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PRESENTADOR:

El episodio de hoy se enfoca en el sufrimiento personal y su propósito en la vida del cristiano. A menudo el sufrimiento carece de sentido, y podemos desanimarnos y sentir que nos rendimos, lo que nos lleva a la pregunta de hoy de Samuel. “Hola, pastor John. El apóstol Pablo dice en 2 Corintios 4:7-9 que fue afligido en todo, pero no agobiado; perplejo, pero no desesperado; perseguido, pero no abandonado; derribado, pero no destruido. ¿Qué quiere decir que fue derribado, pero no destruido? Cuando me imagino los sufrimientos de Pablo golpeando mi vida, estaría inmediatamente tentado a pensar que una persecución tan intensa me haría sentir completamente aplastado y abandonado por Dios. Muchos sufrimientos más pequeños en mi vida me llevan al borde de eso. ¿Cómo soportó Pablo semejante dolor sin sentirse totalmente destruido? ¿Y cómo se ha visto la fe de manera práctica en su propia vida cuando ha enfrentado dificultades?”.

JOHN PIPER:

Aquí está el pasaje bíblico que menciona Samuel en el cual nos enfocaremos hoy.

Pero tenemos este tesoro [este tesoro de la fe vital en Cristo, que es la imagen de Dios] en vasos de barro [nuestros cuerpos y mentes frágiles], para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros. Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos (2 Corintios 4:7-9).

Y Samuel se pregunta: “¿Cómo soportó Pablo ser afligido, perplejo, perseguido y derribado? ¿Cómo soportó esto de la manera que lo hizo?”. Y tiene en mente la magnitud y la frecuencia de los sufrimientos de Pablo.

Dudo que la mayoría de nuestros oyentes tengan conciencia inmediata de lo terrible que fue el sufrimiento de Pablo. Así que lo leeré. Esta es una de las declaraciones más sorprendentes, asombrosas y espantosas de la vida de Pablo en la Biblia. Él soportó

En muchos más trabajos, en muchas más cárceles, en azotes un sinnúmero de veces, con frecuencia en peligros de muerte. Cinco veces he recibido de los judíos treinta y nueve azotes. Tres veces he sido golpeado con varas, una vez fui apedreado, tres veces naufragué, y he pasado una noche y un día en lo profundo. Con frecuencia en viajes, en peligros de ríos, peligros de salteadores, peligros de mis compatriotas, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajos y fatigas, en muchas noches de desvelo, en hambre y sed, con frecuencia sin comida, en frío y desnudez. Además de tales cosas externas, está sobre mí la presión cotidiana de la preocupación por todas las iglesias (2 Corintios 11:23-28).

Y nosotros nos quejamos.

La pregunta de Samuel es relevante por lo fácil que nos quejamos de nuestras propias circunstancias cuando en realidad ninguno de nosotros —estoy seguro que puedo decir esto de todos los que me escuchan— ha soportado lo que Pablo soportó. Entonces, Samuel pregunta: “¿Cómo soportó Pablo tanto dolor sin sentirse totalmente derribado ni, de hecho, abandonado por Dios?”. Eso es lo que pregunta, y creo que Pablo daría tres respuestas.

1. “Soporté porque Dios me guardó”

Número uno, creo que él diría: “Fui milagrosamente guardado por el Señor Jesús para permanecer fiel. Fue un regalo; fue un milagro; Dios me guardó. Por eso no me rendí”. Su perseverancia fue un don. Esto es lo que dice en 2 Timoteo 4:16-17:

En mi primera defensa nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron; que no se les tenga en cuenta. Pero el Señor estuvo conmigo y me fortaleció, a fin de que por mí se cumpliera cabalmente la proclamación del mensaje y que todos los gentiles oyeran. Y fui librado de la boca del león.

Esa es su respuesta fundamental a la pregunta de cómo soportó. El Señor Jesucristo, vivo y soberano, sostuvo a Pablo cuando nadie más lo ayudó. Él no dedujo que, debido al abandono de todos los demás, Dios no era real. “Ya que todos los cristianos son un montón de farsantes, Jesús no es real”. Él nunca fue en esa dirección, lo cual mucha gente hace hoy en día.

En 1 Corintios 1:8-9, Pablo dijo que Cristo nos sostiene “hasta el fin, para que [seamos] irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por medio de quien [fuimos] llamados a la comunión con Su Hijo Jesucristo, nuestro Señor”. Entonces, Pablo disfrutaba de la comunión con Jesús. Esa es la clave: comunión con Jesús. Y Dios guardó a Pablo, lo sostuvo y preservó su fe a través de todo dándole el gozo de la comunión con Jesús en medio de todas las circunstancias que experimentó.

Dios comenzó la obra en Pablo en el camino a Damasco. Y de acuerdo a Filipenses 1:6, Pablo está convencido que Dios terminará la obra que comenzó. Entonces, Dios llama, guarda, establece y glorifica a Sus hijos. Esta es la obra de Dios. Si alguno de nosotros persevera hasta el final como creyente a través del sufrimiento, es por la gracia de Dios. Es un regalo. Es una obra sobrenatural. Esa es la primera respuesta de Pablo.

