Dios me dijo…

Esta práctica ha estado presente durante mucho tiempo, pero que algo haya superado la prueba del tiempo no significa que es válido. 
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Dios me dijo|Dios me dijo

El título que encabeza este artículo es uno que se puede escuchar con bastante frecuencia entre los cristianos. En general, consideramos que es sólo una forma común de hablar en los círculos cristianos para expresar un sentimiento, un sentido, una impresión o una dirección que uno cree que proviene de Dios. Pero al usar esa frase, tal declaración no se interpreta como revelación divina.  Pero no todos lo ven de esa manera. Algunos consideran que las palabras internas de Dios o las revelaciones son reales, incluso autoritativas. ¿Acaso las ponen a la par de las Escrituras? Tal vez ellos no harían esa afirmación, pero cuando otorgan cualquier tipo de autoridad a las revelaciones personales, existe la peligrosa tendencia de alejarse de la Sola Scriptura y desviarse hacia el misticismo, y probablemente a algo peor.  Esta práctica ha estado presente durante mucho tiempo, pero que algo haya superado la prueba del tiempo no significa que es válido. 

Dios me dijo. Thomas Müntzer

En un sermón de 1524, Thomas Müntzer, se comparó asimismo con los profetas Jeremías y Daniel mientras predicaba frente al Duque Juan (quien fue hermano de Federico “el sabio”, protector de Martín Lutero), su hijo y otros oficiales. Su sermón fue de Daniel 2, el que tenía como objetivo unir a los nobles para utilizar la fuerza a fin de instaurar la reforma protestante. Martín Lutero tomó un camino de mayor paciencia al dejar que la exposición de la Santa Palabra hiciera el trabajo de la reforma, en una famosa broma dijo: “No hice nada más que orar y predicar. La Palabra lo hizo todo. Si lo hubiera deseado, podría haber empezado un motín en Worms, pero mejor me quedé quieto y bebí cerveza con Melanchthon y Amsdorf, y entre tanto, Dios le daba un gran golpe al papado”.  Pero Müntzer consideró que eso era desobediencia y fracaso de parte de Lutero. Sin negar la Escritura ni el poder de esta, Müntzer señaló que la revelación debe acompañar a la Escritura. Por revelación, no se refería al trabajo iluminador del Espíritu Santo mientras el estudiante de la Palabra indaga en el texto bíblico, he aquí la forma como él lo definió: “Sin embargo, si vamos a reconocer la justicia de Él [refiriéndonos a Cristo], debemos ser conscientes diariamente de la [nueva] revelación de Dios”. Afirmó que tal revelación se había “vuelto bastante valiosa y rara en este mundo perverso”, echó la culpa, hasta cierto punto, a la insistencia de Lutero y sus compañeros en la Sola Scriptura por descuidar la revelación asociada con la Escritura.  Él les reprendió: “Ellos enseñan y dicen que Dios ya no revela sus misterios divinos a sus amados amigos por medio de visiones válidas o Su palabra audible, etc. Así se mantienen con su manera inexperta… y hacen uso del sarcasmo para aquellas personas que andan en posesión de revelación, como lo hicieron los impíos con Jeremías”. Entonces, tomando el manto de Daniel ante Nabucodonosor, insinuó que de la misma manera que Dios advirtió al antiguo rey de Babilonia a través de la revelación dada a Daniel, estaba advirtiendo a estos gobernantes sajones.  El sermón tuvo como objetivo reprender a Lutero y a sus colegas por atacar la “obra” del Espíritu Santo dada a través de la revelación. “Tales teólogos eruditos son adivinos que repudian públicamente la revelación de Dios y así atacan al Espíritu Santo en Su obra. Por lo tanto, no es costumbre de las personas piadosas rechazar lo bueno con lo malo, ya que San Pablo dice a los Tesalonicenses: no menospreciéis las profecías. Antes bien, examinadlo todo cuidadosamente, retened lo bueno; absteneos de toda forma de mal” (1 Ts. 5:20-22). En el pensamiento de Müntzer, negar lo que él afirmaba como revelación, sería el acto de menospreciar los enunciados proféticos, apagando así al Espíritu Santo.  ¿Cuán certeramente creía Müntzer que hablaba con revelación de Dios? Él ataca el uso de la razón (“luz natural”) y la búsqueda en las Escrituras (“ayuda improvisada con pasajes de las Escrituras”) como adecuados para interpretar el significado de un texto. De modo que habría rechazado la regla infalible de interpretación de la Escritura por la Escritura misma. En su lugar, llamó a sentir “la operación de la Palabra divina brotando de su propio corazón”. La persona que recibe revelación “no necesita soportar el agua estancada en el pozo”. Insiste en que la comprensión del pasaje viene de Dios a través de la revelación, o lo que él llama “la Palabra interna escuchada en las profundidades del alma a través de la revelación de Dios”.  Obviamente místico en su enfoque de la revelación escrita e interna de Dios, Müntzer mantuvo el uso de visiones (aludiendo a la visión de Pedro en Hechos 10) para ayudar con esos tiempos de lucha para aceptar “la claridad y la certeza de la Palabra interna”, como George H. Williams y Angel M. Mergal explican. En otras palabras, él pensó que algún tipo de “perfección en lo más profundo de su corazón”, como él lo expresó, era el medio para comprender la revelación de Dios, ya sea escrita o recibida personalmente.  Müntzer ciertamente no descartó la Palabra escrita. Él la aceptó e incluso insistió en probar a través de ella las revelaciones internas. Sin embargo, le dio tanto valor a las revelaciones que pudo afirmar lo siguiente: “[él] debe velar con cuidado para que nadie se pierda de lo que ha visto, ya que [la visión] se hará realidad”. La certeza de su veracidad y realización, en su pensamiento, podrían decirse tanto de las Sagradas Escrituras como de la visión o revelación recibida. Es por eso que, mientras exponía su tesis con la nobleza alemana, trató de darles la seguridad de que lo que él habló a través de la revelación podría ser autoritativo. No tuvo reparos en pedir su acción para forzar la Reforma con la espada. Estaba listo para actuar personalmente.  Roland Bainton señala que solo unos pocos meses antes del sermón de Müntzer a los nobles sajones, el ardiente místico afirmaba tener “treinta unidades listas para masacrar a los impíos”. Además, su intento de confirmar sus revelaciones mediante el uso de las Escrituras demuestra una desquiciada hermenéutica, lo que bien podría llamarse prueba del texto. Ignorar la suficiencia de las Escrituras conduce inevitablemente a la prueba del texto para dar validez a las revelaciones personales.  Debido a que enfrentó críticas y tal vez algún nivel de persecución por sus puntos de vista (sin duda lo hizo más adelante), Müntzer relacionó las revelaciones con tribulaciones y sufrimientos. Entonces, el que recibe las revelaciones puede contar con el sufrimiento por ello. Esa forma de pensamiento, por supuesto, le da a la persona un gran camino emocional para reclamar validez a sus revelaciones.  Dio un golpe a Lutero, quien lo criticó por confiar en la revelación en lugar de solo en la Palabra. “De hecho, es una marca del verdadero espíritu apostólico, patriarcal y profético atender las visiones y alcanzar la misma dolorosa tribulación. Por lo tanto, no es extraño que el Hermano ordo porcino y el Hermano vida suave (ambas referencias a Lutero) las rechacen” (es decir las revelaciones y visiones reclamadas por Müntzer).  Claramente, su intención era sofocar el ministerio expositivo y el acercamiento más paciente de Lutero en la reforma, en favor de las revelaciones visionarias de Müntzer que pedían la acción militar agresiva por parte de la nobleza. Decir que trató de manipular el pensamiento de los nobles burlándose de Lutero no es una exageración. Es notorio que, si alguien no se puede mantener en el fundamento seguro de la Sagrada Escritura, sino que se basa en la “palabra interna” o las revelaciones personales de Dios, entonces la manipulación, las insinuaciones y el lenguaje pedante hacia los que están en oposición serán algo común. En lugar de confiar en las Sagradas Escrituras, Müntzer dejó a su lengua capaz el cortar y quemar a quienes exponían sus fallas teológicas. 

