Tengo gratos recuerdos de los primeros años de la Conferencia G3. Cuando G3 celebró su evento inaugural en 2013, fui uno de los oradores invitados, y rápidamente se convirtió en una tradición. Durante ocho años adopté la cómoda rutina de viajar anualmente a Atlanta. Casi siempre hablaba en el segundo turno, y luego permanecía el resto del evento para disfrutar del compañerismo creciente tanto con los otros oradores como con los asistentes. Aunque la lista de oradores variaba en cada evento, recuerdo que Josh Buice (quien fundó G3), Steve Lawson y yo fuimos los tres que dimos un discurso de apertura en cada uno de esos primeros ocho años.¹
En sus primeras ediciones, la conferencia G3 fue organizada en y por Pray’s Mill Baptist Church, y esa congregación ofreció una muestra ejemplar de la hospitalidad sureña. No me alcanzaría el tiempo para mencionar a todos los líderes y miembros que se mostraron amables, atentos y alentadores. Agradecí especialmente que me enviaran de regreso a casa con un obsequio pequeño pero significativo para Aileen, como expresión de gratitud por haber estado dispuesta a asumir una doble carga de trabajo durante mi ausencia. G3 fue especial para mí no solo por los muchos amigos que me permitió conocer, sino también porque me ayudó a comprender mejor el papel que debe desempeñar un orador en una conferencia.

En aquellos días, G3 era un evento unificador que, al igual que muchas otras conferencias de la época, lanzaba una red amplia y participaba en un movimiento creciente del cristianismo reformado. Entre los oradores se encontraban John MacArthur, David Platt, Paul Tripp, Paul Washer, Voddie Baucham, Mark Dever, John Piper y muchos más. Estaba estratégicamente ubicado tanto en el calendario como geográficamente, en un momento del año y en una región donde no había eventos similares. Esto significaba que complementaba a las conferencias existentes en lugar de competir con ellas. Con el tiempo, fue creciendo de manera constante, pasando de cientos de asistentes a más de 6,000, al dar el salto del campus de la iglesia a un centro de convenciones, y de ser un evento organizado por una iglesia a uno gestionado por la organización 501(c)(3).
Aunque disfruté mi tiempo como orador en G3 y consideré un honor ser invitado una y otra vez, no pude evitar notar que algo comenzó a cambiar con el paso de los años. Eran, por supuesto, tiempos tumultuosos, en los que el mundo se vio sacudido por una sucesión de temas sociales y políticos controvertidos, y pocas organizaciones quedaron completamente al margen. Con el tiempo, algo en el enfoque de la organización cambió, de modo que el sentido inicial de fraternidad se fue disipando y el grupo de oradores se volvió progresivamente más reducido. G3 lideró la elaboración de la Declaración sobre la Justicia Social y el Evangelio y, aunque estuve presente en las reuniones en las que se discutió y comenzó a redactarse, opté por no firmar. A medida que esa declaración se volvió cada vez más central para la identidad de G3, comenzó a parecer inevitable que mi tiempo allí llegaría a su fin.

Como era de esperarse, antes de la conferencia de 2021, Buice me dijo que creía que yo ya no estaba alineado con G3 y que era mejor que ya no me invitaran. Para que él reconsiderara, tendría que firmar la declaración y aceptar dejar de compartir citas u otro material de ciertos cristianos. Por supuesto, ese requisito estaba dentro de sus derechos como organizador de la conferencia. No le guardé ningún resentimiento y me aseguré de decirle que, desde mi perspectiva, nos estábamos separando como amigos. Sin embargo, consideré que era un final desafortunado para lo que había sido una dinámica significativa. Después de 2020, vi a G3 solo desde la distancia, mayormente a través de sus artículos y su presencia en redes sociales.
Quizás hayas escuchado la noticia reciente de que la junta directiva de G3 destituyó a Josh Buice como presidente después de descubrir que estaba usando cuentas anónimas en X, correo electrónico y Substack para difamar a líderes cristianos y a sus propios ancianos (de la iglesia). Más grave aún, mintió repetidamente sobre esto. Fue solo cuando se le confrontó con pruebas irrefutables que admitió su pecado, expresó arrepentimiento y comenzó a acercarse a aquellos a quienes dañó. G3 lo ha removido de su rol de liderazgo, ha eliminado todo el contenido de su sitio web y canceló la próxima conferencia nacional. Pray’s Mill Baptist Church le ha pedido que tome una licencia indefinida mientras los ancianos determinan el camino a seguir.

