Es tan común en los círculos cristianos escuchar que Dios es infinito y que el ser humano es finito, lo que no es frecuente es meditar en lo que significa esta aseveración. Pensar en las implicaciones de este dicho, el cual es una realidad, se escapa de la conversación cristiana, lo que a la larga lleva a no conocer verdaderamente quien es Dios y quien es el ser humano; y en última instancia termina quitándole gloria al Creador para dársela a la criatura.
Infinito y finito
Que algo sea infinito significa que no tiene fin, pues bien, Dios es un ser infinito (Apocalipsis 1:8), todo cuanto Él es no termina nunca, el siempre ha sido y siempre será; por otro lado ser finito significa que algo tiene una conclusión, y esta es una forma precisa para definir a los seres humanos: nacemos y morimos. Entonces surge la pregunta ¿Hay forma en la que lo infinito y lo finito se comuniquen?, claro que existe, pero siendo que lo infinito trasciende lo finito, debe ser lo primero que busque a lo último (Juan 15:16), esto es lo que se llama: el evangelio A través de Jesucristo, el Dios infinito, ese Ser que sobrepasa tiempo y espacio decidió acercarse a unos seres limitados, incapaces por si mismos de llegar a tener comunión con lo más grande que existe.
Conocer lo infinito
Al saber que lo más glorioso que existe viene a buscar a una criatura limitada se plantea una inquietud ¿es posible conocer a ese Ser Infinito? La respuesta parece contradicción: si y no Hablando más claramente, no es posible que un ser finito conozca por completo a un ser infinito, para conocer a Dios por completo es necesario ser Dios mismo, y su palabra deja claro que solamente existe un Dios (Deuteronomio 6:4). Sin embargo, Dios sigue mostrando su amor, esta vez lo hace revelándose a su criatura en las formas que esta es capaz de conocerlo, lo hace a través de la creación misma (Romanos 1:20), de igual modo, el Señor se ha mostrado mediante los diversos atributos que Su Palabra muestra, por decir algunos de ellos: omnipotencia, omnipresencia, conocimiento total, Su grandeza, Su justicia, Su ira, Él es amor, etc. Además, a su elegidos se les revela mediante la gracia irresistible que llega a los corazones por el Espíritu Santo, llevándoles a Cristo para perdón de pecados y quitar la ira de Dios.
¡Qué maravilloso!
Sin duda alguna, saber que lo infinito, el Ser más Grande del universo, el único que ha existido, existe y existirá vino al encuentro de una criatura finita y pecadora es algo que no se puede comprender, sobretodo cuando se considera que la decisión de acercarse a la humanidad fue hecha desde antes de la creación del mundo, no habían sido puestos los fundamentos de lo que existe cuando la Trinidad determinó tomar este plan de acción. Las palabras se quedan cortas, y decir ¡qué maravilloso! Es lo único que se puede expresar. Descubriendo el amor de Dios
La eternidad
Pero hay otra implicación en la que pensar, ni siquiera en la vida venidera se podrá conocer a Dios por completo, pues como se dijo al inicio, conocerlo por completo significa ser Dios mismo. Por lo tanto, la eternidad no será suficiente para conocer en su totalidad a Dios, pero si será suficiente para deleitarse en Él para siempre. Y es que el fin máximo y primordial del ser humano debe ser glorificar a Dios y deleitarse en Él por la eternidad.
Para pensar
Después de maravillarte por ese amor que Dios ha mostrando al buscar una relación con seres incapaces de acercarse a Él por su propia capacidad, debe surgir agradecimiento y gozo, así como santa expectación para esa eternidad al cobijo de Su Gloria.