Recientemente en las redes sociales circula un vídeo de aproximadamente 3 minutos que generó algo de controversia en este medio. En este aparecía el Dr. Lucas Leys haciendo algunas declaraciones acerca de la santidad de Dios y de cómo Dios ve el pecado. Debido a que el vídeo era solo una porción del vídeo original, decidí buscar la entrevista completa de manera que pudiera ver el contexto de la declaración de Leys y de su parecer; efectivamente era el lanzamiento de su próximo libro, una entrevista desarrollada en la cadena televisiva Enlace y el programa “Aquí entre nos” que junto a otros 5 participantes debatían diversos temas que iban desde la legalización de la marihuana y la moralidad de leyes hasta la crianza de los padres, entre otros.
¿Cuál es el punto de controversia en sus declaraciones?
A partir del minuto 43 le piden responder esta pregunta: “¿Qué es la santidad bíblica?”. Si ves la entrevista, notarás que algunas de sus declaraciones son “teológicamente correctas”, por ejemplo: “Dios me declara santo por los méritos de Jesús”, otra es: “Hacer la voluntad de Dios es lo mejor que podemos hacer con nuestras vidas”. Sin embargo otras de sus declaraciones hicieron que se levantara una bandera roja. Veamos este párrafo tomado de la entrevista:
“¿Qué es el pecado? El pecado es todo lo que nos lastima. ¿Por qué Dios odia el pecado? Dios no odia el pecado por que Él es Santo, Dios odia el pecado porque es bueno y Él nos ama… Yo quiero lo mejor para mis hijos y si alguien quiere meterse con mi hijo tiene que verse conmigo. Dios odia el pecado porque ama a Su creación y el pecado nos estropea de vivir una vida en plenitud… Todo nace de nuestra definición de Dios… Juan nos dice que Dios es amor… Él no es un policía cósmico intentando atraparnos en pecado para tirarnos al infierno… La santidad no es un camino de abstinencia sino un camino de libertad”.
Redefinir el pecado es sumamente peligroso, ya que un cristiano que no tenga un correcto entendimiento del mismo no podrá ver la gracia, la santidad, ni el evangelio de la forma correcta. La definición de pecado que presenta Leys, no es bíblica, teológica, ni lógica, por lo tanto queremos hacer cuatro (4) apreciaciones al respecto con el fin de ayudar en amor tanto al Dr. Lucas Leys como a los seguidores en este tema de la santidad y del pecado desde la perspectiva de Dios. He aquí algunas afirmaciones que la Biblia enseña:
1. El pecado no es: “todo lo que nos lastima”
El pecado tiene que ver con la desobediencia del hombre de cara a la voluntad de Dios. Todo inició cuando Adán recibió un mandamiento “no comerás”. Dios lo invitó a abstenerse de comer del árbol del bien y del mal, Adán y Eva abierta y libremente deciden desobedecer a Dios; si vemos todo el capítulo 3 de Génesis notaremos que es una clara evidencia de cómo el hombre se rebela contra la voluntad de Dios y cómo las consecuencias fueron funestas para toda la creación. Es por eso que después de Génesis 3:15, todos los hombres hemos pecado en Adán, dejando muy claro que el pecado no es algo externo, no es algo que lastima al hombre. Nada que ver con eso. Lo que la Biblia enseña es que el pecado está en la naturaleza del hombre. Como alguien dijo: “El pecado no es lo que hago, es lo que soy”, R.C. Sproul dijo también: “Tú no eres pecador porque pecas, pecas porque eres pecador.”.
“Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron”. (Romanos 5:12)
El pecado es una infracción a la ley de Dios.
Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley. (1 Juan 3:4)
El pecado no es un agente externo que lastima al hombre, el pecado está arraigado en la naturaleza del hombre de tal manera que lo ha destruido hasta la muerte, por tanto el hombre es responsable de cada pecado que comete. Decir que Dios odia el pecado porque éste lastima al hombre, es hacer del hombre una víctima y no el responsable, es tan fina y sutil esta declaración que si la aceptamos como algo correcto estaríamos más adelante cuestionando a Dios de injusto porque castigó eternamente al hombre de un pecado del cual él era solo una víctima.
