Ralph Waldo Emerson es una de las figuras más influyentes en el campo de la autoayuda y la autoimagen. Él acuñó frases como las siguientes:
La confianza en uno mismo es el primer secreto del éxito.
Lo que está por delante de nosotros y por detrás de nosotros son tan solo pequeñeces comparado con lo que hay dentro de nosotros.
No quiero desmeritar el trabajo que Emerson y otros estudiosos de la psicología han hecho con respecto a la autoimagen. De hecho, creo que, en el campo del emprendimiento, es importante tomar decisiones con seguridad y tener confianza en las habilidades que se posee.
Con todo, también considero que estamos en un mundo absolutamente obsesionado con el crecimiento personal; con encontrar “la mejor versión de uno mismo”. Especialmente la época de año nuevo se presta para que cada persona haga planes de mejora en su salud, sus finanzas, su trabajo, sus relaciones y demás áreas de la vida. Aunque es importante avanzar, necesitamos equilibrar ese sentimiento con la invitación escritural a enfocarnos cada vez menos en nosotros mismos.
Así, para el año que comienza, quisiera ofrecer tres consejos inusuales basados en las enseñanzas de Pablo en Filipenses 3.
1. Confía menos en ti mismo
Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe (Fil 3:8-9).
Aunque este pasaje es muy conocido, creo que siempre necesitamos volvernos a preguntar: ¿cómo es posible que Pablo considere que todo lo que es y ha ganado es “basura”? En los versículos 1-7 de este capítulo, él ha nombrado una lista de logros que lo caracterizan: circuncidado al octavo día, de la nación de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos, fariseo, perseguidor de la iglesia e irreprensible en cuanto a la ley; todas estas cosas le daban un importante estatus en la sociedad de su tiempo.
Sin embargo, él desecha todo eso con un solo objetivo: “Ganar a Cristo y ser hallado en Él”. Aquí es importante notar que Pablo no dejó de ser hebreo, benjamita ni circuncidado; él no perdió literalmente esas cosas. En realidad, lo que cambió fue su confianza: ya no pretendía que Dios lo amara por ser lo que hacía en cuanto a la ley, sino que comenzó a descansar en la obra de Cristo para salvación. Pero su identidad no cambió solo frente a Dios, sino también frente a las personas, pues no le importó comenzar a ser perseguido por creer en Jesús.
Aquí hay una importante lección para nosotros. Muy a menudo estamos preocupados por ser mejores con el objetivo de tener la aceptación de Dios o de los hombres. Sin embargo, el camino más rápido a tener la “justicia que proviene de Dios” es dejando de confiar en nosotros mismos y comenzar a mirar a Cristo, para “ser hallados en Él”. Y en cuanto a los hombres, ¿acaso importa qué tan aceptados somos por la sociedad? Si tenemos paz con Dios, nuestra única preocupación debe ser darle gloria frente a los demás. ¡Que esta perspectiva caracterice nuestro nuevo año!
2. Busca ser menos parecido a ti mismo
…y conocerlo a Él, el poder de Su resurrección y la participación en Sus padecimientos, llegando a ser como Él en Su muerte, a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos (Fil 3:10-11).
Nuestra cultura nos invita cada día más a considerar lo que está en nuestro interior. Quizás el ejemplo más representativo de esto son las películas de Disney, en las cuales muchos de los protagonistas hallan la respuesta a sus problemas y desafíos al encontrar quiénes son en lo más profundo de su ser. Si bien la introspección es importante para todos y tiene innumerables bondades, estoy convencido de que la respuesta final a nuestras mayores necesidades está en algo externo a nosotros.
Justo eso es lo que nos muestra Pablo en este pasaje: más allá de una preocupación por conocerse a sí mismo y encontrar en su interior la guía para seguir adelante, Pablo anhela conocer a Cristo, el poder que le resucitó y el testimonio de Sus padecimientos. ¿Por qué es más importante conocerlo a Él que conocernos a nosotros mismos? El apóstol da una razón muy clara: “A fin de llegar a la resurrección”. En otras palabras, si yo quiero alcanzar la resurrección y perseverar en la fe hasta el final de los tiempos, ¿por qué habría de buscar la respuesta en mí mismo, cuando yo nunca he muerto y vuelto a la vida? Entonces, en el año nuevo, nosotros no somos el modelo a seguir para perseverar, ni nuestros anhelos personales son nuestra guía. El modelo es Cristo, quien tuvo el poder de levantarse de entre los muertos, y cuyos padecimientos queremos compartir por amor al evangelio.
3. Busca menos tus metas personales
No es que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Fil 3:12-14).
Podemos proponernos alcanzar innumerables metas cada enero, desde bajar de peso hasta comprar una nueva casa. Sin embargo, aquí Pablo nos dice cuál es la meta principal para el cristiano: “Obtener el premio del supremo llamamiento”, que se refiere a alcanzar la herencia que tendremos cuando Cristo vuelva en gloria. Los versículos 20-21 del mismo capítulo nos hablan de una ciudadanía celestial, de donde esperamos que Él venga para transformar nuestro cuerpo de humillación en uno glorioso, de manera que vivamos con Él para siempre.
Ahora, al igual que todo lo demás en la vida cristiana, este premio lo recibimos de manera inmerecida, por pura gracia. Entonces, ¿a qué se refiere Pablo con “obtener el premio” si es algo que Cristo ya nos ha asegurado? ¡Claramente está hablando de perseverancia! Aunque Cristo es el que nos hace perseverar, es nuestra responsabilidad luchar para mantenernos firmes. En el capítulo anterior ya nos ha hablado de esa sana, gloriosa e incomprensible tensión:
…ocúpense en su salvación con temor y temblor. Porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para Su buena intención (Fil 2:12-13).
Entonces, la lección para el nuevo año es que necesitamos perseverar, y la forma de hacerlo es abrazando a Cristo, quien ya ganó el premio máximo para nosotros. Si todo nuestro corazón está en metas temporales, es posible que se nos olvide que somos ciudadanos de una patria mucho mejor que esta. Entonces, entre las metas que no proponemos, el dejar lo malo que “queda atrás” y seguir la piedad “que está adelante” deben ser asuntos prioritarios.