Hace un par de días recibí un correo electrónico de un joven que lee este sitio y me hizo una pregunta bastante sencilla: “¿Cómo debo reaccionar ante el deseo sexual?”. Como adolescente, soltero y con el matrimonio más en un futuro lejano que cercano, quería saber cómo Dios quería que entendiera el deseo sexual.
Me llevó un poco de tiempo pensarlo, pero creo que un joven puede entender así el deseo sexual.
El deseo sexual motiva el matrimonio
El deseo te indica que Dios quiere que te cases. El hecho de que sientas deseo sexual es algo bueno y dado por Dios, y que Él usa para dirigirte al matrimonio. El deseo sexual es un componente que refleja cómo Dios ha equipado a los hombres para que busquen una novia. En ese sentido, debes verlo como algo que no es inherentemente malo. El deseo es malo solo si se actúa incorrectamente o si conduce al pecado.
El deseo sexual nos predica sobre la imperfección
El mero hecho de que sientas deseo sexual te dice que estás incompleto: incompleto sin una esposa con la que puedas encontrar satisfacción y el cumplimiento de ese deseo. Y creo que este sentido de carencia puede apuntar a la realidad más amplia de que vivimos en un mundo incompleto, estropeado por las realidades del pecado. Puede haber una lección más profunda en el deseo sexual insatisfecho.
La deseo sexual enseña autocontrol
Los hombres jóvenes que continuamente ceden al deseo sexual actuando sobre él a través de la masturbación se enseñan a sí mismos (su mente y su cuerpo) que necesitan y merecen la liberación sexual cada vez que sienten deseo. Sin embargo, la vida no funciona así. Incluso los hombres casados con esposas cariñosas y una gran vida sexual se enfrentan a un gran deseo sexual insatisfecho. Así que esta es una oportunidad para enseñarte a ti mismo, mientras aún eres joven, de que el deseo sexual puede y debe ser controlado si será algo que se usará adecuadamente para la gloria de Dios.
Al final, si confías en el Señor, puedes saber que no hay tentación que deba llevarte a pecar. El Espíritu Santo te da la capacidad y el poder de mantenerte fuerte incluso ante el tormento más difícil. Así que, en esos momentos cuando el deseo se despierta y lo sientes como una tortura, necesitas aferrarte a la cruz, necesitas predicarte el evangelio a ti mismo. En esos momentos, necesitas saber que Cristo murió para perdonar el pecado y resucitó para vencer el poder del pecado y de la muerte, a fin de que puedas permanecer sin mancha con relación al pecado sexual.
Este artículo fue publicado originalmente en Challies.