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La primera palabra en el diccionario Pequeño Larousse Ilustrado es ababol, que significa: persona distraída, simple o abobada. La última palabra en el mismo diccionario es Zutujil, que se refiere a una parcialidad indígena que vive al sur del lago Atitlán, en Guatemala. Los diccionarios tienen la particularidad de que podemos buscar cualquier palabra sin importar el orden en que se encuentren y entender su significado. Ese no es el caso con la Biblia. Nosotros no podemos abrir cualquier libro de la Palabra de Dios y leer un versículo y pretender entenderlo sin tomar en cuenta los demás versículos, o el contexto en que ese texto es dado. Lamentablemente mucha gente lee la Biblia como si estuviera ojeando un diccionario o una enciclopedia. Eso es incorrecto; porque roba el significado contextual y canónico de la revelación del Dios vivo y verdadero. En este artículo introduciremos el tema de la teología bíblica. En diversos intercambios que hemos sostenido con diferentes pastores en América Latina, nos hemos podido dar cuenta de que el concepto de teología bíblica es prácticamente desconocido entre los líderes cristianos. Por ejemplo, en una conversación que sostuvimos con un graduado de un seminario en Sudamérica, le preguntamos si le habían enseñado teología bíblica, a lo que él nos respondió: claro, toda nuestra teología es bíblica. Él se refirió al término para describir una doctrina que era fiel al texto bíblico. Esto es común con mucha gente. Pero esto no es a lo que los académicos del Antiguo y el Nuevo Testamento se refieren cuando usan el término. Pero antes de hablar de este concepto, debemos entender algo acerca de la Palabra de Dios, lo cual es fundamental para una teología bíblica.
La Palabra de Dios
La Biblia enseña que Dios es el Creador del universo. Él creó el tiempo y el espacio, creó todas las realidades de la ciencia (Is. 40:26-28), creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza (Gn. 1-2), creó el corazón y la mente humana, donde depositó las leyes y facultades con las que lo seres humanos operan. Dios imprimió su Palabra y el conocimiento de su Ser en toda la creación. Es por esto que los teólogos dicen que la creación es la revelación de Dios (Sal. 19:1). El Señor se ha revelado en la naturaleza y en la mente humana. El hombre fue creado para tener comunión con Dios (Hch. 17:26-27), pero nuestros primeros padres pecaron, desobedecieron al Creador y siguieron a Satanás, creando división entre Dios y las criaturas, y provocando la ira del Señor en contra de ellos y toda su descendencia (Gn. 3). Después de la Caída, todos hemos pecado contra Dios, por tanto merecemos juicio y muerte eterna (Ro. 3:10; 6:23). Pero el Señor, en su gracia y misericordia, envió a su unigénito Hijo, a vivir una vida perfecta y a morir como sacrificio por los pecados de todo aquel que se arrepienta de sus pecados y acepte a Jesucristo como Señor y Salvador (Ro. 3:25; 10:9). El pecado no solo afectó la moralidad del hombre, sino también su intelecto. Es por eso que el apóstol Pablo nos dice que los seres humanos «se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido» (Ro. 1:21). Como el hombre y la mujer fueron creados para tener comunión con Dios, y su razonamiento fue entenebrecido, el ser humano necesita la autoritativa e infalible revelación de Dios para poder entender correctamente la realidad de este mundo. Para usar un lenguaje de computación, el hombre fue programado o wired para operar bajo la revelación de Dios. Es por tal razón que le complació a Dios tener su Palabra escrita, para que así todo hombre fuera enseñado, corregido, entrenado en justicia y completado para toda buena obra (2 Ti. 3:16). Y porque la Biblia es su Palabra, es por eso que es perfecta (Sal. 19:7), verdadera (Sal. 119:142), correcta (Sal. 119:7), fiel (Sal. 119:86), y eterna (110:89). Pero no solo necesitamos la Palabra de Dios (la Biblia), sino que también necesitamos la obra del Espíritu Santo en nuestros corazones que nos permite venir a Cristo en arrepentimiento y fe. Cuando ya esa obra es realizada, todavía necesitamos al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos permita entender la Palabra de Dios fielmente. Por este motivo Martín Lutero decía que el primer paso de un teólogo era la oración, pidiendo al Señor iluminación y claridad. Ahora veamos qué es la teología bíblica.
