Los libros históricos del Antiguo Testamento (desde Josué hasta Ester) relatan gran parte de la historia de Israel. Nos muestran lo ocurrido con el pueblo de Dios en tres fases: primero, nos hablan de su establecimiento en la tierra prometida, de cómo pasó de un gobierno teocrático a uno monárquico y de su gran apogeo como una nación poderosa; segundo, nos cuentan sobre su infortunio tras dividirse, ser conquistada y llevada al exilio como castigo divino por su idolatría; y tercero, nos hablan de cómo empezó el resurgimiento o repatriación de Israel desde el cautiverio.
En esta sección de la Biblia, encontramos numerosas enseñanzas sobre el orgullo y la humildad; los hechos demuestran las consecuencias de mantener una actitud o la otra frente al Señor. En este artículo, quiero ofrecer 12 pensamientos referentes al orgullo y 12 pensamientos referentes a la humildad, todos basados en estos libros históricos. Para cada uno, haré referencia a pasajes específicos y me detendré en el análisis de un par de ellos. Animo al lector a revisarlos a medida que los mencionamos.
El orgullo en los libros históricos
El orgullo:
- Es pecado delante de Dios (2S 22:28; Neh 9:16, 9:29)
- Se desarrolla en el corazón (2Cr 32:24-25; Est 7:5)
- Piensa primordialmente en sí mismo (1S 18:7-12; Est 6:6-9)
- No sabe manejar el éxito (2Cr 26:16; 2R 14:10)
- Tiene envidia del éxito de otros (1a 18:7-9)
- Provoca que el hombre no quiera someterse (2R 5; 2Cr 36:12; Neh 9:16)
- Busca reconocimiento constantemente (Est 1:1-4, 11, 3:5; 1S 15:12)
- Hace que el hombre sea autosuficiente (1Cr 21; 2R 18:19-35; 2Cr 25:14-16)
- Hace que el hombre se irrite cuando siente que no se le toma en cuenta (Jue 12:1; Est 3:5, 5:9)
- Puede provocar actos irracionales (1S 20:33, 22:17)
- Es castigado por Dios (2R 19:28; 2S 22:28)
- Puede corregirse (2Cr 32:25-26, 7:14)
En resumen, el orgullo es una actitud pecaminosa, que no es externa al ser humano, sino interna, y es condenada por Dios; el Creador no acepta la soberbia y arrogancia humanas. Este pecado es causante de que el hombre no quiera seguir las directrices que ha recibido. Una de sus características fundamentales es su visión antropocéntrica de la vida: para el orgulloso, él es el centro de todo. Si bien puede haber cierto interés en los demás, tal interés será secundario frente a la prioridad que él mismo representa. El orgullo solo necesita de otros para jactarse por medio de reconocimientos, pero cree que no los necesita para nada más.

Un pasaje llamativo de la lista es Nehemías 9:16. En él vemos que el pueblo de Israel, movido por el avivamiento que Dios les daba a través del ministerio de Esdras y de Nehemías, ora a Dios. En ese momento estaban ayunando, adorando a Jehová, recordando las grandes bendiciones de Dios, y trayendo sus pecados ante el Señor. Pate de lo que reconocen es el error de sus antepasados: “Pero ellos, nuestros padres, obraron con soberbia, fueron tercos y no escucharon Tus mandamientos” (énfasis añadido). Y luego, en el mismo contexto de confesión, los reunidos reiteran:
Los amonestaste para que volvieran a Tu ley,
Pero ellos obraron con soberbia y no escucharon Tus mandamientos, sino que pecaron contra Tus ordenanzas,
Las cuales si el hombre las cumple, por ellas vivirá.
Dieron la espalda en rebeldía, fueron tercos y no escucharon (Neh 9:29, énfasis añadido).
La palabra “soberbia” es la traducción del hebreo zud, que significa arrogante, insolente u orgulloso.[1] Me llama la atención la línea de ideas presentes en el versículo: soberbia, terquedad y no escuchar los mandamientos divinos. La arrogancia hace que el hombre sea terco para no oír la voz del Señor. Este mal constituye en una barrera para recibir la Palabra de Dios y, en consecuencia, lleva a más pecados. El pueblo de Israel se hizo sordo a la voz de su Dios y prefirió actuar de acuerdo a su propia voluntad; simplemente no quisieron someterse al Creador.
Otro pasaje llamativo es 2 Samuel 22:28, donde David le dice al Señor: “Salvas al pueblo afligido, pero Tus ojos están sobre los altivos a quienes Tu humillas” (énfasis añadido). Este versículo muestra que Dios está en contra de los orgullosos y le desagrada la soberbia. La palabra “altivo” es la traducción del hebreo rum, que significa “elevación, hacer alarde, soberbia, orgullo o altivez”.[2] Dios, quien es santo y glorioso, odia que el hombre llene su corazón de orgullo, creyéndose más de lo que en realidad es: un ser finito con necesidad del Creador.

