Durante las últimas semanas he encontrado muchos artículos sobre la diversidad en el liderazgo de la iglesia. Específicamente, he visto discusiones sobre si las iglesias deberían hacer de la diversidad en su liderazgo pastoral un asunto de prioridad o siquiera de consideración. No es de sorprender que, dado el medio de internet y el actual contexto cultural, muchas de estas discusiones no han resultado muy bien. Como yo vivo y ministro en la ciudad más diversa del mundo, esto es algo en lo que he tenido que pensar personalmente y algo que mi iglesia ha tenido que considerar a nivel de la congregación. Tengo algunas ideas que me gustaría ofrecer para consideración y espero que las escuches y evalúes. En este artículo voy a compartir algunas reflexiones iniciales, luego te pediré tus comentarios al respecto. Luego espero preparar un segundo artículo basado en todo esto.
El plan de Dios para la iglesia
La Biblia deja claro que Dios está edificando una iglesia diversa. El plan de Dios es que una iglesia que comenzó en un lugar con un pueblo pronto se esparciría por toda la tierra para llegar a ser una iglesia en cada lugar y de cada pueblo. Vemos el resultado final en una bella y vívida descripción en pasajes como Apocalipsis 5 y 7. Dios está atrayendo representantes de todas las tribus, lenguas, pueblos y naciones (y, por supuesto, de todas las clases, castas, edades, sectores, etc.). Ciertamente habrá un cumplimiento último y celestial de esta visión cuando Cristo regrese, pero naturalmente anhelamos ver un cumplimiento temporal y terrenal. Y lo hacemos, a través de la iglesia local. La iglesia local es el lugar donde se espera que veamos unidad en diversidad. Pausa: analicemos la diversidad. Cuando hablamos de ella hoy en Norteamérica, normalmente nos referimos a diversidad racial, pero deberíamos considerar mucho más que eso. Deberíamos incluir clase, edad, país de origen, situación económica, etc. En realidad deberíamos buscar cualquier forma en que la humanidad se distingue o divide a sí misma, y desear ver unidad antes que división en cada una de ellas. No todas las comunidades son racialmente diversas, pero yo apostaría a que cada comunidad es diversa de alguna forma, aunque se menos notorio. Fin de la pausa. Volviendo a los primeros días, Pablo no iba raudamente por el mundo antiguo plantando la Primera Iglesia Judía de Galacia para todos los judíos, y en la siguiente cuadra, la Primera Iglesia Gentil de Galacia para todos los gentiles. Más bien, él plantaba iglesias que estarían compuestas tanto de judíos como de gentiles, una división que muchos consideraban insalvable. No obstante, él insistía en que el evangelio de Jesucristo proveía todo lo que ellos necesitaban para experimentar una unidad perfecta. El plan de Dios no era tener iglesias judías e iglesias gentiles, sino iglesias judeo-gentiles. Él quería que ellos entonces —y nosotros ahora— tuvieran iglesias que salvaran las divisiones en lugar de formarse en torno a las divisiones. Dios quiere que tengamos iglesias que manifiesten una unidad-en-diversidad celestial aquí mismo en la tierra.
Tres principios
Ahora, planteemos algunos principios relacionados con la iglesia local. Principio 1: una iglesia tiene una responsabilidad particular con su comunidad local. Cada iglesia local tiene una responsabilidad geográfica. Ningún verso bíblico que yo conozca lo dice explícitamente, pero creo que podemos considerarlo un asunto de sentido común (y quizá una aplicación de los círculos concéntricos crecientes de Hechos 1:8). Tengo una mayor responsabilidad con las personas no salvadas a las que puedo llegar en automóvil desde mi iglesia, que las personas a las que puedo llegar en avión. Yo tengo una mayor responsabilidad con las personas no salvadas de Canadá que con las de China. Como cuerpo mundial de cristianos, debemos alcanzar este enorme planeta, pero como partes individuales de ese cuerpo, nuestra primera responsabilidad es alcanzar nuestro pequeño espacio en él. Principio 2: una iglesia idealmente reflejará a su comunidad. Si es cierto que una iglesia tiene una particular responsabilidad con su comunidad local, tiene sentido que el ideal de una iglesia sea reflejar a esa comunidad y cualquier diversidad que ella presente. En otras palabras, deberíamos desear que la composición de nuestras iglesias refleje la composición general de las personas próximas a ellas. Al ser esto así, nos corresponde comparar nuestras iglesias con nuestras comunidades para ver si se observa al menos una correlación general. Si observamos que en una iglesia predomina X mientras que en la comunidad predomina Y, esa es información que amerita reflexión. Puede decirnos que no estamos llegando de manera efectiva a cierta gente o grupo en nuestra comunidad. Peor aún, puede decirnos que sencillamente no nos preocupan las almas de ese grupo de gente. Y si no nos preocupan, ¿a quién le van a preocupar? No es la responsabilidad de los cristianos en Tulsa o Timbuktu llegar a las personas alrededor de mi iglesia, sino de los cristianos