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PRESENTADOR:

Hoy recibimos una pregunta sobre las rivalidades entre hermanos en el hogar, un tema que todavía no hemos tratado en el podcast. Aquí está la pregunta de hoy para usted, pastor John. La pregunta es de Stephanie. “Pastor John y Tony, gracias por todo el trabajo que hacen para producir este podcast, y por su consideración al dar las respuestas. Los he escuchado durante años, y siempre soy animada al escuchar las preguntas de hermanos y hermanas que nunca se me hubieran ocurrido a mí. Sus respuestas cuidadosas ejemplifican 1 Pedro 3:15: ‘Estén siempre preparados para responder a todo el que pida razón de la esperanza que hay en ustedes… con gentileza y respeto’ (NVI).

Mi pregunta es sobre la rivalidad entre hermanos. En Génesis parece que toda dinámica familiar se vio afectada por los celos o la envidia entre hermanos. Caín y Abel. Jacob y Esaú. Raquel y Lea. José y sus hermanos. Solo por nombrar algunos ejemplos. ¿Cuáles son las implicaciones del evangelio en este tema recurrente en la Biblia? Y, viendo que muchas de estas relaciones rotas son el resultado del favoritismo o la pasividad de los padres, ¿qué lecciones podemos aprender como padres y madres hoy en día?”.

JOHN PIPER:

Vaya, qué buena pregunta. Me ha hecho pensar seriamente en cosas que no me había planteado de esa manera.

Las primeras familias

Empecemos por el principio. Dios creó al ser humano, varón y mujer, y designó que, al convertirse en una sola carne en el matrimonio, tendrían hijos que se llaman, en su relación mutua, hermanos y hermanas. Se trata, pues, de una relación universalmente entendida. Es increíble: hermanos y hermanas. En todas partes del mundo, todos saben lo que es. Todas las culturas entienden lo que son hermanos y hermanas. Junto con el matrimonio, esta relación es primordial. Es realmente básica. Los hermanos y hermanas crecen normalmente bajo el cuidado de los padres y en todo el mundo se les ayuda a ser adultos productivos en la estructura familiar.

Ahora, el pecado entró en el mundo, y su primer efecto devastador fue sobre la pareja casada. Adán culpó a Eva; Eva culpó a la serpiente. Su inocencia terminó; la vergüenza y la culpa entraron a su relación y causaron estragos. Y la siguiente relación contaminada y arruinada por el pecado fue la de los hermanos: Caín mató a su hermano Abel.

Así que la estructura familiar básica fue creada por Dios, y luego el pecado se movió a través de esa estructura familiar para destruir todas las relaciones. Simultáneamente, sin embargo, la gracia de Dios entró en el mundo y comenzó a hacer su obra redentora. Y lo que debemos ver es que en estas relaciones tan rotas y arruinadas por el pecado de hermano y hermano y hermana y hermana, Dios, sin embargo, ha obrado de manera redentora y salvadora. Lo vemos en la relación de Dios con Isaac e Ismael. Lo vemos en Su relación con Jacob y Esaú. Lo vemos en Egipto, donde Moisés dijo a dos israelitas: “¿Por qué pelean? ¿No son hermanos?”. Y en ese mismo contexto donde hay pleitos entre hermanos, Dios está salvando a Su pueblo.

Hermanos del Rey

Cuando Jesús vino al mundo, sucedieron dos cosas dramáticas en la forma en que Él define la relación entre Sí mismo y Sus seguidores, y luego la forma en que esos seguidores entienden su relación entre sí. En primer lugar, define Su relación con los que le siguen como Sus hermanos, haya o no relación familiar física. Por ejemplo, en Marcos 3:32-35 dice:

Y había una multitud sentada alrededor de Él, y le dijeron: “Tu madre y Tus hermanos están afuera y te buscan”. “¿Quiénes son Mi madre y Mis hermanos?”, les dijo Jesús. Y mirando a los que estaban sentados en círculo alrededor de Él, dijo: “Aquí están Mi madre y Mis hermanos. Porque cualquiera que hace la voluntad de Dios, ese es Mi hermano, y hermana y madre”.

Y en la escena del juicio final, cuando los discípulos preguntan al Rey cuándo le sirvieron, dice: “El Rey les responderá: ‘En verdad les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos hermanos Míos, aun a los más pequeños, a Mí lo hicieron’” (Mateo 25:40). Así pues, los seguidores de Jesús que aman como Jesús son hermanos del Rey del universo.

La iglesia como una familia redimida

Este dramático acto de identificarse como hermano de Sus seguidores tuvo una enorme repercusión en la forma en que ellos entendían su relación mutua y en cómo los apóstoles enseñaron más tarde sobre la naturaleza de la iglesia.

Por ejemplo, Jesús dijo a Sus discípulos: “ustedes no dejen que los llamen Rabí; porque Uno es su Maestro y todos ustedes son hermanos” (Mateo 23:8). No eran hermanos físicos; eran un nuevo tipo de hermanos. Así que son hermanos entre sí, no solo hermanos de Él.

