¿Cómo le confío a Dios el destino eterno de mi hijo?

|
|

Bienvenidos de nuevo al podcast. La pregunta de hoy no es poco común. Muy a menudo la escuchamos de cristianos que vinieron a abrazar la teología reformada en la universidad o poco después. Y esos mismos creyentes ahora están teniendo hijos. Ahora están construyendo una familia con hijos que pueden o no ser elegidos en Cristo. Esa realidad plantea grandes preguntas para los padres cristianos jóvenes, como una madre joven llamada Alejandra. Ella escribe: “Pastor John, mi vida ha sido diferente desde la primera vez que te oí hablar en la conferencia Pasión siendo estudiante universitaria. Estoy muy agradecida por tu vida y ministerio (y me estoy emocionando mientras escribo esto). Por la gracia de Dios y a través del poder transformador del Espíritu Santo, tu enseñanza y los recursos de Desiring God han hecho un impacto eterno muy grande en mi vida. Gracias. “Mi pregunta es esta: Mi hijo tiene importantes problemas de salud. Hemos sabido acerca de los asuntos por cerca de seis meses, y durante este tiempo, Dios ha estado trabajando algo maravilloso en mi corazón mientras me he sumergido en las Escrituras como nunca antes. Sin embargo, me encuentro constantemente desanimada por este hecho: sé que las Escrituras no garantizan la curación física de mi hijo, y tampoco garantizan la salvación de mi hijo. Sé que porque he sido salvada por gracia, tengo una esperanza gloriosa, y estas pruebas que estoy enfrentando son temporales, así que eso me da consuelo para mí misma. ¿Pero qué hay de mi hijo? Me encuentro aferrándome a algún tipo de verdad que me dé esperanza para él, pero parece que no puedo encontrar ninguna. Sé que Dios cumplirá Su propósito para un bien general, pero no garantiza el bien eterno de mi hijo. Sé que es pecaminoso sentirme así, pero no puedo estar satisfecha con el hecho de que Dios cumpla con su propósito final, sabiendo que esto puede venir con el costo de la vida de mi hijo. ¿Esto es algo que necesito aceptar?”. Santa insatisfacción Tomemos la última frase de Alejandra: “No puedo estar satisfecha con el hecho de que Dios cumpla con Su propósito final, sabiendo que puede venir con el costo de la vida de mi hijo”. Me pregunto si sería útil señalar a Alejandra y al resto de nosotros que en este mundo, se supone que no debemos estar satisfechos con la enfermedad, la muerte y la pérdida. No podemos estar satisfechos de la misma manera en que estaremos satisfechos en la era venidera, cuando toda la historia esté completa y cada hilo del tapiz de la providencia esté tejido en su lugar, y hayamos sido completamente perfeccionados, de modo que ya no veamos a través de un espejo oscuramente. Lágrimas sobre los perdidos Primero, lágrimas. Escucha a Pablo hablar acerca de su propio esfuerzo para lidiar con la pérdida de sus parientes. Esto sería como si Alejandra pensara en su hijo, creo. Aquí Pablo en Romanos 9:1-3 dice: “Hablo la verdad en Cristo —no estoy mintiendo; mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo— de que tengo gran dolor y angustia incesante en mi corazón” (Romanos 9:1-2). Pablo continúa diciendo: “Porque yo mismo desearía ser maldito y ser separado de Cristo por causa de mis hermanos, mis parientes según la carne” (Romanos 9:3). En otras palabras, están aislados de Cristo. Se están muriendo. Por eso tiene un gran dolor y una angustia incesante. Escuche como él describe su ministerio con aquellos que rechazan a Cristo, e incluso con los creyentes que luchan. Pablo dice también en Filipenses 3:18: “Porque muchos, de los cuales os he hablado muchas veces y os lo digo ahora incluso con lágrimas, caminan como enemigos de la cruz de Cristo”. Pablo está llorando por esos enemigos. Miren Hechos 20:31: “Por tanto, estad atentos, recordando que durante tres años no cesé, ni de noche ni de día, de amonestar a todos con lágrimas”. O Romanos 12:15: “Llora con los que lloran”. Me parece que esta es la manera que tiene Pablo de decir: “La historia aún no ha llegado al punto, aún no estamos santificados hasta el punto, en que sería apropiado que la angustia y las lágrimas salieran de nuestras vidas por el dolor y la pérdida de los demás, especialmente de nuestras propias familias”. Es posible llorar, estar