Devocional de navidad: El anuncio del nacimiento

Devocional de navidad: El anuncio del nacimiento

«¿Cómo será esto, puesto que soy virgen?». Este fue la pregunta que una joven de Israel le hizo al ángel Gabriel cuando él le anunció que concebiría en su vientre (Lc 1:34). La pregunta, claro está, era razonable ya que María —así se llamaba— no había conocido varón aún. «María no conoce a ningún hombre y, por tanto, no puede esperar quedar embarazada. ¡Ella entiende la biología natural!».[1] Y es que María no está dudando, ella está sorprendida de lo que acaba de escuchar: que el hijo que dará a luz se llamará Jesús, pero más aún que «será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de Su padre David» (v. 32); y luego, quizá hubo más sorpresa al escuchar que «el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Niño que nacerá será llamado Hijo de Dios» (v. 35). ¡Qué cosa más sublime! «Jesús»; «será grande»; «Hijo del Altísimo»; «el trono de Su padre David»; «Hijo de Dios». Parece mucho para una jovencita que simplemente pensaba en tener un hogar normal como otras mujeres judías. Pero, dejando eso de lado, podemos considerar qué es lo que significaban todos esos títulos y nombres que Gabriel le dio a conocer a María. Jesús Se llamará Jesús. Salvador. Eso es lo que significa el nombre, y eso es lo que señala Su principal labor al venir a este mundo. Lucas registra las mismas palabras de Jesús más adelante en su evangelio cuando expresó que «el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lc 19:10). Cuando más tarde los ángeles anunciaron a los pastores que el Niño había nacido, dijeron: «Ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador…» (Lc 2:11). «Dios podría ser justo y, sin embargo, por causa de Cristo, justificar a los impíos. La salvación ya no debía verse a través de tipos y figuras, sino abiertamente y cara a cara».[2] Grande «Será grande», agregó el ángel Gabriel. No sabemos cuánto conocimiento tenía María de las Escrituras, pero quizá lo suficiente para que, al escuchar esto, recordara lo que el profeta Miqueas dijo unos 700 años antes: «Él será engrandecido hasta los confines de la tierra» (Mi 5:4c), haciendo una clara alusión al Mesías. Juan el bautista sería «grande delante del Señor» (Lc 1:15), pero Jesús sería simplemente «Grande». Un Salvador prometido, el Mesías poderoso que no conoce límites de grandeza. El niño Jesús también sería Hijo del Altísimo; «este es un título que se refiere a su posición como gobernante soberano supremo. Identificar a Jesús como Hijo del Altísimo es afirmar que Él tiene la misma esencia de Dios».[3] Y, «esto indica que su significado, cuando se aplica a Dios, es el “Exaltado”, que se eleva muy por encima de todos los dioses y hombres».[4] ¡Imagínate lo que María sintió cuando oyó esto! Pero nosotros podemos apreciar también con reverencia quién es el Salvador que fue anunciado y de esta forma volvernos en adoración genuina como María lo hizo luego (Lc 2:46-55). Trono de David Pero también el ángel anunció que el Niño recibiría el trono de Su padre David; una clara referencia a Su calidad de Rey. Dios había prometido a David que «tu casa y tu reino permanecerán para siempre delante de Mí; tu trono será establecido para siempre» (2 S 7:16), y ahora María estaba oyendo que su niño sería el cumplimiento de esta promesa; no solo tendría un hijo, daría a luz a un Rey eterno cuyo trono se afirmará porque sería, como Gabriel lo mencionó en último lugar, el Santo Ser (RVR60), [que] será llamado Hijo de Dios. ¡Qué maravilloso mensaje de salvación y victoria se nos da a conocer a través del anuncio del nacimiento que el ángel Gabriel le dio a María! No debemos mirar estas cosas por una simple curiosidad, sino con profunda devoción y temor; Dios no solamente nos ha dado un Salvador, también nos ha dado un Gran Rey eterno y, por sobre todas las cosas, se ha dado a Sí mismo en la persona de Su Hijo. Y así como Elisabet le dijo a su prima María, «bienaventurada la que creyó que tendrá cumplimiento lo que le fue dicho de parte del Señor» (Lc 1:45), también somos bienaventurados si creemos en este Salvador y todo lo que ha tenido cumplimiento sobre Él. ¿Crees en Jesús el Salvador y Rey? Oración Señor, gracias te damos por mostrar Tu grandeza acordándote de los humildes. Gracias te damos por enviarnos un Gran Salvador, un Rey eterno; te alabamos por el Hijo del Dios Altísimo que prefirió llegar a este mundo en un pesebre antes que en un trono de oro. Contemplamos Tu majestad e imploramos que Tu gracia cautive nuestros corazones como lo hiciste con María. Deseamos adorar al único Dios que nació para morir por nosotros y reinar. Amén.


[1] Darrell L. Bock, Luke [Lucas], ECNT, (Grand Rapids, MI: Baker, 1994), 118. [2] J. C. Ryle, Expository thoughts on Luke [Pensamientos expositivos sobre Lucas] (Vol. 1), (Carlisle, PA: Banner of Truth, 1986), 57. [3] John MacArthur, Lucas, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento, (Grand Rapids, MI: Portavoz, 2016). [4] International Standard Bible Encyclopedia [Enciclopedia bíblica estándar internacional], E-text version Copyright 2002, HeavenWord.

Ricardo Daglio

Ricardo es pastor en la iglesia de la Unión de Centros Bíblicos en la ciudad de Villa Regina, Río Negro – Patagonia Argentina. Casado con Silvina, tiene tres hijos, Carolina, Lucas y Micaela. Sirvió al Señor como pastor en Uruguay, en la ciudad de Salto durante dieciséis años. Desde el año 2008 pastorea la iglesia local en Villa Regina. La filosofía de enseñanza bíblica es «La Biblia, versículo por versículo», la predicación expositiva secuencial de la Palabra de Dios.

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