Y luego, cuando nos dirigimos al apóstol Pablo y le preguntamos cómo entendía la relación entre los creyentes en la iglesia, encontramos un hecho asombroso. Solo para darte una idea de la proporción, esto fue una sorpresa para mí. He hecho mucho hincapié en que el nombre favorito de Pablo para los cristianos es “santos”, ¿cierto? Le encanta llamar “santos” a los cristianos. Llama “santos” a los cristianos 40 veces en sus cartas. Pero cuando preguntas: “Bueno, ¿y qué de las referencias a los cristianos como “hermanos”? ¿Cuál era su verdadero favorito?”. Pablo se refiere a los cristianos como “hermanos” más de 130 veces.

Pablo retoma la referencia de Jesús sobre Sí mismo como hermano, así como la referencia a Sus seguidores como hermanos entre sí en Romanos 8:29: “a los que de antemano [Dios] conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos”. Dios nos predestinó para que fuéramos hermanos de Su Hijo y para que Él fuera preeminente. Así se establece finalmente el vínculo con Dios. El Hijo de Dios, Jesucristo, es el primogénito preeminente entre muchos hermanos, lo que significa que todos los miembros de la iglesia son hijos de Dios y parte de la familia divina a través de la obra redentora de Cristo. Si asimilamos esta verdad, nos quedaremos asombrados.

El orden original de la creación de Dios de esposo y esposa, y luego hermano y hermano, se convierten en las dos formas dominantes de pensar sobre Cristo y Su iglesia. Él es el hermano mayor de los hermanos y hermanas de la iglesia, y es el esposo de Su esposa, la iglesia. El diseño original de Dios encuentra Su cumplimiento no principalmente en las familias redimidas, terrenales, nucleares, sino principalmente en la familia divina con el Hijo de Dios como hermano preeminente sobre Sus hermanos y hermanas, y como el esposo de la iglesia.

Cómo minimizar la rivalidad

¿Y qué hay de la segunda parte de la pregunta de Stephanie? ¿Qué podemos hacer como padres y madres para fomentar la paz, para minimizar la rivalidad entre nuestros hijos? Creo que tengo cuatro cosas que mencionar rápidamente. ¿Qué debo hacer como padre? Ahora tengo hijos mayores —el mayor tiene 50 años— y muchos de nuestros oyentes tienen hijos pequeños. Entonces, ¿qué podemos hacer para ayudar a minimizar la pecaminosa rivalidad entre hermanos?

1. Atesora a Dios

No cometas el error de Adán y Eva. Rechazaron a Dios como el Padre que es totalmente sabio y que todo lo provee, y lo sustituyeron por sus propias preferencias privadas, y el resultado fue una familia destruida. Así que dale la vuelta y haz de Dios en Cristo el tesoro supremo de tu vida, y confía plenamente en Su Palabra y cuidado. Que los niños los vean haciendo eso. Que ellos puedan decir: “Mamá y papá confían en Dios y lo atesoran. Mamá y papá tienen un Padre celestial, y confían que Él cuidará de ellos y de nosotros”.

2. Apunta a la familia suprema

Enseña a tus hijos que la familia natural de la que forman parte no es la familia principal. Pertenecer a la familia de Dios es lo más importante. Los seres humanos —niños, niñas y adolescentes incluidos— necesitan algo grande por lo cual vivir, algo mucho más grande que la familia física natural de la que forman parte. Si idolatran a esa familia, no será suficiente para satisfacer su alma. Si pueden ser cautivados por algo glorioso que es más grande que la familia —la gran familia global de todas las naciones—, tendrán recursos para amar mejor a su familia natural.

3. Enseña qué es la verdadera grandeza

Número tres, enséñales que discutir sobre quién es el más grande los pone en la categoría de los que no entienden a Jesús. Cuando los discípulos hicieron eso —preguntarse quién era el mayor—, Jesús respondió: “¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No lo es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, entre ustedes Yo soy como el que sirve” (Lucas 22:27). En otras palabras, si sigues a Jesús, ser un servidor es la verdadera grandeza. Así que si quieres tratar de ser más grande que tu hermano o tu hermana, sé un siervo más grande.

4. Honra la diversidad

Cuando pienses en los diferentes dones que tienen tus hijos, no menosprecies ni descartes ninguno de ellos. Sigue el ejemplo de la enseñanza de Pablo en 1 Corintios 12:24-25. Él dijo: “así formó Dios el cuerpo, dando mayor honra a la parte que carecía de ella, a fin de que en el cuerpo no haya división, sino que los miembros tengan el mismo cuidado unos por otros”.

No tiene sentido fingir que tus hijos son todos iguales en todos los sentidos. Ellos saben que no lo son; tú sabes que no lo son. Algunos son mejores en una cosa, otros en otra. La clave está en enseñarles la humildad de considerar a todos tan valiosos y útiles a los ojos de Dios como lo son ellos. Nadie es un desperdicio. Dios no desperdicia Su creación. Nadie es inútil. Todos tienen un diseño en la mente de Dios, y están llamados a algo significativo.

Stephanie, gracias por una pregunta tan estimulante y útil. Me ha venido bien reflexionar sobre el tema. Que Dios nos ayude a amar el ser hijos de Dios, hermanos y hermanas de Cristo, y que Dios nos haga buenos ejemplos para nuestros hijos.


Episodio original en inglés: https://www.desiringgod.org/interviews/on-sibling-rivalries

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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