angustiado, sin cuestionar la sabiduría, la bondad y el poder de Dios. Sí, lo es. Permítanme decir eso de nuevo porque creo que ella está sintiendo una tensión que ella percibe que puede ser imposible. No es imposible. Es posible llorar sin cuestionar la sabiduría, bondad y poder de Dios. Orando por cambio Segundo, las oraciones. En primer lugar, lágrimas. Ahora veamos las oraciones. Se supone que tenemos una santa insatisfacción con el mundo porque Dios nos dice que oremos para que las cosas sean diferentes. Ese es el objetivo de la oración — pedirle a Dios que haga que las cosas sean diferentes, ¿cierto? Quiero decir, no estás orando para que todo siga exactamente igual. No tiene sentido orar por eso. Santiago dijo: “No tienes, porque no pides. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastarlo en vuestras pasiones” (Santiago 4:2-3). En otras palabras, las cosas serían diferentes si oráramos. Luego nos enseña en el capítulo siguiente: “Confesad vuestros pecados unos a otros y orad unos por otros, para que seáis sanados” (Santiago 5:16). No está mal orar por sanidad como si estuviésemos cuestionando a Dios, lo que significa que no debemos estar satisfechos con la enfermedad de una manera que excluya la oración por sanidad. Pablo dice en Romanos 10:1: “Hermanos, el deseo de mi corazón y la oración a Dios por ellos es que sean salvos”. Esto significa que no debemos estar satisfechos con la incredulidad de nadie de tal manera que nos impida orar fervientemente por su conversión. La oración misma es un testimonio de que Dios quiere que tengamos una santa insatisfacción con las cosas como son. Hechos que marcan la diferencia Tercero, los hechos. Debemos tener una santa insatisfacción con el mundo tal como es porque Dios nos dice que hagamos obras que lo hagan diferente. No solo lloramos por ello, o simplemente oramos por ello, sino que hacemos obras para cambiarlo. “Brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16). Cada mandamiento en la Biblia es un mandamiento que desencadena cambios en el mundo. El mundo se vuelve diferente cada vez que alguien ora y actúa. Empujar en contra de las tinieblas Aquí está la conclusión para Alejandra. No sólo es inevitable y correcto que su corazón se duela por la sanidad y salvación de su hijo, sino que creo que debe ser animada a orar hasta que Dios le dé alguna evidencia reconfortante de que Sus propósitos son diferentes. (Pablo obtuvo ese tipo de evidencia, por ejemplo, en 2 Corintios 12:7-9 acerca del aguijón en la carne; dejó de orar para que este aguijón fuera quitado porque Dios le dio evidencia de que tenía otros planes). Hasta que Alejandra pueda tener algún tipo de evidencia reconfortante, ella debe consolarse de que la persistencia de sus oraciones es una buena evidencia de que Dios no ha decidido en contra de su petición. Creo que eso es lo que Jesús nos enseña en Su parábola sobre la viuda persistente en Lucas 18: Jesús les dijo “una parábola para enseñarles que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer” (Lucas 18:1). Alejandra, esa es mi oración por ti. Oraré tan pronto como terminemos aquí. Esa es mi oración por ti. No te desanimes. Combate en contra de las tinieblas con lágrimas, oraciones y obras, pero no te opongas a Dios. Confía en Dios. Está contigo en esta batalla que cambia el mundo. No está en tu contra. Padre, por un momento, nos detenemos y te pedimos que toques al hijo de Alejandra, y le concedas la sanidad, y que toques su corazón. Ayúdala a saber y hacer las distinciones entre luchar contra la oscuridad, luchar contra la incredulidad, luchar contra la enfermedad, luchar contra el pecado y luchar contra Ti. No es fácil para las personas hacer esta distinción, y pedimos por ella y por los demás, que puedan discernir eso. Haz que esto la ayude. Te lo ruego en el nombre de Jesús. Amén.

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

Artículos por categoría

Artículos relacionados

Artículos por autor

Artículos del mismo autor

Artículos recientes

Te recomendamos estos artículos

Siempre en contacto

Recursos en tu correo electrónico

¿Quieres recibir todo el contenido de Volvamos al evangelio en tu correo electrónico y enterarte de los proyectos en los que estamos trabajando?

.