¿Cuál es esa «palabra santa» que condenará a Satanás? ¡Que muestre su vigor Satán, y su furor! Dañarnos no podrá, Pues condenado es ya Por la palabra santa. De alguna manera me tomó cerca de veinte años darme cuenta de que no tenía idea de lo que Martín Lutero estaba hablando en esta línea del himno «Castillo fuerte es nuestro Dios». Ahora, les confieso: soy bautista, no luterano—estoy dispuesto a admitir que puede haber un significado real, místico de la «palabra santa» que solo los luteranos pueden entender. Pero probablemente no. El significado de esta palabra debe importarnos. La mayoría de las iglesias protestantes todavía cantan este «himno de batalla de la Reforma» regularmente en los servicios de adoración. De poco sirve saber que una sola palabra condenará al furioso Príncipe de las Tinieblas si no tenemos idea de cuál es esa palabra. Entonces, ¿qué palabra podría tener Lutero en mente?
¿»Jesús»?
Cuando era un niño, el único acto de guerra espiritual que yo conocía era simplemente decir en voz alta la palabra «Jesús». En algún lugar tomé la idea de que los demonios se dispersan cuando mencionas el nombre de Jesús. ¿Quizá la palabra santa de Lutero era «Jesús»? Si bien puede ser una idea popular y convincente el mencionar a «Jesús» como protección contra Satanás, la Biblia no recomienda específicamente abordarlo de esa manera. Los propios demonios no tienen miedo al decir el nombre de Jesús—incluso hablaron directamente con Jesús, sabiendo exactamente quién era (Mt. 8:29; Mr. 5:7). La idea común de que «Satanás huye en el nombre de Jesús» puede venir de las narrativas de los evangelios y Hechos en que los demonios son arrojados «en el nombre de Jesús» (Mr. 9:38). Se repite en una conocida canción de adoración: «El enemigo tiene que huir al sonar tu nombre». Pero sabemos por la misma Biblia que los demonios no sienten miedo simplemente al escuchar el nombre de Jesús. Algunos «exorcistas itinerantes» adoptaron esta fórmula verbal de simplemente citar el nombre de Jesús solo para terminar siendo expulsados por el espíritu maligno «desnudos y heridos» (Hch. 8:20-23). Claramente no es el mero sonido de esas dos sílabas lo que ordena a Satanás, sino la autoridad de Dios que está detrás de ellas (Mr. 1:25-27). El nombre de Jesús no es un hechizo mágico usado para derribar espíritus malignos.
¿Jesús, la Palabra de Dios?
Tal vez Lutero quiso decir que la Palabra es el mismo Jesús (Jn. 1:1). Si bien es bíblicamente cierto que Jesús será el que finalmente destruirá al diablo en el lago de fuego (Ap. 20:10), probablemente no es a esto a lo que Lutero se refiere aquí. Es poco probable que Lutero se refiriera a Jesús, el Rey ascendido que reinaba ahora sobre todo nombre en el cielo y en la tierra, como una palabra santa (en el alemán de Lutero: wörtlein). De hecho, «la Palabra era Dios». En última instancia, nuestra esperanza de victoria contra los planes de Satanás está asegurada por su destrucción final, pero más que eso, tenemos esperanza ahora. Incluso mientras Satanás ronda esta tierra como un león (1 P. 5:8), no estamos a merced de nuestro enemigo sobrenatural. «Dañarnos no podrá» ahora, antes de su destrucción por otra palabra.
Esa palabra santa
Martín Lutero realmente identificó la palabra que tenía en mente, la única palabra para condenar a nuestro enemigo: «‘Diablo, mientes’… El Dr. Lutero canta con tanto orgullo y audacia en las palabras de su himno: ‘Una palabra santa lo condenará'» (Contra Hanswurst). Hablando de sí mismo en tercera persona, Lutero dice que la simple proclamación que derrota a Satanás es el simple veredicto de «mentiroso». Satanás es un «mentiroso, y padre de mentira» (Jn. 8:44). Desde el principio, Satanás ha torcido y distorsionado la verdad de Dios en una mentira (Gn. 3:1). Y desde el principio, la mentira favorita de Satanás ha sido declarar «impuro» lo que Dios ha hecho limpio, declarar «culpable» aquellos cuyos pecados Dios ha cubierto. No hay nada que Satanás quiera más que consumir tu fe en Jesús. Satanás no quiere nada más que hacer que olvides quién eres en Cristo. Una y otra vez, la Biblia nos advierte a no jugar con esta bestia rugiente y devoradora de la existencia. No podremos resistir su ira si nuestra estrategia es simplemente ignorarle.
La Palabra de Fe
El texto que Lutero probablemente tenía en mente era Apocalipsis 12:10, donde Juan escribe que «el acusador de nuestros hermanos [que es Satanás; 12:9] el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche, ha sido arrojado». Así que hay una acusación, una mentira—que Satanás dice contra los que Dios ha redimido «culpable». Es la misma mentira que Satanás siempre le dice al pueblo de Dios (Zac. 3:1). La respuesta a esta vieja mentira es no repetir el nombre de Jesús como un mantra. Tampoco es simplemente recordar que los días de Satanás están contados. La respuesta, para Lutero y en la Biblia, es creer en la verdad, el evangelio. La respuesta es creer en las promesas de Dios, que en Cristo somos justificados (Ro. 5:1), limpios (1 Co. 6:11), santos e irreprensibles (Ef. 1:4), amados por Dios (Col. 3:12), una rama salvada del fuego (Zac. 3:2). La única palabra contra Satanás —»¡mentiroso!»— es la palabra de fe. Cuando tomamos todas las mentiras de Satanás, sus acusaciones, sus recordatorios de nuestros pecados y las colocamos en el archivo sellado con sangre identificado como «mentiras», es una profesión de nuestra fe en las promesas de Cristo contra las acusaciones de Satanás. Esta palabra es «la victoria que ha vencido al mundo» no solo al mundo, sino al mismo Satanás (1 Jn. 5:4).
No temeremos
Satanás es el siniestro príncipe. Él es mortal. Es un devorador y temible dragón (Ap. 12:9). Pero él no es nada contra «la victoria que ha vencido al mundo—nuestra fe» (1 Jn. 5:4). No temeremos, porque cada una de sus acusaciones: «culpables», «condenados», «injustos», son mostradas como nada más que mentiras ante Cristo. Así que, la próxima vez que cante el himno de Lutero, cante estas palabras con más confianza y alegría en Jesús. Di con Lutero: «Admito que merezco la muerte y el infierno. ¿Y qué con eso? Porque conozco Aquel que sufrió y satisfizo la justicia en mi lugar”. «Su nombre es Jesucristo». Artículo original de Desiring God | Traducido por Maria Andreina