¿De qué manera se relacionan la consejería y el discipulado? Pensemos en esto como si fueran un río y una batalla.[1]
Un río
Nuestro discipulado en Cristo es como sentarse en un bote en un río que fluye hacia él. En ocasiones el río está rocoso y lento. Otras veces está turbulento y rápido. Pero, gracias a Dios, su Espíritu está siempre acercándonos a Cristo, aumentando nuestro amor por él, por su Palabra y por su pueblo. Conforme avanzamos en el río nuestros hermanos y hermanas nos ayudan al discipularnos y nosotros les discipulamos a ellos. Ahora bien, me han informado que el río tiene “orillas”. Estas orillas son muy útiles porque aquellos que van en sus botes pueden salirse del río, recargar sus equipos, descansar y hasta planificar estrategias antes de continuar su recorrido. La consejería es como una de esas orillas. Es una parte única del discipulado, por medio de la cual los cristianos salen del río por un período de tiempo para enfocarse en los “problemas” que les impiden continuar avanzando en su recorrido. Es un tiempo para detenerse y preguntarse: “¿qué nos está impidiendo en crecer en nuestra relación con Jesús?”. El consejero se sienta en la orilla y espera a que los pescadores salgan y soliciten ayuda. El consejero bíblico pacientemente espera a los navegantes. Juntos escudriñan las Escrituras, oran y trabajan en estrategias para remover los obstáculos en el camino. Luego, el consejero envía a sus hermanos y hermanas nuevamente al río que los conduce hacia Cristo. Ahora bien, esta es una ilustración muy útil pero tiene sus limitaciones porque no nos muestra el panorama completo. Se necesita más explicación. En el contexto del fútbol puedes haber escuchado la frase: “El mejor ataque es una buena defensa”. En la consejería, lo contrario es verdad: “La mejor defensa es un buen ataque”. En este caso, el “ataque” es una cultura saludable de discipulado. Una iglesia con una cultura de discipulado bien desarrollada posee una de las mejores maneras de enfrentar los problemas de la vida conforme van surgiendo. Las relaciones de discipulado dentro de una iglesia deben incluir la consejería de tal manera que haya menor necesidad de salir a las orillas del río para buscar ayuda. Veamos otra ilustración.
Una batalla
Imaginemos que el discipulado es una batalla. La línea del frente de batalla es la reunión semanal y las conversaciones que surgen entre los miembros de la iglesia cada día en sus hogares, alrededor de la mesa compartiendo el almuerzo, durante estudios bíblicos, en las conversaciones después de la iglesia, por teléfono y aún a través de correo electrónico. Toda la vida de la iglesia implica una consejería y cada una de esas oportunidades nos sirve para aconsejarnos unos a otros con la Palabra. Si los creyentes tuvieran al menos una o dos personas en su vida con quienes estuvieran dispuestos a compartir sus situaciones difíciles, ser abiertos sobre sus luchas, mantenerse rindiendo cuentas unos a otros, amonestarse y animarse, entonces Dios utilizaría estas experiencias para traer luz a la oscuridad y confusión. Antes de la línea del frente de batalla hay hombres y mujeres sabios y piadosos en la fe que toman tiempo para involucrarse en la vida de cristianos más jóvenes. Estos son los “capitanes” y “generales” de la fe, quienes con su sabiduría y experiencia ayudan a los soldados que se encuentran en la batalla. Una cultura de discipulado que anima a miembros más jóvenes en la fe a buscar a los mayores más sabios, honra a Cristo haciendo un buen uso de los recursos relacionales que Dios establece en su iglesia. Aquellos que se dedican a la consejería no están en la línea del frente de batalla, tampoco están en el mismo campo de batalla. Ellos son la unidad que trabaja en el Hospital Móvil Quirúrgico del Ejército que se encuentra lejos de la línea de batalla. Es sólo cuando las personas son heridas, sangran, son mutiladas gravemente y ya no pueden sobrellevar el rigor de la batalla que son enviadas a recibir ayuda médica. La mayoría de las personas sólo buscan la consejería cuando sus problemas se salen de control, cuando no encuentran la sabiduría para continuar su vida o cuando ya no pueden tolerar sus propios problemas. Como consejeros (¿o doctores del alma?) hacemos lo mejor que podemos para identificar las infecciones internas que son más difíciles de detectar, proponemos maneras de curarlas como corresponde y luego enviamos a los soldados nuevamente a la batalla.
Dos implicaciones
- Cada cristiano es llamado al ministerio del discipulado
Cada cristiano debe discipular a alguien, ser discipulado por alguien o hacer ambas cosas. La consejería bíblica es sólo una parte del discipulado y debe ser una actividad temporal. La labor principal de discipulado debe ser realizada por los miembros de la congregación. El consejero envía a los navegantes de regreso al río del discipulado, el personal del Hospital Móvil Quirúrgico del Ejército envía a los soldados de vuelta a la línea del frente de batalla. Allá los creyentes continúan siendo edificados en su fe a medida que se involucra en el discipulado personal con otros miembros.
- Es importante que los pastores equipen a su gente para hacer la labor de discipulado en el frente de batalla
Es fácil para los pastores ocuparse mucho y sobrecargarse atendiendo las demandas de la congregación y, con todo, apenas cubrir las necesidades de los creyentes bajo su cuidado. Pastor, ¿alguna vez has pensado estratégicamente sobre equipar a tu pueblo para ser mejores discipuladores y consejeros en la Palabra? Si equipas a tus miembros ellos podrán hacer la labor en las líneas del frente de batalla y te ahorrará tiempo porque muchos de esos problemas nunca llegarán a ti. Piensa sobre una serie de predicaciones acerca del discipulado, una clase dominical sobre el discipulado o motivar a los miembros a leer buenos libros sobre discipulado. Que sea una expectativa en la iglesia ver a los creyentes involucrados en la vida de los demás. Enséñales cómo pueden abrir sus vidas unos a otros para dar y recibir corrección y reprensión. ¿Eres ejemplo de esta clase de humildad en la iglesia? Ora para que Dios te ayude a construir una cultura saludable de discipulado en tu congregación.
Una última sugerencia práctica
Una última sugerencia práctica: a inicios del año pasado nuestra iglesia inició una clase de entrenamiento para laicos, miembros de la congregación, sobre la consejería. La clase está dividida en dos programas: Como cambia la gente e Instrumentos en las manos del Redentor desarrollados por la Christian Counseling and Education Foundation o CCEF por sus siglas en inglés (Fundación de Educación y Consejería Cristiana). Estos son libros que facilitan la enseñanza a los pastores, líderes laicos y miembros de la iglesia sobre cómo aconsejar utilizando la Palabra y cómo cuidar espiritualmente unos de otros. Pueden ser adaptados para ser utilizados en la Escuela Dominical, un grupo pequeño o un discipulado personal. Para obtener más información u ordenar material para tu iglesia, ve a la librería virtual de CCEF en www.ccef.org.
[1] Esta idea del discipulado como un río proviene del artículo de Steve Viar “The Discipleship River” [“El río del discipulado”], publicado en el Journal of Biblical Counseling 20 (2002), 58-60.
Una publicación de 9Marcas. Traducido al castellano por Samantha Paz de Mañón.