Si sigues regularmente la política estadounidense, probablemente reconozcas que Estados Unidos ha estado obsesionado con la identidad. Según el internet, la política de identidad es un enfoque político que se centra en las experiencias y preocupaciones compartidas por grupos basados en factores como raza, etnia o sexo, y cuyo objetivo es alcanzar un mayor poder social y político para dichos grupos. También enfatiza cómo la identidad de un individuo moldea sus puntos de vista y experiencias políticas.
Sorprendentemente, esto tiene un aspecto refrescante, porque las personas finalmente se están dando cuenta de que lo que creen impacta en su política. Durante demasiado tiempo nos han dicho que el gobierno es una agencia amoral, que funciona fuera de la influencia de los sistemas de creencias y cosmovisiones individuales. Esto no podría estar más lejos de la verdad. Pero nuestra discusión hoy no es sobre política, sino sobre nuestras identidades personales y cómo impactan categóricamente sobre todo lo que hacemos… incluyendo nuestra crianza. Criamos de manera diferente si nuestra identidad es ser padre, o si nuestra identidad es ser dueño de un negocio, si nuestra identidad es ser rey o si nuestra identidad es ser maestro.

El otro lado de esta moneda es que los padres no deben encontrar su identidad en sus hijos. Los padres que creen que la crianza es su principal vocación caerán en varias categorías dañinas. Por ejemplo, los padres helicóptero son individuos excesivamente involucrados en la vida de sus hijos, “sobrevolando” constantemente para vigilar, proteger o controlar sus actividades. Con frecuencia intervienen en conflictos, toman decisiones por sus hijos y los protegen de fracasos o incomodidades. Estos padres hacen esto porque creen que su objetivo principal es hacer por sus hijos, lo que ellos claramente no pueden hacer por sí mismos. Lo mismo aplica a los padres tigre, padres de crianza libre, padres autoritarios, padres permisivos, padres quitanieves, padres por apego, padres suaves, e incluso, los padres bondadosos.

El verdadero problema no es que seas padre y tengas un trabajo que hacer; el problema es quién define qué significa ser padre y cuál es la mejor manera de desempeñar ese rol. Si tu identidad es ser padre, entonces quien o lo que mejor se alinee con tus propias inclinaciones o preferencias se convertirá en el modelo que tome el control. Al final, hacer de la crianza tu identidad más alta revela que aún hay otra identidad, más alta y dominante, en tu vida. Si tú defines qué es la buena crianza, entonces eres en última instancia, la autoridad. Pero, amigo, no somos la autoridad suprema. No nos corresponde definir cómo luce una crianza exitosa. Hay Otro que es la autoridad suprema y que ya nos ha provisto nuestro propósito supremo.

La belleza de encontrar tu identidad en Dios
Ser dueño de un pequeño negocio no es tu identidad. Ser bailarín profesional, músico o contador, absolutamente, no debe ser tu objetivo más alto, y tampoco la crianza. Fuiste creado por Dios para adorarlo, disfrutar de Él y enseñar a otros a hacer lo mismo. Tener esto como tu propósito principal resultará en un enfoque muy diferente de la crianza. No es que los padres bíblicos no quieran que sus hijos sean exitosos, felices o estén seguros; es que la versión más verdadera de todas esas cosas solo puede venir de conocer, amar y servir a Dios. Los padres bíblicos no hacen de la felicidad en sus hogares el objetivo; hacen del gozo en Cristo el propósito de toda la casa.

Cuando tu identidad está en Cristo, entiendes que la parte más importante de tu crianza no es lo que quieres ni lo que quieren tus hijos, sino lo que Dios quiere. Tu crianza se consume en Él y en Su gloria. Por tanto, debemos identificar algunos de los aspectos de nuestro propósito dado por Dios que afectarán cómo criamos.

1. Tu propósito es buscar a Dios
No podemos glorificar a Dios en nuestra crianza si no lo conocemos, entendemos y creemos en Él. Santiago nos dice que nos acerquemos a Dios, y Él se acercará a nosotros. Esto se logra prácticamente cuando buscamos a Dios de la siguiente manera.
Primero, debes nacer de nuevo. Hasta que estés en una relación salvadora con Dios, no puedes tener la identidad correcta. Tu identidad necesita estar consumida en Cristo, y eso comienza siendo salvo. Si no sabes si has nacido de nuevo, haz clic en este enlace para obtener más información.

Segundo, debes comprometerte con la Biblia. Llegamos a conocer y entender a Dios por medio de Su santa Palabra. Absolutamente, necesitamos tener un hábito regular y constante de nutrición bíblica. ¿Lees las Escrituras diariamente? ¿Qué tan familiarizado estás con ellas? No podemos ser padres bíblicos si no leemos la Biblia. Pero involucrarse con la Biblia no es solo leerla. Sí, leer la Biblia es sumamente importante, pero es solo el inicio. Necesitamos estudiar para mostrarnos aprobados. Debemos profundizar en la Escritura mientras buscamos conocer a Dios y comprendernos a nosotros mismos. Pero incluso estudiar en aislamiento no ayuda; debemos dar el paso final en nuestro proceso de discipulado y aplicar lo que aprendemos a nuestra vida. Leer y estudiar provee conocimiento y entendimiento, pero solo podemos ser sabios si realmente creemos lo que aprendemos, viviendo prácticamente a la luz, caminando en la verdad y siendo santos como Dios es santo.

Tercero, debes orar. Dios se comunica con nosotros por medio de Su Palabra, y nosotros nos comunicamos con Él mediante la oración. Necesitas orar, porque no te acercas a Dios si nunca hablas con Él. La oración es el lugar donde Dios quiere que lo alabemos, intercedamos por otros y expresemos nuestras necesidades.
Nuestra identidad suprema debe ser “discípulos de Dios”, y si lo es, nuestra crianza se verá impactada por ello.
2. Tu propósito es enseñar a tus hijos a buscar a Dios
No ejerces la crianza según tu propia identidad, si Dios y Su Palabra no son la base absoluta y la piedra angular de tu crianza. ¿Compartes el evangelio con tus hijos? ¿Les enseñas las Escrituras? ¿Les enseñas cómo aplicar la Biblia a sus vidas? ¿Les enseñas a orar y oras con ellos? ¿Los guías en santidad? Buscamos a Dios mientras empapamos nuestra crianza en la Escritura, enseñamos, reprendemos, corregimos y entrenamos a nuestros hijos en la disciplina y exhortación del Señor.
Tu propósito es conocer a Dios, amarlo y adorarlo creciendo en semejanza a Cristo y luego ayudar a tus hijos a hacer lo mismo. Solo puedes ser un verdadero padre bíblico si te sometes al Señor en la salvación, te acercas a Él mediante la lectura de la Escritura y la oración, y luego haces que estas mismas cosas sean la base de tu crianza. Si tu crianza se fundamenta en cualquier otra cosa, fallará con tus hijos. Incluso, si surge de nobles aspiraciones y logra “buenas” cosas en esta vida, al final fallará, porque lo que realmente necesitaban era al Señor. La crianza no es tu propósito, pero tu crianza será mucho más valiosa cuando entiendas y busques tu verdadero propósito.
