Cristo, nuestro descanso en el trabajo

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PRESENTADOR:

Cristo es nuestro descanso. Celebramos esta hermosa verdad cada día del Señor, cada domingo. Pero, ¿qué pasa en un día como el lunes? ¿Es Cristo mi descanso ese día en el trabajo? Esa es la pregunta de Pamela para usted, pastor John, una buena pregunta. Ella escribe: “Hola, pastor John. Cristo es nuestro descanso. Un alegre amén a esa maravillosa verdad, ¡aunque no creo entenderla del todo todavía! Parece que esto significa mucho más que Cristo ha separado un día de descanso a la semana para nosotros: el día del Señor, el domingo. Usted ha dicho, en otros episodios del podcast que Cristo es “nuestro descanso eterno”, y eso significa, dijo, que “hay un descanso del alma, un día de reposo que encontramos en Cristo… y eso impregna todo nuestro trabajo”. ¿Puede explicarme esto? ¿Cómo es Cristo nuestro descanso incluso mientras estamos trabajando?”.

JOHN PIPER:

Si tuviéramos tiempo, profundizaríamos en Hebreos 3 y 4, porque allí, ese extraordinario escritor argumenta a favor del descanso presente del pueblo de Dios y del descanso futuro eterno para el pueblo de Dios. En Hebreos 3:19 y 4:1 nos exhorta a que “temamos, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en [el] reposo [de Cristo], alguno de ustedes parezca no haberlo alcanzado”, “a causa de su incredulidad”, porque creer es el único camino hacia el descanso de Jesucristo, tanto en el presente como en el futuro.

Pero no tenemos tiempo para eso —por mucho que me gustaría— y quiero ir directamente a la pregunta principal de Pamela: “¿Cómo experimentamos el reposo de Cristo en el trabajo?”. En otras palabras, ¿qué significado tiene, mientras estamos gastando mucha energía, hablar de disfrutar del descanso de Cristo en ese mismo momento de esfuerzo agotador?

El yugo fácil de Cristo

El pasaje que tengo ahora en mente no está en Hebreos, sino en Mateo 11:28-30, donde Jesús dice: “Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera”. La carga y el yugo del señorío de Jesús son fáciles y ligeros.

Jesús dice que en medio de nuestro trabajo —en medio de nuestros agotadores esfuerzos por dar lo mejor de nosotros en nuestra vocación— al someternos a Él tenemos una experiencia de descanso. Él dice que hallaremos “descanso para [nuestras] almas” precisamente en medio de nuestros esfuerzos por hacer nuestro trabajo con excelencia para Su gloria. ¿Cómo funciona esa experiencia? Creo que esa es la pregunta de Pamela. ¿Cómo trabajar tan duro como podamos y, al hacerlo, experimentar a Cristo como el descanso de nuestra alma? ¿No solo después, no solo antes, sino en el mismo esfuerzo realizado al trabajar? A continuación comparto cuatro maneras de experimentar el descanso de Cristo en nuestra alma mientras hacemos nuestro trabajo.

1. Justificados por Dios

Primero, trabajamos con la dulce seguridad de que ya estamos justificados ante Dios —no por nuestro trabajo, sino solo por la fe en la obra de Cristo— incluso mientras trabajamos. Qué dulces son estas palabras: “Ahora bien, al que trabaja [y tiene en mente trabajar para obtener la justificación, trabajar para estar bien con Dios], el salario no se le cuenta como favor, sino como deuda; pero al que no trabaja [para justificarse, para estar bien con Dios], pero cree en Aquel que justifica al impío, su fe se le cuenta por justicia” (Romanos 4:4-5).

Si no entendemos esto, nada estará bien. Nuestras almas disfrutan del glorioso, precioso y dulce descanso de saber que estamos bien con Dios solo por medio de la fe y que el trabajo que estamos haciendo —trabajo que produce sudor en nuestras frentes, cansancio en nuestros huesos o agotamiento en nuestras mentes— no es hecho para estar bien con Dios. Somos liberados del horrible tormento del alma que piensa: “Debo trabajar. Debo hacer un buen trabajo para estar bien con Dios, o para tener una posición correcta ante Dios”. Esa clase de inquietud, ansiedad y esfuerzo se acabó. El Rey del cielo ha dado Su veredicto: “Hijo, eres inocente”. “Hija, eres inocente”. Así que, puedes trabajar con esa profunda tranquilidad en el alma.

