La vida posee una serie de colores que, combinados todos juntos, forman una preciosa pintura. Tenemos tonos claros llenos de alegría y otros más oscuros que trazan el dolor y el sufrimiento. Una obra de arte se distingue al poseer un perfecto balance entre sombras y luces que convergen, lo mismo sucede con la vida. La imagen de un cuadro trasciende el papel para impactar nuestra mirada con figuras tan reales que parecen palpables. Pues bien, cuando el evangelio viene a nosotros ocurre exactamente lo mismo. El Maestro realiza Su obra magnifica trazando con Su pincel una combinación exquisita de colores, luces y sombras, realzando el poder de Su gracia en nuestras vidas llenas de divergencias. Mientras más profundas sean las experiencias de los seres humanos, tanto mayor oportunidad tiene el Pintor de marcar la diferencia con Su habilidad. Nadie queda exento de Su trabajo, pero podemos estorbarlo cuando nos negamos a rendirnos sin reservas ante Sus manos. La vida centrada en el evangelio es un libro modesto que pretende abarcar con humildad y sencillez aquellas gamas que colorean nuestras vidas. Centrar nuestras vidas en el evangelio tiene sus raíces en la existencia misma, pues somos criaturas creadas por el Creador con el fin de existir para Su gloria. Pero a causa de nuestro estado caído, podríamos decir que somos encaminados correctamente hacia este propósito recién cuando experimentamos el gran cambio: la regeneración y conversión. Cuando el Espíritu de Dios nos da vida nueva y corazones nuevos, cuando nos volvemos de los ídolos muertos al Dios vivo y verdadero, cuando el incrédulo confía en Jesucristo y el pecador abandona sus malos caminos para tomar sendas rectas, ahí comenzamos a estar alineados con nuestro Creador. En la Biblia vemos que Moisés dio una serie de normas a los israelitas, con ellas la Ley regulaba la vida del pueblo de Dios. Jesús hizo al similar en el sermón de la montaña, regulando la vida que los hijos del Reino llevaban sobre la tierra durante su peregrinaje. Bueno, de cierto modo, La vida centrada en el evangelio intenta hacer algo similar. El autor quiere mencionar aquellos aspectos básicos de la experiencia humana que la Palabra de Dios y el poder del evangelio deberían de transformar en los que profesamos ser hijos de Dios. El evangelio nos llama a vivir para Dios y para los demás. Implicará manifestar frutos de justicia, llevando un estilo de vida sobrenatural. Nos llama a salir de nuestra egolatría y ensimismamiento para involucrarnos con la comunidad de fe y las misiones. En el transcurso de nuestro paso hacia la eternidad tendremos que tomar decisiones, formar relaciones, entablar amistades, ampliar nuestras fronteras, administrar nuestras posesiones y enfrentar el sufrimiento más profundo. Entonces, tenemos que prepararnos intencionalmente para que todas estas cosas sean reguladas por la experiencia renovadora y vivificante que produce el evangelio en los corazones de aquellos que lo poseen. Experimentaremos estas cosas como cualquier otro ser humano sobre la tierra. Pero la tesis propone que no lo haremos del mismo modo que todas las personas sin Cristo. La presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas marcará toda la diferencia. Caminaremos delante de la presencia de Dios, con temor a Él y guiados por la Palabra de vida. Trazaremos un camino distinto al de los incrédulos, porque nos define una identidad diferente. Tenemos una esperanza perdurable, poseemos una fuerza divina dentro de nuestro pecho y avanzamos hacia una herencia eterna. Este libro será útil para quienes inicien en su caminar cristiano y deseen recibir directrices practicas sobre las cuestiones básicas que se presentan en la vida. También puede resultar provechoso en lecturas de grupo, dado que toda la serie está diseñada con preguntas y frases proposicionales que facilitan su estudio. Por último, puede ser un material de lectura amena para las personas que deseen recordar conceptos bíblicos desde una explicación más fresca.