Esta es la parte final de una serie de cuatro artículos sobre la disciplina en la iglesia. ¿Qué es la restauración? Simplemente, es la iglesia que declara el perdón y reafirma la ciudadanía en el reino de Dios. Así es como Pablo la describe en 2 Corintios 2:6-8. Parece que la mayoría en la iglesia había votado para castigar a este individuo y ahora, Pablo pide que reafirmen su amor por él. El perdón es fundamental en el proceso de restauración (Jn. 20:23). Una vez que la restauración ha sido aceptada, debemos seguir adelante y celebrar el regreso de nuestro hijo pródigo.
Una vez que la persona ha sido perdonada, ¿debemos restaurarla a la membresía? Pero ¿cómo sabemos que una persona que ha sido excomulgada se arrepintió verdaderamente?
En algún nivel, debemos ver sus frutos. Había un hombre en Niddrie que había sido excomulgado de nuestra iglesia. Lo habíamos expulsado de la membresía y de la comunión y declarado públicamente a nuestra comunidad que, como iglesia local, no validábamos su afirmación de que era un cristiano. A pesar de eso, seguía viviendo en mi casa (que era preferible antes de que se quedara sin hogar) y asistía a los servicios dominicales. ¿Qué estaba pasando allí? Bueno, él aún se encontraba bajo disciplina eclesiástica. Él no podía ser miembro y no era bienvenido a comulgar. Él había expresado remordimiento y arrepentimiento; y por eso, lo llevamos a mi casa a modo de prueba hasta que viéramos alguna evidencia de frutos en su vida en conformidad con el arrepentimiento obrado por el Espíritu Santo. Él estaba en proceso de ser restaurado a la comunión, pero eso aún no ha sucedido. Todavía no estábamos preparados para declarar públicamente que su confesión de Cristo era real y genuina (tristemente, amaba las drogas más que a Jesús y ya no está con nosotros). A veces, sin embargo, la restauración es simple. Un hombre deja a su esposa por otra mujer y después, se reconcilia. A veces es complicado, como en el caso de adicciones o la gente con problemas de salud mental.
¿Qué pasa si un miembro excomulgado de otra iglesia viene a nosotros? ¿Cómo debemos tratarlo?
¿Debemos recibir a las personas que han sido expulsadas de otras iglesias? Pueden venir y adorar en nuestra iglesia, siempre y cuando no causen divisiones; pero no pueden ser parte de nuestra membresía mientras aún haya problemas con otras congregaciones. Aquí hay algunas situaciones LOS ADÚLTEROS Joe es un diácono en la iglesia y ha compartido con algunos de los hombres sus dudas acerca de la fe. Resulta que su esposa ha compartido con una de las mujeres que Joe cometió adulterio. Él lo ha hecho más de una vez. Los ancianos se han reunido con él para decirle que deje de hacerlo, pero a él no le interesa. Él planea dejar a su esposa. Bob es un antiguo miembro de la iglesia que ha confesado que ha pasado una noche inapropiada con una mujer de su trabajo. Habían estado bebiendo después de trabajar y una cosa llevó a la otra. Se siente horrible por ello. ¿Se debería excomulgar a Joe y a Bob? Si es así, ¿con cuánta rapidez se debe hacer? Y si no, ¿por qué no? En estas situaciones, la clave es evaluar el nivel de arrepentimiento. Este siempre es el primer paso. ¿Cómo responden a la exhortación por el pecado? ¿Han mostrado lo que Pablo llama en 2 Corintios 7:11 la tristeza que es según Dios? ¿Un deseo de no pecar más? ¿O solo se trata de excusas, pretextos y rodeos? EL ADICTO A LAS DROGAS Jill era adicta al bingo en línea y ella pasaba más y más tiempo en Internet y en un salón de juegos. Tenía aplicaciones en el teléfono y participaba en un montón de foros y chats de juegos de azar. Cuando se convirtió a Cristo, ella dejó todo, pero últimamente, ella ha vuelto a los antiguos patrones de vida. Algunos en la iglesia sabían que lo hacía, pero a nadie parecía molestarle. Nadie la exhortaba seriamente, así que ella no se sentía tan mal por eso. Entonces un día tomando café, una mujer mayor de la iglesia la exhortó por su comportamiento y ella se enojó muchísimo. ¿Quién se creía que era esta mujer? De todos modos, no era algo tan