El abandono de Dios: una mirada profunda a las palabras de Jesús en la cruz

El grito de abandono de Jesús no expresa ignorancia, sino la angustia de cargar con el pecado y cumplir las Escrituras.
Foto: VaE

PRESENTADOR

Bienvenido de nuevo al pódcast John Piper responde. Una oyente del pódcast, Bridgette, escribe para decir: “Pastor John, amo profundamente al Señor y mi fe sigue creciendo, pero siempre he tenido dificultades con Mateo 27:45–46. ¿Por qué Jesús clamaría al Padre: ‘¿Por qué me has abandonado?’, cuando Él sabía la respuesta? ¡Fue precisamente por esta razón que Jesús vino, para ser desamparado en nuestro lugar! ¿Podría darme una perspectiva sobre esto, para que este obstáculo en mi fe pueda ser eliminado?”.

JOHN PIPER

Salmo 22

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Estas palabras aterradoras aparecen en dos Evangelios: Mateo 27:46 y Marcos 15:34, mientras Jesús está colgado en la cruz cerca de la muerte.

Dice: “Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo…”. Asombroso. ¿Cómo tenía fuerzas para hacerlo con voz fuerte? Él dice en arameo: “Elí, Elí, ¿lema sabactani?”, y luego Mateo nos explica: “Esto es: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’” (Mt 27:46).

Ahora, un hecho muy importante para recordar es que estas palabras son exactamente las primeras palabras del Salmo 22. Y eso es importante porque Jesús parece haber sabido que todo el salmo, de una forma u otra, se refería a Él.

Al menos otras tres partes de este salmo se citan en la historia de Su muerte. Así que tienes los versículos 1-2. Esto es lo que dice el salmo: 

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?
Dios mío, de día clamo y no respondes;
Y de noche, ¿pero no hay para mí reposo?

Y en el versículo 7: 

Todos los que me ven, de mí se burlan;
Hacen muecas con los labios, menean la cabeza. 

Esas son palabras exactas. Mateo 27:39 nos dice: “Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza”, para mostrar que este salmo se está representando en la muerte de Jesús.

En el versículo 16 del salmo leemos: “Me horadaron las manos y los pies”, y en el versículo 18: 

Se reparten entre sí mis vestidos,
Y sobre mi ropa echan suertes.

Así que las palabras, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” son parte de este salmo que contiene, por así decirlo, un guion para las últimas horas de Jesús. Ahora, ¿por qué lo dijo? Bridgette quiere saber por qué. ¿Por qué lo dijo? Y aquí hay una respuesta en tres partes.

Verdaderamente abandonado

Primero, esto fue un desamparo real. Esa es la razón. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, significa que realmente lo fue. Realmente lo fue. Él está cargando con nuestro pecado. Él llevó nuestro juicio.

El juicio fue que Dios el Padre derramara Su ira, y en lugar de derramarla sobre nosotros, la derrama sobre Él. Eso necesariamente implica una clase de abandono. Eso es lo que significa la ira. Lo entregó para que sufriera el peso de todos los pecados de todo Su pueblo y el juicio por esos pecados.

No podemos empezar a comprender todo lo que esto significaría entre el Padre y el Hijo. Ser desamparado por Dios es el clamor de los condenados, y Él fue condenado por nosotros. Así que usó estas palabras porque hubo un desamparo real. Esa es la primera razón.

El clamor

En segundo lugar, el por qué, me parece a mí, no es una pregunta que busca una respuesta, sino una forma de expresar los horrores del abandono. Tengo un par de razones para pensar esto.

Jesús sabía de antemano lo que estaba haciendo y lo que le sucedería y por qué lo estaba haciendo. Su Padre lo había enviado para esto, para este preciso momento. Y Él había aceptado venir, sabiendo todo lo que sucedería.

Escucha estas palabras: “Jesús, sabiendo todo lo que le iba a sobrevenir, salió y les dijo: ‘¿A quién buscan?’” (Jn 18:4). Él se entregó. Así que Él sabía. Sabía lo que venía. Lo sabía todo.

Otra razón es que el momento fue uno de agonía, no de curiosidad teológica. El momento fue uno de agonía.

Tercero, el hecho de que no esté haciendo tanto una pregunta como expresando un horror se debe, al parecer, a que Sus palabras son un reflejo de Su inmersión en el Salmo 22. Son una cita directa. Pero cuando estás colgado en la cruz no dices: “Oh, creo que voy a citar una Escritura aquí”.

O está dentro de ti como la misma esencia de tu llamado mesiánico, o no lo está. Y si está dentro de ti, entonces lo expresas en el peor momento de tu vida con la cita de tu Padre escrita en el Salmo 22. Eso parece estar en el centro de lo que está ocurriendo.

El Salmo 22:22-24 dice así:

Hablaré de Tu nombre a mis hermanos;
En medio de la congregación Te alabaré.
Los que temen al Señor, alábenlo;
Descendencia toda de Jacob, glorifíquenlo,
Témanlo, descendencia toda de Israel.
Porque Él no ha despreciado ni aborrecido la aflicción del angustiado,
Ni le ha escondido Su rostro;
Sino que cuando clamó al Señor, lo escuchó.

En otras palabras, este salmo termina con una nota de triunfo. Jesús no está curioso, preguntándose cómo va a terminar esto. Tenía incrustado en Su alma tanto los horrores del momento del abandono como también tenía incrustado en Su alma “el gozo puesto delante de Él”. “Tengo una promesa”, podría pensar, “y Dios no me despreciará al final. Me recibirá de nuevo”.

Así que en algún nivel Él sabe que no es un clamor final ni un clamor definitivo. Él soportó la cruz por el gozo puesto delante de Él y el “¿por qué?” no es una solicitud de una respuesta teológica. Es un clamor real de desolación espiritual con palabras que le eran naturales porque toda Su vida fue escrita por Dios.

Según el plan

Y creo que la última razón que deberíamos decir es que este salmo era Su vida. Lanzar un grito de agonía con estas palabras del salmo demuestra que, por horrible que fuera, todo estaba saliendo según lo planeado.

Todo era el cumplimiento de la Escritura; incluso lo peor era el cumplimiento de la Escritura. Ese momento probablemente fue el peor momento en la historia del mundo, y fue cumplimiento de la Escritura.

Así que dijo estas palabras:

  1. Hubo un desamparo real por causa nuestra.
  2. Estaba expresando desolación, no pidiendo una respuesta.
  3. Estaba, de manera asombrosa, cumpliendo la Escritura en medio del horror de todo ello y dando testimonio de la perfección del plan de salvación.

Este artículo se publicó originalmente en Desiring God.

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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