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A veces, tímidamente los predicadores se alejan de predicar expositivamente a través de libros de la Biblia porque entienden que esa predicación es buena para enseñar teología a los cristianos maduros, pero es mala para ayudar a los no creyentes a entender el evangelio. Esta preocupación crece cuando los pastores contemplan predicar de libros del Antiguo Testamento. ¿Cómo podría un estudio de la vida de Abraham o de una serie sobre Hageo hacer el evangelio claro, domingo tras domingo? ¿Están llamados a simplemente incluir un segmento evangelístico en el final del sermón? «Para nuestros amigos no creyentes hoy aquí, me gustaría finalizar este mensaje sobre la circuncisión de Abraham hablando de cómo puedes recibir el don gratuito de la vida eterna». Para luego concluir con un llamado al altar. Hay otra forma más armónica de anunciar el evangelio fielmente domingo tras domingo, incluso en el Antiguo Testamento. Es mediante el empleo de la teología bíblica.
LA GRAN HISTORIA
¿Qué es la teología bíblica? Podríamos definirla como el estudio de toda la historia de la Biblia. Juntos, los 66 libros de la Biblia exponen una sola descripción de la misión de Dios para salvar a un pueblo y establecer un reino para su gloria a través de la muerte y resurrección de Jesucristo. El Antiguo Testamento establece el escenario que nos conduce a Jesús. Los evangelios revelan su persona y su obra. El resto del Nuevo Testamento desarrolla las implicaciones de la muerte y resurrección de Jesucristo, todo el camino hasta que Dios completa su misión. Cuanto más comprendamos esta narrativa, más podremos ver cómo el texto que vamos a predicar se relaciona al evangelio. La predicación de un pasaje de las Escrituras con la conciencia de teología bíblica es como tener «sentido de armador» en el baloncesto. Los buenos jugadores de baloncesto no sólo se centran en rebotar el balón hacia el aro. Son conscientes de la ubicación de sus compañeros de equipo y de los defensas del equipo contrincante, así como el desarrollo del juego. Del mismo modo, la buena exposición no sólo proporciona un comentario sobre los versos inmediatos. También tiene un sentido de lo que hay antes y después del texto, y cómo se relaciona con la progresión general de la gran historia de Dios.
TEOLOGÍA BÍBLICA EN ACCIÓN
Veamos algunas estrategias de la teología bíblica que pueden utilizar para relacionar un pasaje en particular a la historia principal de la Biblia, la historia del evangelio. Usted podría pensar en estas estrategias como posibles caminos que nos lleven de nuestro texto al evangelio, como rutas opcionales en una aplicación de mapas en un teléfono inteligente a partir de su ubicación actual al destino deseado.
1. Promesa y cumplimiento
Comenzamos con la más simple y directa ruta al evangelio. En promesa y cumplimiento, el texto que estamos estudiando contiene una profecía o promesa que se cumple explícitamente en algunos aspectos del evangelio. Promesa y cumplimiento es la más accesible de las estrategias de teología bíblica: fácil de ver y entender. Así que si estás predicando la profecía de Miqueas sobre un gobernante de Belén (Mi. 5:2), podrás invitar a la congregación a Mateo 2:6 para ver de qué manera se cumple en el nacimiento de Jesús. O si decides exponer la vida de Abraham, en algún momento conectarás las promesas de Dios para bendecir la descendencia de Abraham o su «simiente» (Gn. 12:7; 13:15; 17:8; 24:7) con su cumplimiento en Cristo Jesús (Gá. 3:16). Además de darnos maneras obvias de llegar al evangelio, la promesa y cumplimiento nos muestra también que los escritores del Nuevo Testamento interpretaron el Antiguo Testamento a la luz del evangelio. Cuanto más aprendemos a leer la Biblia con los lentes interpretativos de los apóstoles, mejor llegaremos al evangelio desde otros textos, incluso aquellos sin un explícito cumplimiento en Cristo Jesús.
