Los “gigantes” de la Biblia, llamados también nefilim por la palabra original en hebreo, son mencionados por primera vez en Génesis 6:1-4:
Aconteció que cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la superficie de la tierra, y les nacieron hijas, los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron para sí mujeres de entre todas las que les gustaban. Entonces el Señor dijo: “Mi Espíritu no luchará para siempre con el hombre, porque ciertamente él es carne. Serán, pues, sus días 120 años”. Había gigantes [nefilim] en la tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y ellas les dieron hijos. Estos son los héroes de la antigüedad, hombres de renombre.
Unos dicen que los nefilim eran gigantes. Otros dicen que eran ángeles caídos que se casaron con seres humanos. En Números 13:32-33 son descritos como violentos y de gran tamaño en comparación con los israelitas, y en Ezequiel 32:27 son descritos como guerreros aterradores. Pero, al analizar toda la evidencia bíblica, ¿es posible definir de una forma clara a estos hombres de la antigüedad?
¿Los nefilim son humanos?
Algunas personas sostienen que estos nefilim pudieron ser extraterrestres que llegaron a la tierra poco después de que Dios creara todas las cosas. Increíblemente, esta postura ha tenido el respaldo de muchas personas a lo largo de los años. Con todo, es la perspectiva más fácil de descartar, pues no hay ninguna evidencia exegética que nos haga pensar que Génesis 6 nos habla de otra raza distinta a la humana.
Otra perspectiva común es que los nefilim fueron una raza híbrida entre ángeles y humanos, lo cual correspondería con las descripciones de guerreros violentos y de gran tamaño. Sin embargo, aun si “los hijos de Dios” fuera una referencia a ángeles caídos, Jesús dice en Marcos 12:25 que los ángeles no se reproducen y que ni siquiera tienen cuerpos. Por tanto, no parece probable que seres angelicales y mujeres humanas crearan una raza híbrida.
En resumen, los nefilim no son seres sobrenaturales de una raza alienígena o híbrida, sino simples humanos.
Nefilim: apóstatas hijos de pecado
La perspectiva que considero más fiel a la exégesis bíblica es que los nefilim son el producto del matrimonio entre la línea de Caín y la de Set.
Génesis 4 nos cuenta la historia de Caín y Abel. El asesino Caín, después de matar a su hermano, se aleja de Dios, construye orgullosamente su propia ciudad y tiene una larga lista de descendientes, reconocidos por sus contribuciones a la civilización. Luego, en el versículo 25, vemos a Set, hijo de Adán y reemplazo de Abel. En comparación con aquella larga genealogía de los hijos de Caín, la línea de Set es descrita, no por su grandeza, sino por su relación con Dios: “Por ese tiempo comenzaron los hombres a invocar el nombre del Señor” (Gn 4:26).
Desde Génesis 3 vemos una guerra entre la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer. De alguna manera, Caín representa a la serpiente, pues él intenta destruir la descendencia de Eva al matar a Abel. Pero es un intento fallido, pues en Set, el nuevo hijo de Adán, hay una nueva descendencia, que eventualmente lleva al nacimiento del Mesías.
Pero la serpiente hace otro intento por destruir la simiente. En Génesis 6 intenta corromper la línea mesiánica, atrayendo a “los hijos de Dios”, es decir, a los descendientes de Set, para que se casen con los descendientes de Caín. El resultado fue un grupo de apóstatas, como su antepasado Caín, que eran tiranos crueles y asesinos. Así, los nefilim son el resultado del intento que hizo la serpiente por evitar que la humanidad invocara el nombre del Señor.
¿Qué es la apostasía?
Ahora, para entender esta postura acerca de los nefilim, necesitamos preguntarnos: ¿qué es la apostasía? Apostasía significa abandonar la fe y rechazar el mensaje de Dios.
Desde el principio, vemos apostasía en Caín. Después de la caída, había necesidad de un sacrificio por el pecado. Por eso las ofrendas que Caín y Abel trajeron a Dios eran más que un tributo de agradecimiento: eran un sacrificio expiatorio, el cual no lleva al perdón sin un derramamiento de sangre. Caín, al ser granjero, trajo el fruto de la tierra: pepinos y calabacín, pero eso no agradó a Dios, pues básicamente le dijo: “No necesito ningún sacrificio expiatorio ni un sustituto por mis pecados”.
Pero Caín no se detuvo en traer un mal sacrificio, sino que asesinó a su hermano. Abel trajo el sacrificio requerido por Dios, el cual apuntaba al Cordero que quita el pecado del mundo. Aunque Dios le dio a Caín la oportunidad de arrepentirse, él se llenó de celos, asesinó a la persona que había traído un sacrificio agradable y se convirtió en el primer perseguidor del pueblo de Dios (Gn 4:6-9).
Así, hubo tres generaciones de apóstatas después de la muerte de Abel: Caín, la descendencia de Caín, y la mezcla con la línea de Set, es decir, los nefilim.
Las verdades que los nefilim nos recuerdan hoy
Pero ¿qué tiene que ver todo con el pueblo de Dios hoy? Bueno, las tres generaciones de apóstatas son muestra del evidente pecado que llenaba la tierra en esos días. Por eso lo que sigue al episodio de los nefilim es la historia de Noé y el diluvio. Ahora todo tiene sentido: Dios elimina a los apóstatas, dejando solo a Noé y su familia para continuar la descendencia de Set.
Por eso, el episodio de Nefilim nos recuerda, al menos, tres verdades para nosotros hoy. Primero, hay un peligro constante en el pueblo de Dios de caer en apostasía, particularmente el matrimonio entre creyentes y no creyentes, aún usado por Satanás para hacer caer al pueblo de Dios. Segundo, recordamos que Dios cumplió Su promesa de enviar al Mesías a salvar a la humanidad, a pesar de los fallidos intentos de Satanás por corromper la línea de Set. Tercero, que Dios protege a Su pueblo en todas las épocas, como también nos lo recuerda Jesús en Mateo 16:18 hablando de la iglesia: “…edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.
Este artículo fue adaptado de una respuesta dada en el Core Christianity Radio Show.