La Teología Bíblica
La teología bíblica es una disciplina por sí sola, diferente a la teología sistemática o la teología histórica. Podemos decir que es una herramienta de la hermenéutica (la hermenéutica es la ciencia que se encarga de la interpretación del texto bíblico). Bastantes personas, como el amigo que mencionamos, confunden la teología bíblica con la teología sistemática, cuando las dos son diferentes. La teología sistemática es la aplicación de la palabra de Dios a todas las áreas de la vida humana, mediante la organización sintetizada de temas específicos, ejemplo, ¿qué dice la Biblia sobre el amor de Dios?; mientras que la meta de la teología bíblica no es formular una doctrina cristiana para hoy, más bien un entendimiento de lo que el texto bíblico revela acerca de Dios y su relación con su creación a través de la historia.1 En términos más amplios, el enfoque de la teología bíblica es la estructura de la Biblia. Es entender cómo cada texto bíblico se relaciona con el resto del canon. Pero la teología sistemática y la teología bíblica no pueden verse como disciplinas opuestas. Todo lo contrario; son independientes la una de la otra. La teología bíblica es la fundación que permite que nuestra teología sistemática sea fiel al texto bíblico. Hay personas que tienen doctrinas correctas pero las sacan del texto incorrecto. Y eso está mal. No es solo tener una doctrina que refleje la verdad de Dios, es tener una doctrina desarrollada usando los textos que comuniquen lo que estamos afirmando. Es tener la doctrina correcta con el texto correcto. La teología bíblica busca demostrar lo que la teología sistemática asume: que las Escrituras no son un conjunto de historias eclécticas y caóticas, desconectadas entre sí, sino una narrativa perfecta que comunica un mensaje coherente y consistente. Como hemos señalado, la teología bíblica se concentra en comprender el mensaje teológico de la Biblia completa. Busca entender las partes en relación con el todo, y para eso debe trabajar en la interacción mutua de la literatura, la historia y la dimensión teológica de los diferentes textos y su relación como un todo. En resumen, es desplegar o, más bien, entender, la historia progresiva del plan de redención desde Génesis hasta Apocalipsis. Y como una herramienta hermenéutica, busca hacer una exégesis del texto bíblico en su propio contexto y a la luz del canon. La meta es declarar todo el consejo de Dios (Hch. 20:27), mediante la presentación de la multiforme unidad de la Biblia y su consumación en la persona y obra de nuestro Señor Jesucristo.
La Biblia: una sola unidad con su centro en la persona de Jesucristo
Como señalamos anteriormente, la Biblia no es un depósito de ideas abstractas o un glosario de doctrinas inconexas. La Biblia es una maravillosa unidad. Es la palabra infalible y coherente del Dios vivo y verdadero, y nos brinda una historia coherente y unificada sobre el camino único de salvación a través del único Salvador, Cristo Jesús. El Nuevo Testamento es claro al decirnos que el centro del Antiguo Testamento y de toda la Biblia, no es el pueblo de Israel, ni Abraham, ni Moisés. El centro de ambos testamentos es nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Lc. 24:25-27, 44-45; Jn. 5:39, 45-47). Él es el verdadero Israel, él es el León de la Tribu de Judá, él es el verdadero Sacerdote, el unigénito Hijo de Dios, y es en él que nosotros somos adoptados en la familia celestial y recibimos los beneficios celestiales. Como nos dice B. S. Rosner, la teología bíblica mantiene un enfoque consciente en Cristo Jesús, no en un sentido ingenuo o inverosímil, donde Cristo es encontrado en los lugares más extraños, más bien notando la fidelidad de Dios, su sabiduría y propósito en el desarrollo de la historia de salvación. Con respecto a la unidad de la Biblia, es importante que no resaltemos esa unidad mediante la eliminación de la diversidad que existe en el canon. Más bien, apreciamos la unidad que nos brinda cada libro de la Biblia; si no leemos cada texto y cada autor en su propio término y en su propio contexto, corremos el riesgo de mal interpretar las Escrituras y dejar de discernir lo que Dios le quiso comunicar a su pueblo en un momento específico de la historia. La unidad no puede ser sostenida a expensas de la diversidad. Por esto es necesario que entendamos la estructura que mantiene la unidad de ambos testamentos. Como dijimos al principio, en este artículo quisimos introducir el concepto de teología bíblica. En el artículo titulado «La hermenéutica y la teología bíblica» que podrás leer en esta misma Revista introduciremos las herramientas hermenéuticas que nos permitirán desarrollar una clara y consistente teología bíblica. Nuestra oración es que el Señor use este y los próximos artículos para desarrollar un mejor entendimiento de su Palabra, y por ende un mayor amor por la persona de Cristo. Así como la Palabra de Dios fue escrita y dirigida a su pueblo, la teología bíblica solo puede ser practicada por la Iglesia de Cristo, la cual fue llamada a moldear su fe, su vida y adoración de acuerdo a la voluntad de Dios revelada en la Biblia, con la ayuda y guía del Espíritu Santo.