Escatología y Ética

Ninguna doctrina puede ser realmente entendida aparte de su dimensión escatológica.
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Muy a menudo, la forma en la que los evangélicos han hablado del final de los tiempos ha postergado el final de los tiempos—al fin del tiempo. Pero las Escrituras afirman que la consumación de los siglos ha llegado (1 Cor. 10:11, Heb. 9:26). A veces se sugiere que los evangélicos han estado demasiado enfocados en la escatología, el estudio del fin, pero creo que es todo lo contrario. Trágicamente, en gran parte de los diálogos populares acerca de los últimos tiempos, Jesús es rara vez un punto focal. Jesús dijo que en su presencia, “el reino de Dios se ha acercado” (Marcos 1:15). El momento decisivo de Dios al invadir el presente siglo malo con la gloria del siglo venidero se había acercado en la persona de la simiente nacido de mujer—el hijo de Dios, el ungido, encarnado, Rey mesiánico (Gen. 3:15 , Mat. 12:28, Heb. 6:5).

El Reino de Dios no es un concepto abstracto

Cuando la iglesia entiende la escatología como un apéndice restringido al final de los tiempos, o como una cuestión de relativamente poca importancia en la teología cristiana, la naturaleza formativa de la escatología cristiana es desechada en la comunidad de fe. Fallar en reconocer que vivimos simultáneamente en dos eras—el ya pero todavía no del reino—separa la vida cristiana de la historia redentora y de una orientación hacia la esperanza escatológica. La predicación apostólica fue la predicación del reino de Dios en Cristo. Los apóstoles sabían que estaban viviendo en los últimos días debido a que Jesús había inaugurado el reino (Isa. 2: 2, Os. 3:5, Jer. 23:20, Hech. 2:17, 2 Tim. 3: 1, Heb. 1: 2, 1 Pe. 1:20, 2 Pe. 3:3, 1 Jn. 2:18). Su mensaje era que el reino escatológico se había acercado en la persona de Jesús de Nazaret, que trajo a este presente siglo malo la gloria del siglo venidero. Pero los apóstoles proclamaron también el aspecto “todavía no” del reino que espera la consumación final (Ap. 11:15). Este marco redentor e histórico significaba que cada sermón apostólico era Cristocéntrico y escatológico porque en Jesús, el hombre escatológico, el fin había comenzado. El reino de Dios no es un concepto abstracto, y la escatología bíblica no consiste en teología especulativa. El foco de la escatología bíblica es menos en las últimas cosas (el fin de los tiempos) y más en “el último Adán” (1 Cor. 15:45) que con su vida, muerte, resurrección y ascensión trajo el comienzo del siglo venidero, una nueva creación. Comprender el significado de toda la historia bíblica a la luz de Cristo y su reino es tomar en serio la historia bíblica. Tal entendimiento es intencional; está dirigido.

La Iglesia, una comunidad escatológica

La iglesia de Jesucristo es la comunidad escatológica y se compone de personas unidas por la fe en el Rey Jesús, personas que viven sobre la base de las Buenas Nuevas de su reino. El no poder interpretar la historia bíblica a la luz de la inauguración del reino de Jesús desplaza el evangelio del centro de nuestras vidas y las vidas de nuestras iglesias. Yo no diría que la teología es la escatología, pero ciertamente yo diría que toda teología es escatológica. Un principio implica un fin. Ninguna doctrina puede ser realmente entendida aparte de su dimensión escatológica. La redención en Cristo no fue la respuesta reactiva de Dios a la caída imprevista del hombre en el pecado. Pablo afirmó que Dios “nos escogió en él antes de la fundación del mundo” y que “nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad” (Ef. 1: 4-5), con la intención de “unir todas las cosas en él, las cosas en el cielo y en la tierra.”(Ef 1:10). Es claro por el argumento de Pablo que la actividad creadora de Dios en el principio era con propósitos Cristológicos y escatológicos. La verdad bíblica separada de la historia redentora y su orientación escatológica pierde su contexto evangélico apropiado. Por lo tanto, la moral bíblica se convierte en mero moralismo, su significado no contextualizado por el evangelio. Ninguna de las verdades de las Escrituras están destinadas a ser entendidas de manera aislada. Cuando los imperativos éticos y morales se proclaman como suficientes, alienados incluso de Jesús y su reino, el resultado es un cristianismo sin la cruz. En tal contexto, el fariseísmo florece y los genuinamente piadosos a menudo son heridos. En el plano político y social “el cielo se está cayendo” y “nosotros contra ellos” se convierten en el método con el cual interactuamos con la cultura.

Jesús es el Señor

La declaración política más importante que la iglesia hace es “Jesús es el Señor”, pero al hacer esa afirmación la iglesia es liberada a hablar sin temor a cualquier y a todos los problemas éticos. Sin una escatología centrada en Cristo no hay ética, sólo plataformas de partidos. La escatología del cristiano no es simplemente un conjunto de creencias acerca de lo que sucederá en el futuro; es la atmósfera de valentía y esperanza en la que vivimos y servimos a nuestro Mesías rey—en el ya pero todavía no, no importa dónde nos encontremos actualmente. El hecho de que Dios va a reunir todas las cosas en Cristo (Ef. 1:10) es una verdad escatológica y el principio de la ética cristiana, haciéndonos reunir todas las cosas en Cristo, aquí y ahora.


Nota: Este artículo fue originalmente publicado aquí en ingles. La traducción fue hecha por Abraham Paniagua. Lo que aparece aquí es un resumen del artículo original escrito por el Dr. David Prince, quien es el pastor de predicación y visión de Ashland Avenue Baptist Church, y profesor de predicación en el Southern Baptist Theological Seminary.

Abraham Paniagua

Es originario de República Dominicana. Licenciado en teología, y con una maestría del Southeastern Baptist Theological Seminary (SEBTS) donde actualmente cursa sus estudios doctorales. Esposo de Lía.

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