La humildad en los libros históricos
La humildad:
- Es demanda por Dios (1R 21:27-29; 2R 22:18-19)
- Se cultiva en el corazón (2Cr 32:24-26; 2R 22:19)
- Piensa en los demás (2S 24:17; Est 4)
- Sabe manejar el éxito (1S 17:34-37; 2 Sa 22)
- Se goza en el éxito de otros (1S 23:16-18)
- Provoca sumisión (2S 7:4-29; 1S 24:8-12)
- No exige reconocimientos (2Cr 1:6-13)
- Depende y descansa en Dios (2S 22, 5:19; 2Cr 1:7-13)
- No se aflige cuando no se le toma en cuenta (1S 23:16-18)
- Mantiene al hombre enfocado (1Cr 29:10-21; 1R 6)
- Es enaltecida por Dios (1S 2:7-8; 2Cr 1:11-12)
- Se debe cuidar y desarrollar (2S 22, 24)
Al buscar el término “humildad” en un diccionario, encontramos que es el antónimo de orgullo, y así mismo lo muestra la Biblia. Se trata de una actitud de comprensión y aceptación del verdadero carácter de Dios y el hombre: mientras que Él es todopoderoso, soberano, sabio, bendito, infalible e infinito, el ser humano es pequeño, finito, falible y pecador y, por consiguiente, necesita de la compasión de su Creador. Los líderes, reyes y demás personajes demostraban humildad cuando adoraban al Señor, buscaban Su dirección, tomaban decisiones centradas en Su voluntad, le daban gloria por sus éxitos y se sometían a Sus ordenanzas.

Quiero que notemos dos pasajes que llaman la atención de la lista mencionada anteriormente. El primero es 2 Reyes 22:18-20:
Pero al rey de Judá que los envió a consultar al Señor, así le dirán: “Así dice el Señor, Dios de Israel: ‘En cuanto a las palabras que has oído, porque se enterneció tu corazón y te humillaste delante del Señor cuando oíste lo que hablé contra este lugar y contra sus habitantes, que vendrían a ser desolación y maldición, y has rasgado tus vestidos y has llorado delante de Mí, ciertamente te he oído’, declara el Señor. ‘Por tanto, te reuniré con tus padres y serás recogido en tu sepultura en paz, y tus ojos no verán todo el mal que yo voy a traer sobre este lugar’”. Y llevaron la respuesta al rey (énfasis añadido).
Notemos los términos “se enterneció” y “te humillaste”. La primera es la traducción del hebreo racác, que significa suavizar, conmover o enternecer,[3] y la segunda es la traducción de kaná, que significa doblar la rodilla, quebrantar, someter o humillar.[4] Es interesante la unión de ambas ideas: un corazón quebrantado y sumiso a Dios es también un corazón que es blando, suave o sensible. Esto es totalmente contrario al orgullo, el cual endurece el corazón humano y lo hace insensible ante las palabras del Señor.
El segundo pasaje es 2 Crónicas 7:12-14:
Y el SEÑOR se apareció a Salomón de noche y le dijo: “He oído tu oración, y he escogido para Mí este lugar como casa de sacrificio. Si cierro los cielos para que no haya lluvia, o si mando la langosta a devorar la tierra, o si envío pestilencia entre Mi pueblo, y se humilla Mí pueblo sobre el cual Mi nombre es invocado, y oran, buscan Mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces Yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra” (énfasis añadido).
Es fácil ver cómo este pasaje se convirtió en uno de los más citados por la iglesia cristiana en momentos difíciles, sobre todo en contextos de problemas nacionales o regionales. En estas líneas vemos grandísimas promesas divinas, tales como el hecho de que Dios oirá las oraciones, perdonará los pecados y sanará la tierra. Aquí es claro cómo se conectan la humillación, la oración, la búsqueda de Dios y el arrepentimiento. Un hombre realmente humillado ante el Señor es uno que ora, busca de Dios, quiere conocerle más y estará en constante arrepentimiento por sus pecados.

Nuestro propio camino hacia la humildad
El análisis del orgullo y la humildad en los libros históricos del Antiguo Testamento nos deja lecciones profundas y relevantes para nuestra vida cristiana. Estos textos no solo narran eventos interesantes, sino que reflejan los principios eternos del carácter de Dios y Su relación con la humanidad. El orgullo, con su enfoque egocéntrico, nos aleja de nuestro Creador y abre la puerta a la terquedad, la insensibilidad y el pecado. Por el contrario, la humildad, expresada en un corazón contrito y una dependencia genuina de Dios, nos acerca a Su gracia y dirección.
Al reflexionar en estas verdades, somos desafiados a examinar nuestro propio corazón, buscar al Señor en humildad y cultivar una vida centrada en Su voluntad.
Bibliografía
E.F. Harrison, G.W. Bromiley y C.F. Henry. Diccionario de Teología. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2002.
MacArthur John. La Biblia de Estudio MacArthur. Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2004.
Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. Buenos Aires, Argentina: Editorial Certeza Unida, 2003.
Ropero Alonso. Diccionario Bíblico. Barcelona, España: Editorial Clíe, 2010.
Strong James. Diccionario Strong de Palabras Hebreas y Arameas del Antiguo Testamento. Nashville, TN: Editorial Caribe, 2002.
Walvoord John F. y Zuck Roy B. El Conocimiento Bíblico: Un comentario expositivo, Tomo 3. Puebla, México: Editorial Las Américas A.C, 2004.
Referencias
[1] Strong James. Nueva Concordancia Strong Exhaustiva, Diccionario Strong de palabras hebreas y arameas del Antiguo Testamento. Editorial Caribe, Nashville, TN, 2002, p 35.
[2] Ibíd, 123.
[3] Ibíd, 124.
[4] Ibíd, 61.