Soy el pastor de una iglesia que no cree lo mismo que yo

No son pocas las personas que continuamente están siendo alcanzadas por el evangelio y un cuerpo de doctrinas sólidas centradas en la Palabra de Dios. Incluso cuando han estado por muchos años siendo parte de una iglesia, descubren pronto que permanecieron allí sin dar los frutos esperados o peor aún, sin ser creyentes. La respuesta que vemos generalmente es que estas mismas personas pronto buscan una iglesia donde puedan tener un ejercicio más libre de su fe o se reúnen para iniciar grupos de estudio y comunión; por supuesto, no hay nada de malo en eso; pero, ¿qué pasa si el que comienza a ser inquietado es el pastor de una iglesia? Después de todo, no es lo mismo salir de una iglesia a otra o expresar libremente tus cambios de postura al respecto de asuntos de doctrina cuando eres un miembro sin muchos compromisos, que cuando eres un líder con cierta influencia o el pastor de la iglesia. Una situación así merece que nos detengamos a buscar una respuesta bíblica y equilibrada a la pregunta: ¿Qué debe hacerse?

Detenerse y respirar profundo

La técnica de inhalar profundo y exhalar, es usada con frecuencia en procesos de reanimación en personas que han sufrido una fuerte impresión o están demasiado agitadas, pues bien, eso es más o menos lo primero que se necesita si se es un líder que ha conocido y ha sido impactado por las doctrinas bíblicas. Entender con claridad el mensaje del evangelio, la soberanía de Dios en la salvación, la administración saludable de la iglesia, etc, generalmente viene acompañado de gran cantidad de información que quisiéremos devorar en solo cuestión de días, y si estamos en el ministerio de la enseñanza, quisiéramos que todos escucharan “lo nuevo” que ahora estamos aprendiendo, pero eso, aunque no es malo per se, si puede convertirse en algo nocivo y poco provechoso si no se atiende con cuidado. No manejar el ímpetu puede ocasionar imprecisiones y frustraciones, sobre todo, puede afectar a aquellos que están bajo nuestro cuidado, los cuales, debemos recordar, no han sido impactados aún de la misma manera que nosotros. Un caso típico es, por ejemplo, comenzar a aplicar en la iglesia o grupo que se lidera, cambios bruscos y radicales sin la adecuada enseñanza bíblica y sin permitir el tiempo necesario para asimilarlos. Es mejor ser paciente y dejar a Dios hacer su trabajo, trayendo iluminación, claridad, convencimiento y reforma. Tampoco es momento de salir corriendo y dejarlo todo. No se puede ser egoístas y buscar solo el bien individual, recordando que como pastores debemos dar cuenta a Dios por el rebaño en el que él nos ha puesto (Heb 13:17) y es por eso mismo que tampoco se puede permanecer silente y pasivo esperando a que el tiempo pase porque no querer perder la comodidad que en ocasiones puede representar el ministerio, es necesario actuar y eso debe ser en consecuencia con el convencimiento al que se ha llegado.

Enseña a amar la Biblia

Pablo comparó la iglesia con un edificio (Ef 2:20-22). En la analogía, es evidente que para construir se parte de un fundamento sólido y este no es otro que la doctrina sana de los apóstoles y profetas (v20) y esas doctrinas a su vez descansan sobre el inquebrantable testimonio de las Sagradas Escrituras. Así pues, la principal preocupación de un líder convencido debe ser que las personas amen la Biblia. Eso puede sonar abstracto, pero hay cosas prácticas que pudieran estar involucradas en este propósito: crear o fortalecer un estudio bíblico semanal, enseñar nociones básicas de hermenéutica y acerca de cómo leer e interpretar la Biblia, programar planes lecturas anuales o por periodos, implementar un tiempo de lectura bíblica durante el servicio, establecer el estudio de libros completos de la Biblia en los grupos pequeños si los hubiere y otras que pudieran estar acorde con el contexto. Lo que diré es muy importante, siempre es más conveniente ir desde la Biblia al concepto y la doctrina (deducción) que del concepto y la doctrina a la Biblia (inducción). Cuando la iglesia aprenda a amar la biblia, ellos irán viendo las doctrinas que están implícitas en ella de manera orgánica y resultado de un estudio sistemático y no como algo señalado o impuesto.

