes

Liliana Llambés es colombiana y sirve como misionera de IMB en Panamá. Su pasión es proclamar el mensaje de salvación y hacer discípulos con el fundamento bíblico de la Palabra de Dios. Es la autora de «7 disciplinas espirituales para la mujer» y conferencista internacional. Tiene una Maestría en Estudios Teológicos del Southern Baptist Theological Seminary, y está cursando una Maestría en Divinidades con énfasis en Consejería Bíblica. Está casada con el pastor y misionero Carlos Llambés, con quien tiene 4 hijos y 9 nietos. Puedes encontrarla en Facebook, Twitter e Instagram. @lilyllambes

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