«y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero… La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será.» – Apocalipsis 7:10; 17:8
La controversia seguirá hasta que los tiempos terminen; la teología continuará discutiendo el asunto, expresando diferencias y procurando muchos defender un punto por encima del otro. ¿De qué estamos hablando? Pues de la salvación, el perdón de pecados y la vida eterna como un asunto ya destinado desde antes de la fundación del mundo. No se trata de cuestionar en qué consiste la misma ya que la Biblia es ampliamente clara acerca de ella como un asunto que tiene que ver con la fe que Dios origina en el corazón del pecador, y que éste deposita en una obra hecha completamente por Dios, y sin una pizca de apoyo en las obras humanas para su obtención, «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe» (Ef. 2:8-9). Sin embargo, si se trata del origen de esta salvación y los destinatarios de ella, entonces la situación cambia porque hay quienes sostienen que Dios ha hecho todo en Cristo, y el pecador es quien decide confiar en él; haciendo de esta manera resistible la gracia de Dios. Y por otro lado, quienes consideran que Dios predestinó todo de antemano deben lidiar con el asunto de la decisión humana en rechazar o aceptar esta salvación. Fue el predicador inglés Charles H. Spurgeon (1834-1892) quien dijo que se ve mucho mejor con dos ojos que con uno solo, dando a entender que la soberanía de Dios y la voluntad del hombre conviven juntas y de alguna manera son necesarias para la comprensión de la teología. No obstante esto el lector debe notar que el libro de Apocalipsis, que es el final de la Biblia, afirma que existen nombres que «no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida.» Esto es un gran contraste con lo que el apóstol Pablo expresa acerca de los creyentes que Dios «escogió en (Cristo) antes de la fundación del mundo» (Ef. 1:4); y agréguele a ello que «La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero» (Ap. 7:10). La reacción inmediata a esta línea de teología ya fue planteada por el apóstol Pablo a los romanos, «Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó:¿Por qué me has hecho así?» (Ro. 9:19-20) Amigo, quiero plantearte algo en este día: ¿estás o no estás en el libro de la vida? Si crees en Jesucristo como tu Señor y Salvador, tu nombre se halla desde antes de la fundación del mundo escrito en este libro divino. Si rechazas el evangelio y persistes en ignorar a Cristo, entonces no estás allí. Es un misterio, pero no es complicado. No te toca a ti investigar asuntos que jamás vas a develar, sino responder arrepentido y con fe al evangelio de la gracia. No culpes a Dios si lo rechazas y no te jactes de ti mismo si lo recibes. ¿Estás o no estás? ¡Dios te bendiga!
Tomando con permiso del Devocional Biblia, Mate y Oración (BMO) – Meditaciones diarias de la Palabra de Dios del pastor Ricardo Daglio