Cuando recién empezaba a ministrar en mi actual iglesia, recuerdo que un pequeño niño le dijo a mi esposa, “¡Qué divertido ser como el pastor, solo tiene que trabajar los domingos!”. En el momento me causó gracia, pero me hizo pensar si la iglesia en sí conoce cuáles son las actividades de un anciano en una iglesia local. Aquí comparto cinco funciones de un pastor, semana tras semana. Las he llamado “las cinco p del pastor”.
Predica
Bueno, ¡el niño tenía razón en un sentido! El trabajo visible de un anciano debe centrarse en lo más importante: la predicación de la Palabra cada domingo. Sin predicación no hay vida, y sin vida no hay iglesia, y sin iglesia no hay pastor. Fundamentalmente, un pastor es alguien que “es apto para enseñar” (1 Ti. 3:2) y que “predica la Palabra” (2 Ti. 4:2). Eso es verdad para pastores nuevos y pastores experimentados. Nunca nos cansamos de predicar y mejorar en nuestra predicación porque es lo que da vida a la iglesia. Spurgeon, en el apogeo de su ministerio, dijo “todavía estoy aprendiendo a predicar”. Muéstrame a grandes pastores de la historia de la iglesia y te mostraré a pastores que predicaban la Palabra con fidelidad. Mateo Henry, Juan Calvino, Jeremías Burroughs, Martyn Lloyd-Jones eran pastores cuya función principal en su iglesia local era predicar. Pablo advirtió a Timoteo que la predicación es necesaria hay personas que “teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos; y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos” (2 Ti. 4:3-4). Ya hay suficientes doctores en mitología en la iglesia de hoy, no necesitamos más. Necesitamos pastores predicadores.
Pastorea
Etimológicamente, un pastor es alguien que cuida a las ovejas. Es interesante que la metáfora terrenal que tenemos para esta gloriosa tarea es una de un pastorcillo de ovejas. Al Señor pareciera gustarle preparar a sus siervos usando esta metáfora. Lo hizo con Moisés por cuarenta años, luego con David durante su juventud y lo hace con todo aquel que entra al ministerio. El Señor no nos ha llamado a ser vaqueros que van detrás del rebaño dando latigazos. No, el Buen Pastor nos llama a ser pastores que vayan delante de las ovejas, mostrando el camino, orando por ellas, alimentándolas, aconsejándolas y sirviéndolas hasta poder entregarlas santas cuando el Señor nos llame. Pastor, ¿amas al Buen Pastor? Entonces, apacienta sus ovejas (Jn. 21:17). La forma en que un anciano pastorea a sus ovejas es directamente proporcional a su amor por el Señor.
Protege
Escuché a un amigo pastor decir que nuestra tarea como ancianos es “ahuyentar a los lobos, pastorear a las ovejas e ignorar a las cabras”. ¡Gran verdad! Parte de nuestra tarea todos los días es no solo pastorear a las ovejas, sino ahuyentar a los lobos teológicos que andan en el rebaño. Cazar a un lobo requiere mucha diligencia, puesto que tienen “apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (2 Ti. 3:5). Este texto parece indicarnos que el tiempo revela si lo que se ve es real o es solo una fachada. Algo debe estar mal cuando una oveja, en vez de balar, aúlla. “A estos evita” (2 Ti. 3:5). A veces también es tarea del pastor ignorar a las cabras. Las cabras son aquellos asistentes a la iglesia que consumen demasiado tiempo del pastor, pero no quieren comprometerse con la iglesia. Quieren los beneficios de una oveja, pero sin estar en el rebaño. A las cabras les gusta estar aisladas, en el monte. No les gusta ser guiadas, ni apacentadas, pero cuando se atoran entre los matorrales, piden auxilio. Los ancianos no somos llamados a pastorear a todo el mundo, sino a la iglesia local en la que Dios nos ha puesto. Dediquemos la mayoría de nuestro tiempo a cuidar de esas ovejas por las que daremos cuentas. Aquellas que han hecho pacto con nosotros a someterse a nuestro liderazgo. Si queremos ser buenos pastores, entonces, ahuyentemos a los lobos e ignoremos a las cabras.
Prepara
Mark Dever suele decir que su tarea como pastor es “preparar a la iglesia para el pastor que vendrá después” de él. Lo que quiere decir es que a veces los ministros idolatramos más el ministerio que a Jesús. Sabes que un pastor no ha hecho un buen trabajo cuando este muere o se va y la iglesia se cae en pedazos o no sabe qué hacer. Un pastor visionario debe dejar lista a la iglesia para cuando él falte. Podríamos decir que, en cierto sentido, un buen pastor es aquel que cuando se ha ido, nadie se da cuenta. Pablo le instruyó a Timoteo a buscar “hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Ti. 2:2). Se cuenta que cuando Martyn Lloyd-Jones dejó de pastorear en Westminster debido a su salud, le preguntaron si se lamentaba de no poder hacerlo más, a lo que el Dr. respondió: “Por supuesto que no, no vivo para ser predicador, vivo para Cristo”. Lloyd-Jones entendía que el ministerio pastoral es solo temporal y debemos preparar a otros para seguir con la tarea.
Promueve la santidad
Un hombre puede ser un gran predicador, un buen consejero y un erudito bíblico, pero si no vive en santidad, no está calificado para ser pastor. Cuando la Biblia habla de un pastor, no se enfoca en sus habilidades, sino en su carácter. De las dieciséis cualidades de un pastor en 1 Timoteo 3:1-7 solo una de ellas habla sobre su competencia (“apto para enseñar”). Todas las demás cualidades se centran en el carácter del ministro, de las cuales “irreprochable” es la suma de ellas. Un anciano debe vivir de tal forma que cuando vengan acusaciones (y vendrán), estas se resbalen por su buen nombre delante de todos. Por supuesto, los ancianos son cristianos comunes con la misma necesidad de gracia que toda la iglesia, pero es esa misma gracia que prepara a los ancianos a vivir de forma ejemplar el fruto del Espíritu. Entonces, ¿qué hace un pastor en la iglesia local? Predica, pastorea, protege, prepara y promueve la santidad. Estas cosas son suficientes para mantener al pastor ocupado durante la semana, pero “para estas cosas, ¿quién es suficiente? Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo” (2 Co. 2:16-17). Que el Señor nos capacite para tan gran labor.