Dios me dijo. La Confesión Bautista de Londres de 1689

En contraste, La Confesión Bautista de Londres de 1689 reconoce que “la iluminación interna del Espíritu de Dios es necesaria para un entendimiento salvador de aquellas cosas que están reveladas en la Palabra”. Pero claramente establece, “Todo el consejo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para Su propia gloria, la salvación del hombre, la fe y la vida, está expresamente expuesto o necesariamente contenido en la Santa Escritura; a la cual nada, en ningún momento, ha de añadirse, ni por nueva revelación del Espíritu ni por las tradiciones de los hombres”. Un siglo antes, los herederos de la Reforma en la Confesión Belga (1561) explicaron: “Creemos que estas Sagradas Escrituras contienen completamente la voluntad de Dios, y que todo lo que el hombre debe creer para salvación, se enseña lo suficiente en ellas… es ilegal para cualquiera, a pesar de ser un apóstol, enseñar lo contrario de lo que ahora nos enseñan las Sagradas Escrituras”.  “Dios me dijo…”. Cuando se refiere a una revelación personal o visión, se aleja de la fidelidad del Dios viviente que nos dio las Escrituras como Su revelación. La confianza en la suficiencia de la Palabra de Dios sirve como base para toda práctica personal y corporativa en la vida cristiana. Mantengámonos firmes en la Palabra de Dios que nunca se desvanece y que permanece para siempre (Is. 40:8, Sal. 119:89).

Phil Newton

Phil plantó la iglesia South Woods Baptist Church en Memphis, Tennessee en 1987 y continúa sirviendo como pastor principal de esa congregación. Anteriormente fue pastor de iglesias en Mississippi y Alabama. Recibió su educación en la Universidad de Mobile (B.A.), el Seminario Teológico Bautista de Nueva Orleans (M.Div.), El Seminario Teológico Fuller (D.Min.) Y el Seminario Teológico Bautista del Sureste (Ph.D.). Phil y su esposa Karen se casaron en 1975, y tienen cinco hijos y siete nietos.

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