¿Cómo podemos priorizar nuestro matrimonio sobre el trabajo y los hijos?

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PRESENTADOR:

En el episodio de hoy nos enfocaremos en el matrimonio. Esta es una pregunta de una oyente llamada Emily. “¡Hola, pastor John! Mi esposo y yo hemos estado casados por casi siete años, y tenemos hijos pequeños. Ambos amamos al Señor y recientemente reflexionamos sobre cómo nuestro matrimonio ha caído en el orden de nuestras prioridades, perdiendo lugar frente al trabajo y la crianza de los hijos. Nos mantenemos al día con los detalles de la vida y con lo que está sucediendo con nuestros niños, pero tenemos la seguridad de que nuestro matrimonio debería ser más importante. ¿Podría darnos algunos consejos prácticos y sabiduría sobre cómo mantener nuestro matrimonio como la relación terrenal número uno y restaurarlo a su debido lugar de prominencia en nuestras vidas?”.

JOHN PIPER:

Perdóname, Emily, si complico un poco más las cosas. Me encanta la pregunta cuando se refiere a devolver al matrimonio al lugar prominente que le corresponde en nuestras vidas. Pero no estoy igualmente contento con la parte que dice que es la relación terrenal número uno de quienes están casados. La relación entre cónyuges no es más importante que nuestra relación con Dios. Pero, ¿es el matrimonio la relación terrenal número uno?

Lo que me hace dudar de responder esa pregunta con un sí es lo siguiente: Jesús enseñó claramente que la relación matrimonial no será una relación eterna: “Porque en la resurrección, ni se casan ni son dados en matrimonio” (Mateo 22:30). Por la fe en Cristo, Dios nos hace Sus hijos: “Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Romanos 8:17). Eso nunca, nunca terminará.

La relación con otros cristianos como hermanos y hermanas es eterna, mientras que la relación con el esposo o la esposa no es eterna. Entonces, ¿es el matrimonio la relación número uno?

El lugar del matrimonio

Aún no he respondido a la pregunta. Solo digo que hay algunas cosas a tener en cuenta. No es una pregunta fácil.

Considera esto: en Tito 2:3-5, Pablo dice que las mujeres mayores en la iglesia deben entrenar a las mujeres más jóvenes a amar a sus maridos. La relación en la iglesia de las mujeres mayores con las jóvenes tiene una especie de primacía porque la enseñanza fluye desde la comunidad cristiana hacia la relación matrimonial.

Sin embargo, por otro lado, Pablo dice que los hombres de la iglesia que sirven como ancianos deben gobernar “bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad; (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?)” (1 Timoteo 3:4-5).

Aquí, el matrimonio parece tener un tipo de prioridad porque es la medida de si un hombre es apto para liderar en la iglesia. En otras palabras es como si Pablo dijera: “Hombres, aprendan a amar y liderar en el hogar. Si no lideran bien ahí, no serán aptos para servir a la gran familia de Dios”.

Entonces, ¿es el matrimonio y el hogar la relación terrenal número uno? Mi respuesta es sí y no. Perdóname por complicar las cosas. Depende de cómo se mida.

Pero, sin importar cómo se mida, la relación matrimonial tiene una importancia enorme. Estamos de acuerdo con Emily en esto. Y la otra pregunta de Emily es crucial: ¿cómo devolver el matrimonio al lugar que le corresponde? O, ¿cómo preservar su debido lugar en nuestras vidas? Eso es lo que realmente está preguntando. Y ella no quiere que yo arruine la respuesta con complicaciones. Esa es una excelente pregunta.

Así que permíteme dar seis sugerencias breves. Todas ellas podrían ser explicadas y aplicadas ampliamente, pero seré breve.

Y estoy hablando a Emily aquí, pero no separada de su esposo. Así que, haz una pausa. Ve, busca a tu marido. Como dijo Jesús: “Ve, llama a tu marido” (Juan 4:16). Si la esposa se convierte en líder de estas cosas y toma la iniciativa, y el esposo solo se deja llevar, eso no funcionará. Todo se derrumbará.

1. La iglesia

Integra tu matrimonio en la iglesia.