2. Tipología
La tipología es como promesa y cumplimiento, pero en lugar de que se esté cumpliendo una profecía escrita en Jesús, podemos ver los eventos, instituciones o personas que prefiguran a Jesús y el evangelio. Se puede pensar en una tipología como profecía no escrita. El templo de Jerusalén, por ejemplo. El templo desempeñó un papel central en el Antiguo Testamento como el lugar de salvación de Dios y presencia regente entre su pueblo. Pero en última instancia señalaba a Jesús. Jesús sorprendió a la multitud cuando estaba en el templo y dijo: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré» (Jn. 2:19). Pensaban que significaba la construcción literal, «mas él hablaba del templo de su cuerpo» (v. 21). Al igual que el templo, Jesús era, y es, la presencia física de Dios entre su pueblo para guardarlo y regir sobre él. Por eso los apóstoles reiteradamente identifican a la iglesia, aquellos que están en Cristo, como el templo del Espíritu (p. ej., 1 Co. 3:16; Ef. 2:19; 1 P. 2:5). A la luz de esto, digamos que usted está exponiendo el Salmo 122, que comunica la alegría de ir al templo de Dios en Jerusalén: «Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos» (v. 1). Puede emplear la tipología del templo para ayudar a la gente, incluso inconversos, a ver la mayor alegría de ir a Jesús por la fe. El Nuevo Testamento está lleno de estos tipos de Jesús y de su obra. Los apóstoles vieron a Jesús como el último Adán, el verdadero cordero de la Pascua, el nuevo Moisés, el sacrificio de la expiación de una vez por todas, el sumo sacerdote, el rey ungido (Mesías) del linaje de David, el verdadero Israel, y mucho más. Estos viajes pueden fielmente llevarte de muchos lugares de las Escrituras a Jesús y su obra de salvación.
3. Temas
Estoy usando la palabra «temas» para describir las imágenes o motivos recurrentes en la historia bíblica que no apuntan directamente a Jesús como lo hace la tipología. Sin embargo, estos temas o motivos están integralmente relacionados con el evangelio y nos pueden ayudar a ceñir nuestro texto en el desenvolvimiento de la historia bíblica. Un clásico tema bíblico es la creación. La Biblia comienza con la frase «en el principio creó Dios los cielos y la tierra». Dios puso orden en el caos, creó a Adán y Eva a su imagen y les ordenó que sojuzgaran sobre la creación y la llenaran de su descendencia, todo para la gloria de Dios. Trágicamente, Adán y Eva fallaron en su vocación y se rebelaron en contra de Dios. Pero Dios tenía un plan para redimir a su creación. En todo el Antiguo Testamento vemos repetirse la imagen de la creación, eventos en los que el Dios de gracia comienza de nuevo con su pueblo, y el nuevo comienzo se describe con imágenes y lenguaje de la creación. Estos incluyen un reinicio con Noé y su familia después del diluvio, el éxodo de Israel de Egipto y la entrada a la tierra prometida, la creación de un reino edénico con Salomón, e incluso los israelitas que regresan de la cautividad Babilónica. Sin embargo, en cada una de estas instancias el reinicio ha fallado. La humanidad se rebeló. Adán se ensucia una y otra vez. ¿Alguno de estos reinicios adámicos funcionará? Sí. El último Adán, Jesucristo, ha cumplido la voluntad del Padre. La resurrección de Jesús y la salvación de su pueblo iniciaron la verdadera nueva creación. Y sigue creciendo hoy en día. Jesús envió a personas salvas a sojuzgar la tierra y llenarla de hijos e hijas de Dios a través del mensaje del evangelio. Y algún día este trabajo culminará en un cielo nuevo y tierra nueva, una creación más grande y más gloriosa que la original. ¿Puedes ver cómo trazando el tema o la imagen de la creación se proporciona un marco para movernos naturalmente desde muchos de los textos de los principales punto de inflexión a la nueva creación, a la muerte y la resurrección de Jesús? Hay muchas otras temáticas que tejen las líneas en la historia bíblica, como los pactos, el éxodo, el día del Señor y el reino de Dios.
