Dios odia la inmoralidad sexual

[dropcap]Q[/dropcap]uienes aman también deben odiar. Los que aman lo bueno, lo provechoso, lo honorable, deben odiar lo malo, lo perjudicial, lo innoble. Nos definimos por las cosas que amamos así como por las que aborrecemos. Y lo que es cierto de nosotros también es cierto de Dios (o, mejor dicho, lo que primero es cierto de Dios por consiguiente es cierto de nosotros). Para que Dios ame también debe odiar.

La Biblia nos habla de muchas cosas que Dios odia, a veces diciendo explícitamente «Dios odia esto» y otras veces describiendo tales cosas como «abominables» o «detestables». Cuando reunimos todas las piezas, descubrimos que hay ocho categorías generales de cosas que él odia. Ya hemos visto que Dios odia la idolatría. Hoy quiero mostrar que Dios odia la inmoralidad sexual.

Dios odia la inmoralidad sexual

Los seres humanos somos seres sexuales. Somos mucho más que eso, desde luego, pero no somos menos. Nuestra sexualidad es parte de quiénes somos y lo que somos, un don bueno de Dios dado para vincular al esposo y la esposa y para expandir la raza humana. Como todo lo demás que tenemos, nuestra sexualidad es un regalo que se nos confía. Debemos administrarlo fielmente, usarlo en las formas que Dios manda y rehusar usarlo como él prohíbe. Dios estipula que el sexo solo debe existir en el matrimonio de un hombre con una mujer y además estipula que debe existir en ese contexto (1 Corintios 7:1-5). Tal como es pecaminoso tener sexo fuera del matrimonio, es pecaminoso no tener sexo dentro del matrimonio.

Dios ama cuando los seres humanos usan el don de la sexualidad en las formas que él ordena, pero luego necesariamente odia cuando abusan de este don de otras formas. Específicamente, él odia actos de homosexualidad y bestialidad (Levítico 18:22-23) así como el travestismo (Deuteronomio 23:18). Podríamos aplicar esto a un contexto moderno observando que el dinero gastado o ganado ilícitamente deshonra a Dios, aun cuando se dé a una causa noble.

Dios también odia el divorcio, la ruptura del vínculo matrimonial (Malaquías 2:14-16). Malaquías 2 es un pasaje complejo cuya traducción es controvertida, pero podemos estar seguros de esto: lo que pudo haber sido opaco en el Antiguo Testamento, cuando el divorcio se permitía, queda totalmente claro en el Nuevo Testamento cuando el divorcio se prohíbe excepto en el caso de adulterio (ver Marcos 10:1-12). Dios odia especialmente el divorcio cuando el objeto es la explotación de otra persona como en Deuteronomio 24:4, donde al parecer el énfasis está en el esposo que se casa para recibir la dote de la esposa, se divorcia de ella, y más tarde se vuelve a casar con ella para recibir una segunda dote.

En resumen, Dios odia el pecado sexual, odia cualquier profanación del don de la sexualidad, y odia cualquier deshonra del matrimonio, el único contexto correcto para la sexualidad.

Por qué Dios odia la inmoralidad sexual

¿Por qué Dios odia la inmoralidad sexual? Porque en cierta forma el pecado sexual es más grave que otras formas de rebelión. En 1 Corintios 6:18 leemos estas sorprendentes palabras: «Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo». Los estudiosos bíblicos debaten sobre el significado de las palabras, pero al menos esto está claro: el pecado sexual es una burla de la significativa unión física y sexual formada en la relación sexual. Como señala la Reformation Study Bible: «En la enseñanza de Pablo, la unión física involucrada en la inmoralidad sexual tiene consecuencias especiales porque interfiere con nuestra identidad cristiana como personas que se han unido a Cristo por medio del Espíritu Santo». Quienes están unidos a Cristo no tienen ningún derecho a unirse con una prostituta o alguien más con quien no estén casados.

El pecado sexual degrada y usa indebidamente el cuerpo en el que Dios habita como su templo. «¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios» (1 Corintios 6:19-20). Bien vale notar el lenguaje similar que usa Pablo para describir la idolatría y la inmoralidad sexual. Ambas son señales de profunda rebelión contra Dios.

El juicio de Dios sobre el que comete inmoralidad sexual

Dios es totalmente claro en su juicio a la inmoralidad sexual. Gran parte del capítulo 1 de Romanos está dedicado a demostrar que el juicio de Dios cae sobre aquellos que cometen pecado sexual y, con el tiempo, caen cada vez más profundo en él. «Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no solo siguen practicándolas, sino que incluso aprueban a quienes las practican» (Romanos 1:32). En efecto, Pablo llega a mostrar que el incremento del pecado sexual es la forma de juicio de este mismo, mediante el cual Dios entrega a las personas a su pecado. 1 Corintios 6:9 insiste en que ni los que cometen inmoralidad sexual ni los homosexuales verán el cielo, y hay ecos de esto en Gálatas 5:19-21, Efesios 5:5, y Apocalipsis 22:15. El autor de la carta a los Hebreos exige: «Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales» (Hebreos 13:4). Quienes cometen inmoralidad sexual enfrentarán el justo y eterno juicio de Dios.

Esperanza para el que comete inmoralidad sexual

Con todo, hay esperanza aun para el que comete inmoralidad sexual. En su primera carta a Timoteo, Pablo discute el propósito de la ley de Dios y dice que la ley fue dada «para los que cometen inmoralidades sexuales o los que practican la homosexualidad» (1:19, NTV). ¡Dios se ha preocupado de todos los pecadores! La ley fue dada por gracia para exponer su pecado, su deseo de pecar, y su incapacidad para dejar de pecar. Pero, desde luego, la ley no fue suficiente, así que Pablo de inmediato pasa de lo bueno de la ley a lo bueno del evangelio, al cual se refiere como «el glorioso evangelio del Dios bendito» (RVC). Ese evangelio insiste en que ninguno de nosotros está más allá de la redención, nadie está más allá de la salvación, con tal de que nos volvamos a Cristo en busca de perdón. «Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos: que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores» (1:15). No hay pecador que esté excluído de su gracia.

«Huyan de la inmoralidad sexual», dice Pablo (1 Corintios 6:18). Debemos huir de este pecado, y mediante el evangelio podemos hacerlo.

Versos clave sobre la inmoralidad sexual

Si quieres emprender un estudio más completo, estos son algunos versos clave acerca del odio de Dios hacia la inmoralidad sexual.

  • Dios diseñó el matrimonio y la sexualidad en torno al hombre y la mujer (Génesis 2:24-25).
  • Dios odia los actos homosexuales (Levítico 18:22).
  • Dios odia los actos sexuales entre humanos y animales (Levítico 18:23).
  • Dios odia el uso de ropa del sexo opuesto (Deuteronomio 22:5).
  • Dios odia y no aceptará como ofrenda la ganancia de la prostitución (Deuteronomio 23:18).
  • Dios odia la explotación mediante el divorcio (Deuteronomio 24:4).
  • Dios odia el divorcio (Malaquías 2:14-16).
  • Dios odia la inmoralidad sexual en todas sus formas (Gálatas 5:19-21; Efesios 5:5; Apocalipsis 22:15).
  • Dios creó el cuerpo para la pureza, no para la inmoralidad (1 Corintios 6:13).
  • Dios nos manda que huyamos de la inmoralidad sexual (1 Corintios 6:18).
  • Dios ofrece perdón para el que comete inmoralidad sexual (1 Corintios 6:9-11).
  • Dios ordena la exclusividad de la relación sexual dentro del matrimonio (Hebreos 13:4).

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Challies.com.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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