2. Amados por Dios

En Cristo, nos esforzamos con la emocionante energía que proviene de ser amados por Dios de manera muy personal y para siempre. En Efesios 2:4-5 encontramos palabras asombrosas. Pablo dice que el “gran amor” de Dios —creo que es el único lugar de sus cartas donde usa esta frase— “nos dio vida juntamente con Cristo” (Efesios 2:4-5). Eso significa que estábamos muertos, y Él nos hizo vivos por amor antes de que hiciéramos algo para conseguir ese amor. No trabajamos con la inquietud y ansiedad de tratar de ganar el afecto de un amante del que no estamos seguros. Si estamos vivos en Cristo, es porque un gran amor nos dio vida.

Imagina esta analogía para sentir lo que significa trabajar desde la emocionante energía de ser amado. Supongamos que estoy saliendo de citas con Noël desde hace unas semanas—que ahora es mi esposa desde hace 54 años, pero en el pasado sí salimos de citas como describo en esta analogía—. Yo siento que brota en mí un afecto muy fuerte por ella, y pienso: “Esta es la mujer con la que quiero casarme”, pero aún no estoy seguro de cuáles son sus afectos hacia mí. Entonces llega el día en que necesita que le ayuden a trasladar una docena de cajas, libros y muebles de un apartamento a otro.

Voy a su apartamento a ayudarla con la mudanza, y cuando empiezo a bajar las escaleras hacia donde tiene todo empacado, me pone la mano en el brazo, me giro para mirarla y me dice directamente a los ojos por primera vez: “Te amo, Johnny”. ¿Qué pasa con mi agotador trabajo de esa tarde? Oh, ¡fluye en él la emocionante energía de ser amado! Hay en el agotamiento por cargar las pesadas cajas un descanso del alma, porque ya no me pregunto más: “¿Soy amado?”. Sí, lo soy. Soy amado.

Por supuesto, la analogía se rompe un poco porque Dios no necesita ayuda para levantar cajas pesadas. Lo entiendo, pero el principio es el mismo. Él me da el privilegio de servir a Sus propósitos en el mundo, y me quita toda la carga diciéndome: “Te amo. Te cuido. He decidido amarte”.

3. Ayudados por Dios

La analogía del amor de Noël, sin embargo, no es lo suficientemente buena para captar la escena completa. El amor de Dios no se queda quieto, como Noël, y nos mira levantar las cajas de la vida, nos mira hacer nuestro trabajo. No se queda mirando, esperando que saquemos de nosotros mismos la energía para trabajar porque somos amados. Su amor lo compromete a ayudarnos. Su Espíritu entra en nuestras vidas y nos da la clase de energía que convierte nuestro trabajo en algo mucho más grande que un mero logro humano, incluso como respuesta al amor. Se convierte en una especie de milagro forjado por Dios, que recibe alabanzas y conmueve a otras personas de un modo que no podemos ni empezar a explicar cuando actuamos con la fuerza de Dios.

Digo esto porque 1 Pedro 4:11 dice: “el que sirve [se podría decir también ‘el que trabaje’], que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén”. En otras palabras, hay un descanso en el trabajo porque Dios provee una ayuda inagotable en nuestro trabajo, de modo que nuestra energía es realmente —en un sentido profundo— Su energía suministrada a nosotros.

4. Paz en Cristo

Por tanto, los obstáculos que siempre nos salen al encuentro en nuestro trabajo y que antes nos robaban la paz y el descanso, y nos llenaban de ansiedad, ya no tienen ese efecto, porque ahora sabemos que “nada es imposible para [el Señor]” (Jeremías 32:17). Nada. Él hace que todo sea para nuestro bien (Romanos 8:28).

Al menos por esas cuatro razones, podemos hablar de Cristo como nuestro descanso —descanso para nuestras almas— incluso en el mismo esfuerzo de nuestro trabajo diario.


Episodio original en inglés: https://www.desiringgod.org/interviews/christ-our-sabbath-rest-at-work

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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