La terrible devastación de un pecado consentido

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Nunca podemos ser ambiguos. Nosotros, los cristianos, no tenemos derecho a permitir que persista ningún pecado. Debemos ir con fuerza contra cada pecado y perseguir cada uno hasta que haya sido completamente mortificado, porque incluso basta con un solo pecado para hacer un daño terrible a nuestras almas. Un estudio reciente de uno de mis autores antiguos favoritos me mostró la devastación condenatoria de un solo pecado consentido. Estas son nueve cosas que debes considerar en los momentos en que te sientas indeciso incluso respecto a un solo pecado. Un solo pecado atesorado le da a Satanás tanto poder sobre ti como cien de ellos. Así como un cazador puede controlar un pájaro por un ala, Satanás puede controlarte por un solo pecado. Un solo pecado en tu vida es tan peligroso como una sola serpiente de cascabel en tu cama. Un solo pecado da paso a más. Así como un ladrón que entra a hurtadillas en una casa puede abrir de par en par la puerta principal y permitir que otros entren detrás de él, un pecado prepara el camino para que otros lo sigan. David permitió que el adulterio se colara y abrió la puerta al asesinato. Un solo pecado te incapacita para el sufrimiento. La persona con una herida no curada en su hombro no puede llevar una mochila pesada, y la persona con un pecado sin mortificar  no puede llevar una cruz pesada. ¿Estarás dispuesto a entregar tu vida por Cristo mañana si no estás dispuesto a entregar tu lujuria hoy? En un tiempo de prueba, ese único pecado favorito puede convertirse en la semilla que lleva a la apostasía. La complicidad con un solo pecado demuestra que no hay nada sano en el corazón. La persona que esconde a un solo rebelde en su casa es un traidor a su rey; la persona que se entrega a un solo pecado es un traidor a su Salvador. No es la cantidad del pecado lo que importa, sino su mera presencia. Un solo pecado es una infracción de la ley tanto como muchos otros. El que es culpable de transgredir una ley es culpable de violar toda la ley. No te conviertes en un transgresor de la ley cuando has violado todas las leyes, sino simplemente por violar una sola. Un solo pecado condenará a un alma tanto como lo harían muchos. Una enfermedad es suficiente para destruir el cuerpo; un agujero en una valla es suficiente para permitir que un depredador ataque al rebaño; un pecado consentido es suficiente para permitir que Satanás entre en el alma. Basta una sola piedra de molino, no diez ni veinte, para hundir a un hombre en el fondo del océano. Un solo pecado que habita en el interior impide el paso de Cristo. Una obstrucción impide que el agua fluya a través de una tubería, y de la misma manera el pecado es una obstrucción que retiene la gracia limpiadora de Cristo y el poder del Espíritu para destruir el pecado. Una piedra es suficiente para obstruir la tubería y un pecado es suficiente para retener a Cristo. Un solo pecado echa a perder todas las buenas acciones y los deberes. Una sola gota de veneno contamina toda una copa de vino. Un solo pecado tratado con ambigüedad destruye el beneficio de la comunión cristiana, la Cena del Señor, el culto, la oración. «Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y luego ven y presenta tu ofrenda» (Mateo 5:23-24). Un solo pecado consentido te robará la seguridad. Un solo pecado será como un gusano que hace un túnel hasta el corazón de una manzana, arruinando todo. Al igual que un pirata roba el tesoro, el pecado roba la tranquilidad, la paz y la seguridad. Una nota discordante puede arruinar la canción de un músico y un pecado no confesado puede arruinar la conciencia de un cristiano. Así que cristiano, no seas ambiguo con tu pecado. No seas complaciente con el pecado en general y asegúrate doblemente de que no estás ignorando un solo pecado atesorado. Hay un gran peligro en todos y cada uno de los pecados; hay una gran alegría y libertad en cada muestra de santidad. Leyendo a los clásicos Este artículo ha sido extraído del libro The Godly Man’s Picture (La imagen de un hombre piadoso) que he estado leyendo con un grupo de personas como parte de mi esfuerzo por leer juntos los clásicos. Ya hemos llegado al final del libro. Espero que lo hayan disfrutado.


Este artículo se publicó originalmente en inglés en https://www.challies.com/articles/the-damning-devastation-of-a-single-coddled-sin/

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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