2. Dios no solo odia y aborrece el pecado, sino que también aborrece al que practica el pecado
Dios no odia el pecado porque el pecado nos lastima, Dios aborrece el pecado y al pecador porque es una rebelión contra Él, su carácter y santidad. Si por algo Él nos invita a la santidad es por que Él es Santo (1 Pedro 1:16).
Pero los transgresores serán destruidos a una; la posteridad de los impíos será exterminada. (Salmos 37:38)
Los que se ensalzan no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad. (Salmos 5:5)
3. No tener un correcto entendimiento de cómo ve Dios el pecado distorsiona drásticamente el verdadero significado de la santidad, de la gracia y del evangelio
Es cierto, la santidad ha sido lograda por medio de Cristo, y esto nos sitúa en un estado privilegiado. Hemos sido santificados por medio de Cristo. En la medida que veo mi condición de pecador y de cómo el pecado me arrastra constantemente, puedo estar consciente de mi debilidad y mi dependencia absoluta de su gracia y favor. Cuando veo los efectos del pecado y su dimensión en la creación, entonces entiendo por qué la ira de Dios fue descargada sobre Cristo y no sobre mí, entiendo el porqué Jesús tuvo que venir a la tierra a ocupar mi lugar, entiendo el precio que Él tuvo que pagar y el valor de la salvación para mi vida. Ahora yo soy declarado santo por la vida santa que Cristo vivió y por medio de Él he adquirido este estado. ¡Gloria a Dios!, sin embargo la santidad también es un mandato que estoy llamado a obedecer, así que decirle a esta generación de jóvenes “la santidad no es un camino de abstinencia sino un camino de libertad”, fuera de lo que Dios dice en su Palabra, es invitarla a una vida sin responsabilidad en este proceso, es decirles lo que ellos quieren oír, y no lo que Dios dice. Es la Escritura que nos enseña que la santidad también es progresiva, y nos invita a una vida de abstinencia. Veamos lo que Dios dice:
“Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”. (1 Pedro 2: 11)
“Absteneos de toda especie de mal”. (1 Tesalonicenses 1:22)
“Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación”. (1 Tesalonicenses 4:7:)
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. (Gálatas 5: 16)
“Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”. (Romanos 13:-14)
4. La preocupación por el legalismo
En la entrevista se evidencia cierta preocupación por el legalismo, pero queda muy claro que ser legalista es tan peligroso como ser liberal; ambos se encuentran en la misma canasta, ambos muestran un desconocimiento de la Gracia de Dios. Ya sea que se diga la santidad es un camino de libertad, como que la santidad es un camino de obras, normas y reglas; ambos estados son peligrosos. La santidad es un estado y un camino, un estado adquirido por Cristo, y un camino que requiere mi cuota de responsabilidad, y compromiso, un camino que debe ser evidente a todos.
¿Cuál es mi recomendación?
Mi recomendación es esta, motivemos a los jóvenes a amar, leer, estudiar, meditar, memorizar, aplicar y vivir la Palabra de Dios; ya que en la medida que los jóvenes se sumergen en Ella sus mente son renovadas y santificadas. El salmista decía: ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti. (Salmos 119:9,11). ¿Puede usted ver la relación entre sumergirse en la Palabra de Dios y el efecto que tiene en el andar diario del cristiano? Jesús le pedía al Padre por sus discípulos de esta manera: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad”. (Juan 17: 17) Si hoy en día los jóvenes no viven en santidad es porque no tienen un correcto entendimiento de Dios, del pecado y del Evangelio, es porque no han hecho de la Palabra de Dios la lámpara que alumbrará en su caminar, la espada que guardará sus mentes, la verdad que los santificará.