«En cuanto a las cosas que me escribisteis, bueno es para el hombre no tocar mujer. No obstante, por razón de las inmoralidades, que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os privéis el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicaros a la oración; volved después a juntaros a fin de que Satanás no os tiente por causa de vuestra falta de dominio propio. Mas esto digo por vía de concesión, no como una orden. Sin embargo, yo desearía que todos los hombres fueran como yo. No obstante, cada cual ha recibido de Dios su propio don, uno de una manera y otro de otra» (1 Cor. 7:1-7). Una explicación tradicional Este es un conocido pasaje del libro de los Corintios (1 Cor. 7:1-7). Tradicionalmente, los teólogos han interpretado los dos primeros versículos mostrando que Pablo está sugiriendo el celibato como una vocación más elevada que el matrimonio. La explicación típica que escuchamos a este respecto es que el celibato permite a las personas liberarse de las responsabilidades del matrimonio y la familia, lo que les da mayor oportunidad de dedicarse por completo al Señor. Muchas versiones de la Biblia traducen las palabras «tocar a una mujer» como «casarse». Entienden que esto muestra que Pablo está sugiriendo que como es bueno no casarse, por lo tanto el celibato debe ser mejor que el matrimonio. Sin embargo, si una persona es incapaz de controlarse debido a la inmoralidad sexual, debería casarse para evitar pecar. Casi parece que este creyente debería aceptar un camino cristiano inferior por su falta de autocontrol. Los padres de la iglesia enseñaron este punto de vista y tuvo un impacto en la Iglesia católica romana, ya que prohibieron a su clero casarse para que no los alejara de su vocación superior. Esta explicación siempre me ha preocupado, ya que al principio de los tiempos, cuando todo era perfecto, Dios dijo «no es bueno que el hombre esté solo» y en un mundo sin pecado instituyó el matrimonio. Desde entonces, parece que el matrimonio ha sido obligatorio para los cristianos: a menos que tengamos una buena razón para no casarnos, debemos hacerlo. A menudo he luchado por reconciliar el plan de Dios de que debemos casarnos y las palabras de Pablo de que debemos evitar el matrimonio a menos que no seamos lo suficientemente fuertes para evitar el pecado sexual. Una nueva perspectiva Recientemente he estado leyendo un estudio de 1 Corintios de Richard Ganz titulado 20 Controversies That Almost Killed A Church [20 controversias que casi matan a la Iglesia]. En su explicación de este capítulo ofrece una alternativa a la visión tradicional. Sugiere que de lo que Pablo nos dice que huyamos no es del matrimonio, sino de la inmoralidad sexual. La palabra que la mayoría de las Biblias traduce como «matrimonio» es realmente sinónimo de «relación sexual», un significado que tiene en otros lugares del Nuevo Testamento (aunque no nos dice dónde aparecen estas palabras). El uso de Pablo, por tanto, debe ser similar al que leemos respecto a que Abimelec no tocó a Sara o a que Booz ordenó a sus hombres que no tocaran a Rut. El contexto sexual de estas palabras es claro. Así que cuando Pablo dice no tocar a una mujer o no casarse, en realidad está diciendo «es bueno que un hombre no se involucre en la inmoralidad sexual». Cuando vemos los versículos a través de ese entendimiento, ¡el significado cambia completamente! Él no dice que debido a los peligros de la inmoralidad sexual debemos casarnos. En lugar de enseñar que el matrimonio es una institución de segunda categoría, el pasaje enseña que: «Frente a toda esta inmoralidad sexual, recuerden que cada uno de ustedes debe tener una relación sexualmente íntima dentro del matrimonio». «Que cada hombre tenga su propia esposa» significa: «Que cada hombre tenga esta relación sexual especial solo con su esposa». ¡Esto, amigos, es muy diferente a pensar que este pasaje enseña que el matrimonio no es bueno! (20 Controversies – página 100) Descartando la posibilidad de la inmoralidad sexual dentro del matrimonio cristiano, Pablo explica la importancia de una relación sexual