Esta es la primera parte de mis impresiones acerca de por qué la doctrina de la elección impulsa el evangelismo bíblico entre los perdidos. Nosotros solíamos odiar los bomberos en nuestro estado cuando yo era un niño. Tan pronto oíamos los sonidos de sus alarmas resonando en la distancia, sabíamos enseguida que nuestra diversión estaba a punto de terminar. Entenderás, que solíamos encender estas grandes fogatas cada año, de madera y pedazos viejos de muebles recolectados en nuestra área. Pasábamos días recogiendo sofás desechados, sillas y viejos armarios de madera. Si no nos parecía que era lo suficientemente grande, rompíamos los cercos del jardín y apilábamos todo en un campo cerca de mi casa. Arrojábamos autos y bicicletas y todo tipo de basura allí. A veces nuestra fogata tenía varios metros de altura. Todos orábamos para que no lloviera y que la policía no la descubriera hasta que la hubiéramos encendido. Habíamos decidido, después de que lloviera fuerte un año, que la mejor manera de hacerlo era ocultar pequeños barriles de gas en el centro de la estructura, agregar un poco de gasolina, retroceder y verla: “boom”. Por lo tanto, las sirenas eran el sonido que advertían que nuestra diversión estaba a punto de terminar y cientos de litros de agua estaban a punto de, literalmente, extinguir nuestros esfuerzos y finalizar todo nuestro duro trabajo. Es por eso que los bomberos siempre fueron los enemigos de la diversión cuando yo estaba creciendo. Tristemente, eso es similar a la cantidad de cristianos que ven la relación entre la doctrina de la elección y el evangelismo. Si pensamos en el evangelismo como combustible para la iglesia cristiana –el asunto que impulsa su crecimiento y mantiene el amor por Dios ardiendo– entonces la doctrina es el bombero corriendo hacia la escena para echar agua fría por todas esas llamas hasta que la última brasa ardiendo se extingue. Para muchos cristianos, invitar a la doctrina a una conversación sobre el evangelismo es como llamar a un bombero a tu fogata. ¡Él definitivamente estropeará la ocasión! Si realmente quieres deprimir una sala llena de evangelistas, solo trata de mencionar la doctrina de la elección. John Piper define la doctrina así:
La elección incondicional es la libre elección de Dios antes de la creación, no en base a la fe prevista, otorgando fe y arrepentimiento a los traidores, perdonándolos y adoptándolos a su familia eterna de gozo.
Dicho de manera sencilla: Dios ha elegido y está llamando a un pueblo suyo de todos los lugares de la tierra, ricos y pobres, para ser salvos por medio de Jesucristo y los mantendrá seguros para siempre en Su familia. Mi argumento es que, lejos de matar el evangelismo, esta doctrina no es sólo el combustible que enciende el fuego del evangelismo, sino que lo mantiene ardiendo indefinidamente. Tomemos como ejemplo a Paulo, de 15 años. Cuando lo conocí por primera vez estaba apenas consciente, acostado en la puerta de una tienda cubierto de heridas y piojos. Él había sido baleado un par de veces y estaba completamente perdido en la inhalación de pegamento. Lo limpié, lo alimenté y compartí el evangelio con él. Yo hice lo mismo innumerables veces en los próximos 12 meses. A veces, en sus momentos más sobrios, tuvimos conversaciones espirituales decentes. Cuando nos reuníamos un par de veces a la semana, lo llevaba para comer un sándwich y tomar una bebida, compartíamos una broma y nos reíamos juntos. Durante algunas horas él olvidaba su vida miserable y yo le hablaba de la posibilidad de un futuro mejor bajo el rey Jesús (orando para que el Espíritu Santo pudiera romper a través del dolor y la niebla en su mente y lo llevara a la salvación, una salvación que le expuse desde la Biblia). Tuve que aprovechar mis oportunidades cuando esas horas llegaban porque, frecuentemente, él estaba tan drogado que apenas era coherente. Un día aparecí en nuestro lugar habitual y él no estaba allí. Nunca lo volví a ver. Había sido apuñalado hasta la muerte en la noche y su cuerpo desechado en un basurero de la ciudad. Me fui a casa y lloré por mi joven amigo. He visto esta escena muchas veces en mi vida. Vi a niños morir en Brasil. Escuché de amigos de vuelta a casa que murieron por sobredosis o se suicidaron. La vida fue demasiado corta para muchos de ellos. La doctrina de la elección ha sido mi amiga en esos días oscuros por varias razones. Me motiva a evangelizar y a perseverar, sobre todo en los lugares difíciles. Lejos de matar mi deseo evangelístico, la doctrina de la elección lo revitaliza. Yo sabía que la única forma en que las pandillas callejeras de Brasil iban a ser evangelizadas era a través de la predicación del evangelio de Jesús. Fue un gran consuelo saber que el Espíritu Santo haría Su trabajo al revelar la verdad y atraer a los pecadores perdidos, en una relación con Dios el Padre y él los mantendría seguros para siempre. Esa bella verdad trinitaria era todo el combustible que yo necesitaba para alimentar el fuego de la predicación evangelística. Mi único trabajo era seguir proclamando la verdad en el conocimiento de que Dios haría el resto de acuerdo a Su maravillosa voluntad. El apóstol Pablo, citando a Isaías, recordó a la iglesia en Roma: ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Tal como está escrito: ¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio del bien! La doctrina de la elección era el terreno sólido sobre el cual mis pies podían traer buenas nuevas a los niños de la calle en Brasil (y, posteriormente, a los proyectos en Escocia). No había nadie haciendo filas para hacer el trabajo. Ellos eran parásitos a los ojos del público. Frecuentemente, los transeúntes me gritaban insultos por alimentar a los “ratos” (ratas). Pero yo tenía un evangelio que predicar. Yo tenía buenas noticias para proclamar y adoré a un Dios que estaba llamando y eligiendo a un pueblo escogido, incluyendo a los niños de la calle, a la salvación. Yo puedo lamentarme por los que han muerto, y lo hice, pero también puedo predicar a los vivos hasta mi último aliento. La doctrina no sólo me motivó a predicar, sino que me dio la confianza para perseverar frente a toda oposición. Artículo publicado en 20Schemes | Traducido con permiso por Felipe André