como yo en Toronto. Y si nuestra responsabilidad particular es compartir el evangelio con estas personas, pero no lo estamos haciendo o no vemos ningún fruto de nuestro esfuerzo, probablemente deberíamos estar dispuestos a preguntarnos por qué es así. Principio 3: el ideal del liderazgo de una iglesia es que refleje la congregación. Una vez más, no vamos a encontrar un capítulo y un versículo que respalde esto, pero creo que cabe en el ámbito de lo obvio. Si una iglesia está compuesta por X, Y, y Z, esperaríamos que el liderazgo también esté compuesto por X, Y, y Z. ¿Por qué? Porque Dios dota y capacita a todo tipo de personas. Él dota y capacita a jóvenes y viejos, blancos y negros, nativos e inmigrantes, ricos y pobres, etc. No hay indicación de que él otorgue el don de liderazgo o los requisitos del anciano a un tipo o categoría más que a algún otro. Allí donde una comunidad es diversa, deberíamos anhelar iglesias diversas. ¿Por qué? Porque ellas nos brindan la oportunidad de ver el evangelio haciendo lo que solo el evangelio puede hacer, que es traer verdadera unidad a través, a pesar de y en medio de la diversidad. Tal vez digas que tu comunidad no tiene diversidad, y eso es posible, pero es más probable que esté ahí y la estés pasando por alto o no logres verla. Una comunidad puede estar compuesta de una raza pero muchas culturas, trasfondos, edades, y clases. Una vez más, es importante que ampliemos la diversidad para que signifique más que meramente raza y la extendamos a cada tipo de agrupamiento o división. Búscala, y creo que la encontrarás.
Consolidación
Quiero volver sobre los tres puntos que he planteado:
- Parece razonable suponer que Dios hará especialmente responsable a cada iglesia local de alcanzar a su comunidad local. Por lo tanto, debemos ser intencionales en identificar y alcanzar a las personas que nos rodean.
- Parece razonable suponer que Dios pretende salvar personas representativas de todos los diferentes tipos o grupos en una comunidad local. Por lo tanto, esperaríamos ver diversidad en nuestras iglesias que en general refleje la diversidad de nuestras comunidades.
- Parece razonable suponer que Dios va a llamar y calificar a líderes pastorales en una proporción aproximada a las personas que él salva. Por lo tanto, esperaríamos ver diversidad en el liderazgo que en general refleje la diversidad en nuestras iglesias.
Aquí no estamos buscando medidas exactas, desde luego, sino patrones generales. Y no estamos buscando una transformación inmediata, sino un cambio que se desarrolle con el tiempo a medida que las personas llegan a la fe, maduran, son calificadas y llamadas. Si un barrio es diverso pero la iglesia no lo es, es una potencial, aunque no necesaria, causa de preocupación. Si una iglesia es diversa pero el liderazgo no lo es, es una potencial, aunque no necesaria, causa de preocupación. Después de todo, Dios es soberano. Él salva a quien quiere y capacita para el liderazgo a quien quiere. Con todo, sin duda podemos convenir en que una iglesia donde predomina X en un área donde predomina Y podría ameritar un análisis en oración. Como mínimo querríamos poder decir con una conciencia limpia que estamos haciendo todo lo posible por alcanzar a Y. Asimismo, sin duda podemos convenir en que un liderazgo donde predomina X en una iglesia donde predomina Y podría ameritar un análisis en oración, de modo que podamos decir con integridad que hemos hecho todo lo posible por buscar, capacitar y examinar a Y para el liderazgo conforme a los criterios bíblicos. Y esto, el análisis, es a lo que me gustaría volver en un artículo de continuación. Recuerda la pregunta que nos trajo aquí: ¿deberíamos hacer de la diversidad en el liderazgo eclesiástico una prioridad? Hemos llegado a una especie de respuesta sí y no. No, no para llenar una cuota o para darnos la credibilidad para escribir un libro o un blog en torno a ser una iglesia diversa, pero sí en el sentido de que nos gustaría que la iglesia reflejara a la comunidad y que el liderazgo reflejara a la iglesia. Las iglesias deberían priorizar con gusto el llegar a su comunidad con toda su diversa composición, y las iglesias deberían priorizar alegremente identificar a líderes que reflejen a su congregación. Dado que la mayoría de las comunidades poseen diversidad de edad, raza, clase, etc., podríamos decir que es importante buscar la diversidad en el liderazgo de la iglesia. En este punto creo que sería sabio que considerásemos un par de cosas. Primero, ¿están nuestras iglesias rechazando explícitamente a ciertas personas para el liderazgo? Muchas iglesias lo hacen, como cuando rechazan a pastores más viejos porque quieren llegar a familias más jóvenes. Tan pronto como decimos: «Esta es una iglesia para X», es probable que rechacemos a Y. Segundo, ¿están nuestras iglesias pasando por alto sutil e inconscientemente a ciertas personas para el liderazgo? Esa es una pregunta más difícil de responder y una que hemos tenido que considerar en Grace Fellowship Church. La respuesta nos sorprendió.