malo. Tenía una compañera al final de la calle que era peor que ella. Ahora bien, ¡ella era una adicta! Pero en el fondo, ella sabía que esta mujer tenía razón y estuvo de acuerdo en rendirle cuentas en algunas cosas. Al principio, trabajó muchísimo e intentó portarse bien, pero se estaba metiendo en deudas. Estaba atrapada en un ciclo de juegos de azar, sintiéndose mal, dejando de hacerlo y volviendo a empezar. ¿Debe la iglesia imponer la disciplina eclesiástica a Jill? Si es así, ¿por qué y cómo? ¿Qué pecado está cometiendo? Ciertamente una mayordomía pobre, y su pecado afecta a otros si ella continuamente les pide dinero prestado para pagar sus deudas. Parece que se ha vuelto un ídolo en su vida y eso hace que ella no dé generosamente a la obra del evangelio en su iglesia. Ella es una persona que está definitivamente bajo el control de su deseo de jugar. ¿Eso es suficiente para excomulgarla? Esta parecería ser de las que llegan a ebullición a fuego lento considerando la historia antes de Cristo. Ciertamente, ella se está comportando como la persona de Prov. 26:11: como un perro que vuelve a su vómito. En algún punto del proceso, sería bueno hacer público el pecado solamente para que la gente deje de prestarle dinero, para que ore por ella y la exhorte por su comportamiento. EL QUE NO ES MIEMBRO PERO ES DIVISIVO Lucy comienza a asistir a la iglesia y parece muy simpática al principio. Ella disfruta la comunión con los demás y decide hacer de la iglesia su hogar. Pero muy pronto, sin embargo, comienza a reunirse con algunos miembros inmaduros y a chismear con ellos; y les aconseja escuchar y leer literatura cristiana inútil de falsos predicadores conocidos. Cuando se la exhorta por ello, ella se pone agresiva y acusa a la iglesia de ser opresiva. Comienza a esparcir chismes y mentiras de los líderes de la iglesia y a tener una mala influencia en los nuevos creyentes. Al mismo tiempo, solicita ser un miembro de la iglesia, pero los ancianos, nuevamente, expresan su preocupación por su comportamiento. Ella comienza a decirle a quien la escuche que la iglesia la está persiguiendo. Ella no escucha para razonar. ¿Cómo debe reaccionar la iglesia con una persona así? Debemos guardarnos de los lobos en la iglesia. Le advierto a cada nuevo creyente que viene a nuestra iglesia que no todos los que dicen ser seguidores de Cristo lo son, así que tienen que tener cuidado a quién escuchan. Aquí se aplica Hechos 20:28-31. Aunque esta persona no sea un miembro de la iglesia, es probable que queramos que la membresía sepa que ella es un lobo entre nosotros. Le pediríamos que la traten como a una incrédula y que no presten atención a lo que diga. No podemos ejercer la disciplina eclesiástica a alguien que no es miembro y por consiguiente, este es el grado de nuestra autoridad. EL MIEMBRO DE LA FAMILIA Les ha sido cristiano durante aproximadamente dos años y su esposa ha estado en la iglesia un poco más. Tristemente, ella ha sido excomulgada por los juegos de azar y el chisme en la iglesia. Les estuvo de acuerdo con la decisión de la iglesia. Pero ahora, él ha descubierto 1 Corintios 5:11 que dice que ni siquiera debemos comer con tales personas y no sabe qué hacer. Al fin de cuentas, ella es su esposa. ¿Cómo debe tratarle a su esposa en este caso? Le tiene que amar a su esposa según 1 Corintios 7 y Efesios 5. No importa si ella ha sido disciplinada o no. Él tiene que amar y honrar a su esposa. Pero él tiene que tratarla como a una incrédula y procurar ganarla para Cristo con su amor y testimonio. Ninguno de estos problemas es sencillo y no hay respuestas rápidas. Debemos orar por sabiduría y siempre debemos tratar con la gente en un espíritu de reconciliación. Sin embargo, a veces eso no es posible y en estos casos, debemos actuar decididamente. Debemos orar por sabiduría para todos estos asuntos. Finalmente, hermanos, regocijaos, sed perfectos, confortaos, sed de un mismo sentir, vivid en paz; y el Dios de amor y paz será con vosotros (2 Co. 13:11). Artículo original de 20Schemes | Traducido por Natalia Armando