2. “Soporté por medio de la sana enseñanza”

En segundo lugar, creo que él diría: “Dios me preservó, Jesús me salvó y me guardó, al enseñarme una verdadera y robusta teología del sufrimiento cristiano”. Y en esa teología del sufrimiento cristiano estaba la convicción de la soberanía absoluta de Dios sobre el sufrimiento de Pablo. Pero no solo eso, sino que también estaba la convicción de que Dios es bueno y sabio. Nada le sucedía a Pablo sino lo que Dios enviaba para cumplir Sus buenos propósitos. “Si el Señor quiere”, dice Santiago (y Pablo está de acuerdo), “viviremos y haremos esto o aquello” (Santiago 4:15). Si no quiere, no viviremos. Somos inmortales hasta que termine la obra que Dios tiene para nosotros en esta vida. Dios es soberano. Eso es básico para la perseverancia de Pablo, y para la nuestra.

En los primeros días después de su conversión, incluso antes de que su ceguera fuera quitada allí en Damasco, Ananías fue enviado a Pablo con este mensaje: “Yo le mostraré”, dice Cristo, “cuánto debe padecer por Mi nombre” (Hechos 9:16). En otras palabras, desde el principio, Dios le dejó claro a Pablo: “Servirme es sufrir”. El sufrimiento no es un desvío. Forma parte del camino, del llamado.

La disciplina amorosa de Dios

Pablo sabía que toda la ira de Dios había sido absorbida por Jesús cuando murió en la cruz. Así que, no había condenación para Pablo (ni la hay para nosotros) en Cristo. Ninguna de estas cosas horribles que le sucedían se debía a la ira de Dios. ¡Qué alivio! Todas eran parte de los propósitos paternales, amorosos, disciplinadores y de avance ministerial de Dios para Pablo, para la iglesia y para el mundo.

Algunos de sus sufrimientos, nos dice, fueron para refinar su propia fe. 2 Corintios 1:8-9 es asombroso. Él dice: “fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”. Ese era el propósito de Dios: ayudar a Pablo a confiar plenamente en el Señor, derribando todos los apoyos de su vida para que solo hubiera un lugar donde caer: en Dios, que resucita a los muertos. Y Pablo confió en Dios. Confiaba en este profundo conocimiento del papel del sufrimiento en la vida del creyente.

Ningún dolor es en vano

Otra parte de su teología del sufrimiento era que ningún dolor en esta vida es en vano, porque está produciendo un peso de gloria incomparable. “Esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación” (2 Corintios 4:17). En otras palabras, aun en esos horribles últimos días de sufrimiento antes de la muerte —que parecen no tener sentido en absoluto— aun en esas horas, nada se desperdicia porque en realidad están produciendo un mayor peso de gloria después de la muerte.

Mencionaré un aspecto más de la teología del sufrimiento de Pablo que fue como un peso en su barco para evitar que se volcara por los sufrimientos. Él dijo que sus sufrimientos por el cuerpo de Cristo completaron lo que faltaba en las aflicciones de Cristo: “Ahora me alegro de mis sufrimientos” —y esa es una afirmación asombrosa en sí misma— “por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por Su cuerpo, que es la iglesia” (Colosenses 1:24).

Pablo no completaba las aflicciones de Cristo porque ellas habían sido insuficientes para expiar el pecado. Ese no es el punto; ese no es el asunto. Pablo completaba las aflicciones de Cristo porque estas carecían de una presentación personal ante aquellos por quienes Pablo sufría. Pablo estaba diciendo: “En mis sufrimientos por ustedes, les estoy presentando los sufrimientos de Cristo por ustedes, para que puedan ver y sentir Su amor por ustedes en mis sufrimientos por ustedes”. Creo que esa es la razón por la que muchos pastores están llamados a sufrir de la manera en que lo hacen.

3. “Soporté por las promesas de Dios”

La primera respuesta de Pablo a cómo soportó estas aplastantes dificultades fue que Cristo le guardó, estuvo a su lado. La segunda respuesta es que lo guardó por medio de una verdadera y robusta teología del sufrimiento cristiano. Y finalmente, la tercera respuesta que Pablo daría es esta: “Fui guardado por las preciosas y grandísimas promesas de Dios”, promesas como estas:

  • “Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
  • “Nunca te dejaré ni te desampararé” (Hebreos 13:5).
  • “Todas las cosas cooperan para bien” (Romanos 8:28).
  • “Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré” (Isaías 41:10).
  • “Su trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58).
  • “El vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21).
  • “Estar ausentes del cuerpo [es] habitar con el Señor” (2 Corintios 5:8).

Así pues, estas tres respuestas de cómo Pablo soportó son también nuestras respuestas. Creo que deberíamos responder como Pablo. Él vivió su vida por nosotros. Él soportó estas cosas para que pudiéramos ver y aprender.

  1. El Señor lo guardó a él y nos guardará a nosotros.
  2. Deberíamos tener una teología sólida y bíblica del sufrimiento cristiano.
  3. Deberíamos vivir a través del sufrimiento fortalecidos por las preciosas promesas de Dios.

Episodio original en inglés: https://www.desiringgod.org/interviews/your-suffering-is-not-meaningless

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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