mutuamente satisfactoria. Lo hace con palabras y explicaciones que lo sitúan muy por delante de su tiempo. En una época en la que las mujeres eran consideradas ciudadanas de segunda clase, Pablo escribe sobre la importancia de que el marido se dedique a su mujer y le ceda todos los derechos que le impidan disfrutar de la intimidad sexual con él. Y, por supuesto, lo mismo ocurre con la esposa hacia su marido. Este pasaje concluye con las palabras «Porque quisiera que todos los hombres fueran como yo. Pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno de esta manera y otro de aquella». A la luz de la interpretación tradicional, supondríamos que Pablo desea que todos los hombres cristianos puedan permanecer solteros y que el don al que se refiere es el celibato. En la interpretación proporcionada por el pastor Ganz tenemos que cambiar la explicación. Ahora vemos que el don que tiene es el de autocontrol. Desea que todos los hombres sean capaces de evitar las tentaciones de la inmoralidad sexual como él. Análisis Como alguien que ha estado insatisfecho durante mucho tiempo con la explicación estándar de estos versículos, me intrigó la nueva visión del pastor Ganz. Parece que proporciona un apoyo bíblico adecuado y tiene en cuenta otros pasajes de las Escrituras. Hay una cosa que me sigue preocupando, y está en los versículos que siguen inmediatamente al pasaje que he señalado anteriormente. Los versículos 8 y 9 del mismo capítulo dicen: «A los solteros y a las viudas digo que es bueno para ellos si se quedan como yo. Pero si carecen de dominio propio, cásense; que mejor es casarse que quemarse». Parece que estos versículos pueden ser más fáciles de entender a la luz de una interpretación tradicional de los primeros siete versos. En primer lugar, es importante señalar que los «no casados» a los que Pablo se refiere son personas que han estado casadas previamente, pero que han pasado por un divorcio legítimo. Pablo se sitúa en el grupo de personas previamente casadas o divorciadas (no sabemos cuál, pero es probable que Pablo estuviera casado y quizás su mujer le dejara cuando se hizo cristiano). A estas personas les dice que es bueno que permanezcan solteras, pero que si no son capaces de ejercer el autocontrol, deberían casarse en lugar de arder de pasión. A la luz de la interpretación tradicional, supondríamos que Pablo está instruyendo a estas personas a que den prioridad a la obra del Señor—dedicándose a esa tarea— libres de la necesidad de dedicarse a un matrimonio. Sin embargo, si sienten que no podrán contenerse sexualmente, deben casarse para evitar el pecado. Cuando Ganz llega a los versículos 8 y 9, ha comenzado un nuevo capítulo y examina los versículos bajo un título temático diferente. No muestra directamente cómo se aplican estos versículos a los anteriores a la luz de su nueva explicación. Puedo suponer, sin embargo, que daría la misma explicación que antes: aunque puede ser bueno para ellos permanecer solteros, esto no implica que sea la mejor decisión o la necesaria, y ciertamente no insinúa que casarse de nuevo sea una vocación menor que permanecer soltero. O tal vez, como ya se han casado, han cumplido en cierto modo su obligación en ese sentido y ya no se les exige obligatoriamente que se casen. No quiero poner palabras en su boca, así que lo dejaré así. Conclusiones Usualmente me pongo un poco nervioso (y creo que con justificación) cuando leo palabras como «Ya he presentado mi interpretación, que es sustancialmente diferente a la de mis colegas teólogos cristianos» (página 103). Aunque vacilo en aceptar explicaciones que difieren de lo que han creído la mayoría de los teólogos cristianos, no se pueden desechar instantáneamente por el simple hecho de ser nuevas. En este caso, la encuentro satisfactoria, y más satisfactoria que la explicación estándar. Pero eso, por supuesto, no la hace correcta. Lamento aplazar una decisión, pero voy a reservarme el juicio sobre esta cuestión por el momento, mientras veo lo que otros cristianos tienen que decir al respecto. Este artículo se publicó originalmente en Challies.