4. Enseñanza ética
Pero, ¿qué pasa si estás tratando de predicar a través de los Proverbios o los Diez Mandamientos? ¿Qué tal si pretendes algo realmente loco como intentar hacer evangelismo expositivo desde el libro de Levítico? Parece que esos tipos de pasajes son mejores para la enseñanza de los «puedes» y «no puedes» de una vida cristiana madura en lugar de mostrar a los inconversos lo que Jesús ha hecho para que puedan convertirse en cristianos. Una vez más, la teología bíblica nos da un mapa de la ley al evangelio. Podemos leer determinados mandamientos morales dentro de la corriente de la historia de la Biblia en por lo menos tres formas. En primer lugar, las leyes y la ética de la Biblia nos llevan a Jesús mostrando nuestro pecado y la necesidad de un Salvador. Como se ha dicho muchas veces, los mandamientos de Dios actúan como un espejo para enfrentarnos a nuestra deformidad moral. Al leer la crónica del colapso moral en la historia de Israel, vemos la historia de toda la humanidad, y nuestra propia historia. «Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado» (Ro. 3:20). En segundo lugar, la moral de la Biblia nos señala a Jesús como aquel que la cumplió perfectamente. Él no vino a destruir la ley de Dios, sino a cumplirla en todos los aspectos (Mt. 5:17). Todos los demás hijos de Dios (Adán, Israel, los reyes Israel) fueron pródigos; Jesús es el único que obedeció al Padre. Y, por lo tanto, los mandamientos éticos de la Biblia en última instancia revelan el carácter de Jesús. En tercer lugar, a través de la confianza en el poder de la resurrección de Jesús y de su Espíritu en nosotros, ahora podemos mantener las leyes de Dios como hijos e hijas obedientes. Jesús nos libró del poder del pecado «para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu» (Ro. 8:4). Así que imagina que estás predicando Proverbios 11:17: «A su alma hace bien el hombre misericordioso; mas el cruel se atormenta a sí mismo». Siguiendo los contornos de la teología bíblica no te limitarás a dar un mensaje de cómo ser más amable en 30 minutos. También puedes mostrar cómo fallamos en ser bondadosos y cómo destacamos la crueldad de forma sutil. Llevarás a la gente a Jesús, la personificación de la bondad, especialmente al dar su vida por los pecadores. Y por último, vas a conectar esta clase gracia de Jesús a nosotros mismos como el combustible para nuestra propia transformación a través del Espíritu Santo.
5. Solución al rompecabezas
Cuando comenzamos a sentir el flujo de la teología bíblica, veremos también cómo el evangelio a menudo resuelve los rompecabezas del Antiguo Testamento. ¿Cómo puede Dios cumplir sus promesas a David una vez Judá es llevada al exilio y no había rey en Jerusalén? Si los sacrificios en el templo quitan el pecado, entonces ¿por qué Dios juzgó a Israel? El Antiguo Testamento habla a menudo de las bendiciones de Dios sobre el justo y el juicio de los impíos. Por lo tanto, ¿por qué vemos lo contrario? Se podría decir más, pero por ahora basta con decir que cuando se encuentre con un acertijo bíblico, considere cómo el evangelio de Jesús podría resolver el misterio. Como una gran aventura, el Antiguo Testamento establece las tensiones en el drama que el héroe, Jesús, resuelve.
«Usted está aquí»
Cuando usamos la teología bíblica para practicar este tipo de exposición del evangelio, ocurre algo apasionante para los incrédulos. No sólo son confrontados con su pecado, presentados a Jesús y llamados al arrepentimiento y a la fe semana tras semana. También comienzan a encontrarse en el desarrollo histórico de la obra de Dios. El evangelio no es sólo una metáfora o idea que somos libres de utilizar o desechar si «funciona para ellos». En lugar de ello, la historia de Jesús es una fuerza histórica anclada en el pasado, que continúa en el presente y domina la eternidad. El Dios que actúa en el mundo bíblico está actuando en el mundo actual, porque es el mismo mundo, la misma historia, el mismo argumento.