Predicar expositiva y consecutivamente

Ninguna otra cosa es tan valiosa para la transición de una iglesia que la predicación expositiva, preferiblemente consecutiva. A la par que la iglesia ama la Biblia, debe amar el púlpito. La predicación expositiva permite abordar temas que de otra manera serían difíciles de lidiar o por lo menos representan un reto para la congregación poder asimilarlos. Una vez cada texto va presentándose como parte de un todo, las personas empiezan a ser convencidas que lo que se está enseñando no son las nuevas ideas que el pastor ha estado merodeando, sino lo que el autor del texto realmente quiso transmitir. En una iglesia legalista, por ejemplo, enseñar consecutivamente la carta a los Gálatas es algo confrontante, pero quienes escuchen estarán seguros que eso es exactamente lo que el texto dice y no la intención del pastor o líder de querer cambiar las cosas. En otro ejemplo, imagina lo que puede significar para una iglesia que abusa de los dones o no entiende muy bien cómo deben ser usados en el culto, la enseñanza consecutiva de la primera carta a los Corintios, definitivamente será mucho más provechosos que si simplemente se llega un domingo, de la nada, a predicar un sermón titulado “¿continuismo o cesacionismo?”, cuando probablemente algunos jamás en sus vidas han escuchado esos términos. La predicación expositiva evita que trates temas y promueve que enseñes textos, lo cual es mucho mejor para efectos de llevar a la iglesia a ser más bíblica.

Trabajar en los cantos en la iglesia

Esto parece trivial, pero de ninguna manera lo es. Piensa por un momento, ¿qué sentido tiene enseñar a amar la Biblia, enseñar textos de manera fiel, si durante el culto, la gente canta canciones con letras que nada tienen que ver con las verdades bíblicas? La música y los cantos en la adoración corporativa es empleada para recordarnos las verdades y maravillas de Dios. Así fue empleada en el Antiguo Testamento, y adentrado el nuevo, Pablo dice claramente: La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales (Col 3:16) La idea en este pasaje es muy clara, la Palabra de Cristo debe estar en abundancia en nuestros cantos. Ellos deben recordarnos la fidelidad de Dios, pero sobre todo su obra gloriosa en la cruz del calvario. No estoy diciendo que es necesario ir y cambiar todo el repertorio de manera abrupta, pero sí ir trabajando con los encargados de los cantos, en la necesidad de ser escriturales en la adoración y de ser posible, introducir lecturas bíblicas antes de los cantos que lleven la mente de las personas a pensar en la verdad leída. Introducir himnos del pasado puede ser muy provechoso, estos son generalmente ricos en teología y elevan la vara, por así decirlo, en cuanto al resto de canciones que se cantan. El propósito de la música no es entretener a la iglesia. No cantamos lo que suena mejor de la más reciente producción, sino lo que es conforme a la verdad de Dios, que exalta su nombre y su obra gloriosa en la cruz del calvario.

No pierdas de vista el evangelio

Finalmente, y no por esto menos importante, todo lo que se haga, debe ser con el evangelio en nuestras mentes. Debemos procurar que la gente ame la biblia, porque su principal mensaje es la muerte del hijo en redención por nuestros pecados. Debemos procurar predicar expositiva y consecutivamente porque esto permitirá que Cristo sea visto en todas sus facetas Debemos cantar a Cristo en abundancia, de su obra de gracia, de cómo fue nuestro pecado perdonado y lavado. Esto no es una receta; por lo que no son todos los elementos que pudieran ser necesarios para lidiar desde el púlpito y el liderazgo con una iglesia que no es bíblica o saludable; pero creo que son elementos esenciales que pudieran ayudar a tener el para brisas limpio y despejado. Por demás, es también un recuento de la experiencia de quien escribe.

Jacobis Aldana

Jacobis Aldana es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011 y actualmente es pastor principal de Iglesia Bíblica Soberana Gracia en Santa Marta, Colombia, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.

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