El conflicto en Israel: una mirada desde la fe cristiana

En medio de la tragedia, recordamos las palabras de Jesús en Lucas 13:1-5, subrayando la necesidad de arrepentimiento y la gravedad del pecado. Nuestro anhelo es que tanto judíos como palestinos conozcan la reconciliación con Dios a través de Jesucristo, buscando no solo paz temporal sino eterna.

El conflicto que se ha desatado entre judíos y palestinos como consecuencia de los ataques sorpresivos de Hamas en diferentes puntos de Israel el sábado pasado, tiene un sentido más real e impactante para mí ahora de lo que habría tenido normalmente.

Se supone que el domingo 8 de octubre mi esposa y yo salíamos de México con un grupo de Monterrey para encontrarnos con otros pastores y amigos en Israel el lunes 9 de octubre. El ataque de Hamas fue el 7 de octubre, así que los planes para viajar a Israel fueron cancelados.

Es un sentimiento extraño, porque por un lado damos gracias a Dios porque no estábamos allá cuando comenzó el ataque, en uno de los momentos más violentos de Israel en los últimos 50 años. Por otro lado, me doy cuenta que todas las víctimas de ese ataque no merecen vivir menos que yo. Dios me ha dado la oportunidad de vivir otro día, y otros no tuvieron esa oportunidad. ¿Cómo respondemos como cristianos ante una situación así? Esto es exactamente lo que le preguntaron a Jesús sobre eventos injustos e inesperados que sucedieron durante Su tiempo:

En esa misma ocasión había allí algunos que contaron a Jesús acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios. Él les respondió: “¿Piensan que estos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque sufrieron esto? Les digo que no; al contrario, si ustedes no se arrepienten, todos perecerán igualmente. ¿O piensan que aquellos dieciocho, sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, eran más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Les digo que no; al contrario, si ustedes no se arrepienten, todos perecerán igualmente” (Lucas 13:1-5)

Aunque como cristianos tenemos la responsabilidad de buscar, promover y anhelar la justicia en la sociedad, también entendemos que nuestro principal problema no es social. La verdadera solución en nuestro mundo no es que se acaben las guerras y las injusticias, sino la reconciliación con Dios a través de Jesucristo. Nuestro anhelo es que los judíos conozcan a Jesús como su Mesías y Salvador. Mientras eso no suceda, la paz que ellos pueden experimentar solo es temporal.

Mientras oramos por la paz en Jerusalén, oramos por la paz con Dios a través del evangelio no solo en los que viven en Jerusalén, sino también para los palestinos.

Este es nuestro verdadero anhelo para la gente de todas las naciones: la fe y el arrepentimiento. Cuando Dios permite una tragedia en nuestro mundo, es para que podamos ver que el pecado es grave, y que la única verdadera esperanza se encuentra en lo que Dios nos ofrece, no solo en esta vida sino por toda la eternidad.  En palabras de Jesús: “si ustedes no se arrepienten, todos perecerán igualmente”.

Mientras tanto, también levantamos nuestra voz sobre las injusticias que nos rodean. La Biblia nos enseña que tenemos una responsabilidad hacia nuestro prójimo. La parábola del buen samaritano nos enseña que el amor, aún hacia nuestros enemigos, se manifiesta en actos externos concretos que suplen necesidades y muestran misericordia en medio de la tragedia (Lucas 10:30-37).

En el caso de lo que está sucediendo en Israel, creo que la raíz del conflicto es mucho más profunda que solo una disputa territorial. Creo que son manifestaciones de anti-semitismo que han existido durante toda la historia de existencia del pueblo judío. Hamas no está buscando justicia, sino está ejecutando su odio hacia una nación. Ellos, así como muchos en otras partes del mundo, quieren la aniquilación de los hebreos, de la misma manera que Hitler lo anhelaba durante la Segunda Guerra Mundial. Lo que estamos viviendo ahora no es más que otro holocausto. Afirmar que Israel está siendo víctima del terrorismo musulmán extremista no es afirmar que Israel ha sido inocente siempre como nación. Pero en términos generales, los ataques de Hamas son el resultado de un odio irracional contra Israel, basado simplemente en etnicidad.

Amamos a nuestros prójimos judíos y amamos a nuestros prójimos árabes. Mostramos misericordia ante los que sufren y también denunciamos el pecado del racismo y el odio. Al estar escribiendo esto, se supone que mi esposa y yo deberíamos estar disfrutando de conocer los lugares por donde caminó Jesús. Pero estamos en México, orando que Dios use esta guerra para manifestar Sus planes en Medio Oriente para que más personas de toda tribu, lengua y nación lo conozcan como el verdadero Rey de reyes y Señor de señores. Aprovechemos toda oportunidad de ser sal y luz en un mundo caído que necesita esperanza real y eterna.

Nathan Diaz

Nathan Diaz

Es pastor de enseñanza en la Iglesia Evangélica Cuajimalpa en la ciudad de México y productor del programa de radio «Clasificación A» que se transmite en emisoras de México, Argentina, Nicaragua, España y Estados Unidos. Estudió Biblia y teología en el Instituto Bíblico Moody de Chicago. Él y su esposa Cristin tienen tres hijos, Ian, Cael y Evan.

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