Lectura introductoria, 1 Reyes 19:1-18 Nadie puede negar que estamos viviendo en tiempos de apostasía, tiempos de negación o renuncia a la fe ortodoxa. Desde sus inicios hasta hoy, la apostasía ha sido diseminada por sus adeptos con mucho ánimo y empeño. La diferencia entre los antiguos apóstatas y los modernos radica en las limitaciones y las libertades que experimentaron al promover sus mensajes de error. En la antigüedad tal vez se enfrentaron a limitaciones geográficas, de recursos y tecnológicas. Sin embargo hoy, esas limitaciones han disminuido significativamente gracias a la globalización y los avances tecnológicos que están a la disposición, tales como la radio, tv, el internet, los teléfonos inteligentes, las redes sociales, entre otras. Pero, esto no es motivo de desánimo porque así como Dios exaltó Su palabra en tiempos antiguos, Él continúa exaltando su Palabra hoy.
Así como en los tiempos de Elías, la apostasía se ha levantado hoy
La historia bíblica registra tiempos de gran apostasía. 1 de Reyes capítulos 18 y 19 nos presenta como el profeta Elías fue testigo de esto y presenta además las vicisitudes que enfrentó el profeta Elías al resistir a los profetas de Baal y ser fiel a la verdad de Dios. En el contexto de este evento, Jezabel no luchaba con la negación de Dios sino con la mezcla de la adoración a Dios con la adoración a los Baales. En nuestro contexto, la lucha sigue siendo la misma. Elías batalló por la pureza de la adoración a Dios y nosotros tenemos el mismo reto ante nosotros. El mundo no quiere que se predique la exclusividad de Cristo, la suficiencia de la Palabra de Dios, la Palabra como verdad absoluta, la Biblia como norma de fe y conducta. Sin embargo, no tiene problemas con que exista una religión que hable de Dios o de Cristo, siempre y cuando sea parte del sincretismo religioso existente. La apostasía se ha levantado hoy día por causa del liberalismo que busca diluir nuestra voz profética y que nos presiona a ser «políticamente correctos» ante el mundo que nos rodea y por causa de aquellos grupos que anteponen la experiencia a la Palabra de Dios.
Así como en los tiempos de Elías los profetas son perseguidos
La persecución de los cristianos ha sido una realidad a lo largo del tiempo. Las maneras en que han sido perseguidos y castigados ha variado de tiempo en tiempo y según la ubicación en la que se encuentran. Lamentablemente, esto no ha cambiado. Actualmente, los creyentes son perseguidos mediante la legislación de leyes que van en contra de la familia y los principios establecidos en la Palabra de Dios. Son perseguidos por predicar la exclusividad de Jesucristo en la salvación, mensaje que resulta antipático ante una sociedad que abraza cada día más el pluralismo. Son perseguidos por el mensaje del sacrificio sustitutivo de Jesucristo en la cruz por nosotros, verdad que les resulta ofensiva. En esta persecución se busca limitar cada día más las libertades de los creyentes y el uso de lugares públicos para poder proclamar el Evangelio de Cristo. Los creyentes siempre han sido perseguidos por una sociedad secular, sin embargo hoy también son perseguidos por grupos religiosos. Solo basta con ver las noticias para ver como grupos extremistas religiosos, como por ejemplo ISIS, declara abiertamente que los cristianos deben desaparecer, como creyentes son ejecutados por causa de su fe en Cristo. Por triste que sea, esto no nos debe sorprender ya que Jesucristo mismo lo advirtió en Juan 15:20 «Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.»
Así como en los tiempos de Elías Dios sigue levantado hombres fieles que predican la verdad
La buena noticia es que dentro del caos religioso y social Dios sigue glorificándose, tal como lo hizo en el pasado. Dios sigue levantando hombres, mujeres, jóvenes, iglesias, seminarios y denominaciones que no se arrodillan ante Baal. Hombres como Elías que confrontan al pueblo con la ley de Dios. Creyentes como Daniel que se mantienen firmes en sus convicciones aún cuando el sistema los presione para claudicar. Hombres como el apóstol Pablo que no se avergüenzan del evangelio porque es poder de Dios para salvación (Romanos1:16).
Así como en los tiempos de Elías Dios seguirá levantando sus soldados para seguir la batalla de la fe
Hoy tenemos la misma encomienda que Pablo le dio a su joven discípulo Timoteo cuando dijo «Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.» (1Timoteo 6: 12-16) Así como en aquellos tiempos Dios levantó a Elías y se reservó 7,000 hombres que no doblaron rodilla ante Baal, Dios hoy nos ha levantado a nosotros para pregonar la verdad sin claudicar. Ánimo hermanos, continuemos firmes en la batalla de la fe, confiados en el poder de Dios a fin de que al final de nuestros días podamos decir como el apóstol Pablo «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.» (2 Timoteo 4:7-8)