Ahora, me baso en todo lo que acabo de decir durante los últimos cinco minutos. No descansen hasta que hayan entretejido su matrimonio y sus vidas en una familia más amplia de santos maduros que quieran andar en pos de Dios con ustedes y hacer que los matrimonios de los demás sean todo lo que puedan ser para Dios.

2. Lean

Lean algunos libros sólidos y bíblicos sobre el matrimonio.

Nada de libros suaves con psicología popular. Esta es mi sugerencia: lean esos libros juntos en voz alta. Siéntense en el sofá y léanlos juntos en voz alta. Túrnense en la lectura, o quien lea mejor puede leerlo en voz alta al otro.

Manden a los niños a la cama a las 7:30 de la tarde. Si tienes objeciones a este consejo y dices: “Bueno, tenemos hijos. ¿No sabes que tenemos hijos?”. Sí. Sé que tienen hijos. Es posible hacer lo que estoy recomendando. ¡Hola, mundo! ¡Hola, padres jóvenes! Los niños pueden acostarse a las 7:30 de la tarde. Lo harán. Pueden obligarlos a hacerlo. Se acostumbrarán. Así tendrán dos horas para hacer cosas importantes, como sentarse en el sofá, leer y orar juntos sobre el matrimonio, en lugar de malgastarlas frente a la televisión.

3. Abraza la responsabilidad

Esposo, asume la responsabilidad de todo esto.

Ahora bien, ser responsable no significa hacer todo lo que hay que hacer para que el matrimonio sea lo que debe ser. Eso no funcionaría. Más bien, aceptar la responsabilidad significa asumir el reto de que cuando algo se rompe o no funciona, tu llamado no es averiguar si es culpa de ella. Tu llamado es superar tu frustración, tu autocompasión, tu enojo y tu aislamiento, y hacer todo lo que puedas para que las cosas avancen. Y seguir haciéndolo hasta que uno de los dos muera.

Nunca podrás librarte de llevar esa carga, siguiendo el ejemplo de Cristo que vino para llevar nuestra carga. Eso es el liderazgo. Nunca te librarás de él. Nunca podrás decir: “Estoy harto de esto. No hay solución para esto”. Eso no es una opción.

Si uno de ustedes muere, entonces el otro queda libre. Este es uno de los trabajos más difíciles en el mundo. Por eso Dios te lo dio a ti, hombre: no porque ella no pueda hacerlo —por supuesto que puede— sino porque los hombres que caminan como Cristo quieren llevar esa carga por ella.

4. Sal a citas con tu esposa

Esposo, planifica una cita semanal que sea, al menos en parte, una conversación sobre el estado de su matrimonio.

Extrae de tu esposa sus pensamientos sobre su relación. Averigua lo que ella ve y siente sobre el estado de su matrimonio. Hablen de los pasos a seguir para mejorar las cosas: mejorar su horario, mejorar la disciplina de los niños, mejorar las relaciones sexuales, mejorar la hospitalidad, mejorar su administración financiera.

Hablen sobre los temas importantes. No los eviten. Haz todo lo posible por aprender lo que está en el corazón de tu esposa. Programen, una vez a la semana, un almuerzo para conversar sobre el estado de su matrimonio.

5. Ánimo

Esposa, anima a tu esposo de todas las maneras posibles en todos los esfuerzos que hace para tomar iniciativa en esta área. Investiga qué le da energía a su liderazgo espiritual e invierte en ello.

6. De rodillas

Por último, oren juntos todos los días.

No solo con los niños antes de cenar —no solo en las comidas o cuando están juntos como familia—. Así es como Pedro resume asombrosamente la relación entre esposo y esposa: “Ustedes, maridos, igualmente, convivan de manera comprensiva con sus mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor por ser heredera como ustedes de la gracia de la vida, para que sus oraciones no sean estorbadas” (1 Pedro 3:7).

Dios es la clave de su matrimonio, y de la justa y debida prominencia que este tiene. Búsquenlo juntos.


Episodio original en inglés: https://www.desiringgod.org/interviews/how-can-we-prioritize-our-marriage-over-work-and-kids

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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