Aunque estas acciones pueden parecer drásticas, no son una reacción exagerada, ya que quedó claro que, durante los últimos años, Buice ha estado fomentando la disensión y la división dentro de la iglesia. Lo que quizá sea más notable e importante de entender es que él criticaba tanto a “amigos” como a enemigos. Invitaba a personas a participar en sus eventos, mientras al mismo tiempo intentaba de manera encubierta socavar e incluso destruir sus reputaciones y ministerios. Casi nadie estaba a salvo de sus críticas, incluso aquellos a quienes afirmaba admirar y considerar como mentores o colegas de confianza en el ministerio.² Aunque los registros públicos solo datan de unos pocos años, es razonable suponer que este tipo de actitud crítica comenzó antes de la primera publicación en la primera cuenta de X.
Quizás veamos esto en cómo el espíritu de compañerismo pareció ceder ante un espíritu de crítica, y antiguos amigos se convirtieron en enemigos. Personas que habían sido invitadas a hablar apenas un par de años antes ahora eran consideradas descalificadas. A menudo me preguntaba qué había cambiado desde esos primeros días en Pray’s Mill Baptist Church. Pero ahora todo tiene sentido, al conocer el espíritu hipócrita e hipercrítico de Buice, quien sembraba deliberadamente caos, discordia y disensión.

He dicho todo lo anterior para establecer el contexto de todo lo que diré a continuación.
Ha quedado claro que Buice utilizó su posición en G3, una posición que implicaba un grado significativo de autoridad y visibilidad, para dividir a los cristianos. Siendo este el caso, creo que vale la pena preguntarse hasta qué punto él causó o fomentó las tensiones y rupturas dentro del cristianismo reformado más amplio. No sé cuántas personas seguían sus diversas cuentas anónimas, aunque tengo la impresión de que no eran muchas. Sin embargo, se había situado en una especie de posición central desde la cual alcanzaba e influenciaba a muchas personas. ¿En qué medida usó esa influencia para destruir relaciones, difundir rumores y perturbar la armonía? “El que anda murmurando revela secretos, por tanto, no te asocies con el chismoso”, advierte Salomón, y me pregunto cuántos amigos cercanos Buice habrá separado con sus murmuraciones, tanto individuos como ministerios. La declaración de G3 dice que sus palabras fueron “profundamente divisivas, causando sospechas y conflictos innecesarios dentro del cuerpo de Cristo”. Provocar la desunión parece haberse convertido en uno de sus principales objetivos, y lo hizo deliberadamente, no por ignorancia ni por error.
Aquí hay una aplicación para todos: si alguna vez escuchaste a Buice hablar mal de otro cristiano —ya fuera en público, en privado o en redes sociales— espero que hagas todo lo posible por reconsiderar esa crítica y determinar si fue veraz y justa; que ejerzas tu propio discernimiento en oración. Quizás incluso debas dejar de lado por completo esa crítica, sabiendo que la fuente ha demostrado ser completamente indigna de confianza. Si él tuvo algún papel en hacer que te distanciaras de alguien a quien antes considerabas amigo o maestro confiable, te daría el mismo consejo. Si alguna vez consideraste que un ministerio era respetable pero lo rechazaste basándote en sus críticas o en las de la organización que dirigía, tal vez sea momento de volver a examinar ese asunto. Es posible que hayas creído una crítica dura, injusta o incluso completamente falsa contra un hermano o hermana en el Señor. Es posible, porque precisamente así estaba usando su posición. Les debemos a nuestros hermanos y hermanas en Cristo el beneficio de la duda, a menos que tengamos pruebas irrefutables de lo contrario.

Seríamos negligentes si no nos exáminamos también a nosotros mismos. A menudo me he preguntado por qué el movimiento reformado perdió parte del gozo y la unidad especiales que parecía tener en sus primeros días, y he llegado a la convicción de que, en parte, se debe al chisme. Me asombra lo rápido que nuestras conversaciones pueden desviarse hacia el chisme, las palabras mordaces y las observaciones críticas, y cuán dispuestos estamos a hablar más de los defectos de las “celebridades cristianas” que de las glorias de Jesús. Por ello, creo que todos deberíamos tomarnos el tiempo para considerar en qué medida somos parte del problema. El chisme solo puede prosperar en un ambiente donde algunos están ansiosos por difundirlo y otros por escucharlo. Ambos son igualmente pecaminosos. Para citar nuevamente Proverbios: “Por falta de leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, se calma la discusión”. ¡No seas ni el que murmura ni el que presta oído a la murmuración! Examinemos nuestros corazones por este pecado, arrepintámonos de él y pidamos a Dios Su perdón.
La causa de Dios en este mundo no necesita conferencias ni organizaciones paraeclesiásticas, pero a menudo se beneficia de ellas. De 2013 a 2020, los años en que tuve el privilegio de participar de cerca en el G3, fui testigo de muchas evidencias de la gracia de Dios. Fue un honor y una bendición ser invitado a ser parte de ello. Aprecié y disfruté lo que una vez fue el G3 y me encantaría verlo recuperar el espíritu que mostró en sus inicios. Me encantaría que los mejores días de G3 y sus mayores contribuciones al reino no estuvieran en el pasado, sino en el futuro.
- Es difícil verificar esto, ya que tanto el material de Buice como el de Lawson han sido eliminados del sitio de G3.
- Por ejemplo, utilizó el hecho de que hablé en The Master’s University a principios de 2024 para insinuar que John MacArthur, uno de sus mentores ministeriales, se estaba “ablandando en la etapa final de su vida”.
Publicado originalmente en Challies.