Nota del Editor: La siguiente serie de tres artículos tratan sobre 1) ¿Qué es el evangelio?, 2) Predicando a muertos y 3) Cambio de dirección. Recomendamos al lector buscar las referencias bíblicas para un mayor provecho del tema.
¿Qué es el evangelio?
Tal parece que no son pocas las personas en iglesias evangélicas que están confundidas en cuanto a lo que es el evangelio y su poder para salvar. La situación es evidente cuando vemos maestras de Escuela Dominical diciendo a los niños que ya son salvos porque invitaron a Jesús a entrar a su corazón. También cuando vemos creyentes asegurando a personas que son salvas simplemente porque pasaron al frente, levantaron la mano o repitieron una oración en una campaña evangelística u otra actividad eclesiástica. Decimos a los que acaban de hacer una profesión por Jesús que apunten en su Biblia la fecha de su decisión para que cuando duden sobre su salvación recobren su certidumbre recordando que aceptaron a Jesús en aquella ocasión. Si las dudas continúan les aseguramos que es obra de Satanás, a quien deben reprender, y les animamos a que repitan Juan 3:16 y se declaren hijos de Dios. La situación empeora cuando consideramos la gran cantidad de personas que, habiendo tomado una decisión por Cristo, se echan para atrás, alejándose de la decisión que una vez tomaron y volviendo a la vida vieja, a la cual se supone habían renunciado. En vez de poner en duda la salvación de tales personas, como manda la Escritura (2 Co. 13:5), y como si hubiera apoyo bíblico para hablar de cristianos que no aman a Dios (1 Co. 16:22; Stg. 2:5; 1 Pe. 2:7), les llamamos “cristianos apartados” o les decimos: “eres cristiano, pero te falta el próximo paso”. Para evitar ser mal entendido debo aclarar que no todas las falsas profesiones son responsabilidad del mensajero. En la parábola del sembrador se nos ilustra la falsa profesión, no porque había un problema con la semilla (la Palabra de Dios, Lc. 8:11), sino debido al terreno donde cayó (Mt. 13:5-6, 20-21). Sin embargo, cuando se predica un evangelio diluido el resultado inevitable será una proliferación de falsos creyentes. Ante este cuadro que estamos viviendo es necesario que entendamos qué es el evangelio y cómo presentarlo correctamente.
El evangelio según 1 Corintios 15:3-4
La palabra evangelio significa buenas noticias. Son las buenas noticias de lo que Dios hizo para salvar al hombre del pecado y sus consecuencias. El dicho “predica el evangelio y si es necesario usa palabras”, atribuido comúnmente a Francisco de Asís, no tiene base bíblica. Es imposible predicar el evangelio sin usar palabras. Si bien es cierto que las personas pueden notar el poder transformador del evangelio en nuestras vidas, es igualmente cierto que no podrán saber cuáles son las buenas noticias a menos que se las anunciemos (1 Pe. 1:25). En 1 Corintios 15:3-4 el apóstol Pablo enseña cuáles son las dos verdades fundamentales que componen el evangelio. En primer lugar, Cristo (Dios encarnado, Jn. 1:1, 14) murió por nuestros pecados. Para que el pecador sea salvo es necesario que entienda que Cristo, quien vivió una vida de perfecta obediencia al Padre, en la cruz murió una muerte vicaria o sustitutiva. No murió para pagar por sus pecados (Él nunca pecó, He. 4:14-15; 1 Pe. 2:22). Murió por nosotros o en nuestro lugar. Nuestros pecados fueron puestos sobre Él y Él sufrió en la cruz la ira de Dios que nosotros merecemos (Is. 53:4-6; 2 Co. 5:21; 1 Pe. 2:24). En segundo lugar, Cristo resucitó. No se quedó en la tumba, sino que está vivo. El Padre lo resucitó como testimonio de que Su sacrificio en la cruz por los pecados del mundo fue aceptado por Él (Hch. 2:32, 3:26).
Malas Noticias
El evangelio entonces son las buenas noticias de salvación: Cristo murió por nuestros pecados y resucitó. Sin embargo, para que las buenas noticias hagan sentido es necesario darle al pecador las malas noticias: el hombre es pecador (Ro. 3:9-18) y está bajo condenación, a riesgo de ir a tormento eterno (Jn. 3:36). Si necesitamos sanidad es porque estamos enfermos. Y la enfermedad espiritual del pecador no es leve sino mortal. El pecador debe entender que el pecado le mantiene alejado de Dios y que él no puede hacer nada por sí mismo para remediar este grave problema. Ningún médico comienza hablando a su paciente del remedio que necesita sin primero dar el diagnóstico. Tampoco trata una enfermedad fatal como si fuera un resfriado. Si no tomamos tiempo para anunciar al pecador las malas noticias de su grave situación espiritual, el evangelio no le hará sentido. En la segunda parte de esta serie consideraremos cuál es la demanda del evangelio para el pecador, analizaremos la importancia de que el pecador considere el costo de seguir a Jesús y veremos errores comunes en mucha de la evangelización moderna.