Hoy estamos hablando de la música, específicamente música en la iglesia. Estamos hablando sobre cómo elegir cantos para tu iglesia que sean útiles para la congregación. Entonces, pondremos tres minutos en el reloj y, hagámoslo.
Lo primero que quiero decir es que hay que elegir canciones teológicamente sólidas. Ahora, tenemos que tener cuidado aquí. No queremos decir necesariamente teológicamente densas. No todas las canciones tienen que estar repletas de verdades. Pero tienen que ser genuinas. Lo que significa es que no pueden estar llenas de contenido vacío. Entonces tenemos que evaluar cuidadosamente las canciones para asegurarnos de que son fundamentalmente verdaderas. Sin embargo, también hay lugar para canciones sencillas. Hace un momento reflexionaba sobre el salmo 117, que consta de dos versículos. Salmo 118, Qué son como 29 versículos ¿tal vez? Y luego llegamos hasta el salmo 119, que es muy extenso. Hay un salterio, y en ese tiempo, la gente cantaba desde canciones cortas, hasta canciones muy largas y podemos aprender de eso. Podemos cantar canciones cortas o largas. Lo que importa es la verdad. Lo que importa es que contengan sana doctrina.
Lo segundo es elegir canciones que sean congregacionales. Lo que quiero decir es que hay canciones que deben ser cantadas por un grupo de personas. En los últimos años hemos empezado a elegir nuestras canciones basándonos en lo que escuchamos en la radio cristiana o en álbumes cristianos. Y eso no quiere decir que esas canciones sean malas o que tengan algo de malo, pero el canto congregacional realmente requiere canciones congregacionales. Así que deberíamos pensar en las canciones; si son cantables por una congregación, sí pueden ser entonados por músicos aficionados, por personas que probablemente no cantan para ganarse la vida, que probablemente no saben mucho de música. La belleza de los himnos no es sólo el contenido de las canciones, sino el hecho de que sean tan, tan cantables. Cualquiera puede cantar Sublime Gracia y entenderlo casi de inmediato. Y muchos de los himnos antiguos son así. Así que volvamos, como iglesia, a cantar canciones que puedan ser cantadas por un grupo. No tenemos que cantar canciones populares ni seguir ciertos estilos musicales. Escojamos canciones que sean verdaderamente, genuinamente cantables.
El tercer principio es elegir canciones que tengan futuro. Lo que quiero decir es que intentes, en la medida de lo posible, proyectar qué canciones seguiremos cantando dentro de unos años. Bueno, quizá no haya nada malo en elegir canciones para un propósito específico como cuando tenemos un énfasis en misiones y cantamos algunas canciones que quizás no sean los mejores himnos de todos los tiempos, pero encajan muy bien con el énfasis que tenemos en ese momento. Eso está bien. Pero, por lo general, cuando se añaden nuevas canciones al repertorio de una iglesia, ¿por qué no centrarse en canciones que realmente estarán por un largo tiempo, en la medida de lo posible? A veces nos equivocamos. Piensa en Fanny Crosby, Charles Wesley, los más grandes compositores de himnos, quienes escribieron una gran cantidad de himnos. Escribieron, ¿qué, ocho, nueve, diez mil himnos cada uno? Hoy cantamos unos veinte o treinta. ¿Por qué no cantamos los demás? Probablemente porque no eran tan buenos, pero alguien tenía que cantarlos, y me alegro de que lo hicieran. Los cantaron hasta que se dieron cuenta de que no eran tan buenos. Hoy tenemos esa responsabilidad, pero queremos encontrar esos himnos que realmente tienen futuro. Los que seguiremos cantando dentro de veinte años. Los que quizá algún día cantemos junto a la cama de alguien que esté muriéndose en el hospital. Esos son los himnos que realmente merecen nuestra atención.
De acuerdo, sé que se me ha acabado el tiempo, pero quiero añadir un consejo extra, qué es: añade con moderación, repite con regularidad. Esto es lo que quiero decir: no añadas una nueva canción, la escuchas el miércoles en la radio, la añades en la iglesia el domingo, no hagas eso. Piensa en tus canciones, entiende realmente si van a ser buenas canciones, luego añádelas con moderación. No añadas canciones nuevas todo el tiempo. Las canciones que tienen, las que han construido como repertorio de la iglesia, cántenlas una y otra vez hasta que realmente las entiendan. Una buena idea podría ser, elegir un himno o una canción, y cantarla una vez al domingo durante todo un mes o dos meses hasta que la gente realmente entienda esa canción, hasta que en verdad comprendan lo que dice. Una cosa que hacemos en nuestra iglesia, es que en ocasiones tenemos «noches de himnos» en las que enseñamos una o dos canciones nuevas. Pero también cantamos algunas de las que ya conocemos, para asegurarnos de que realmente llegan a lo más profundo de los corazones de la gente, a sus vidas. Entonces consideren eso. Considera añadir con moderación y cantar con regularidad. Asegúrate de que esas canciones lleguen a la mente de la gente una y otra vez.
En fin, estos son solo algunos principios sobre cómo añadir cantos en una iglesia, espero que te resulten útiles. Hasta pronto.
Este artículo se publicó originalmente en Challies.