Cómo aguantar tus cargas

Las cargas pesadas y dolorosas son una realidad inevitable e ineludible de la vida en este mundo.

Todos llevamos cargas a lo largo de nuestro peregrinaje por este mundo agotador. A veces son cargas de tentación, cuando sentimos que el mundo, la carne y el diablo se disponen contra nosotros, atrayéndonos y seduciéndonos hacia algún pensamiento pecaminoso o un acto depravado. A veces son cargas de culpa, cuando pensamos en un pecado que hemos cometido y nos afligimos por nuestra insensatez, nos afligimos por nuestra disposición interior de alejarnos de lo que es bueno y dirigirnos a lo que es malo. A veces son cargas de dolor físico cuando sufrimos los efectos de vivir como seres mortales cuyos cuerpos son asolados por el tiempo, la edad y la enfermedad. De todas estas maneras y de muchas más, vamos por la vida llevando pesadas cargas que pueden ser físicas, emocionales, relacionales, financieras y espirituales.  Me pregunto si, incluso hoy, estás siendo oprimido o agobiado por ese peso. Tal vez te preguntes qué puedes hacer y cómo puedes soportar ese peso. ¿Qué acciones debes tomar cuando sientes el tremendo peso de una carga así? La Biblia ofrece tres instrucciones.  En primer lugar, debes llevar tu carga. Gálatas 6:5 dice: “Porque cada uno llevará su propia carga”. Aunque hay algunas cargas que puedes compartir con otros, hay otras que tendrás que llevar solo. Puede que anheles que alguien se acerque a ti, que alguien se haga cargo al menos de una parte de ella, que alguien te ayude cuando estés abatido por la gran carga que te ves obligado a llevar. Pero a veces la ayuda no llega. A veces tus súplicas no son respondidas y tienes que tambalearte sin ayuda bajo los pesos más agobiantes. En última instancia, nadie más puede vivir tu vida por ti. Philip Ryken dice: “Hay un peso que cada persona debe llevar: el peso de nuestra responsabilidad personal ante Dios”. Nadie puede tener fe por ti, nadie más puede ser santo por ti, nadie más puede hacer justicia y amar la misericordia y caminar humildemente con Dios en tu nombre. Debes aceptar la carga y llevarla fielmente, aunque tengas que soportarla solo.  Ahora bien, en segundo lugar, puedes compartir tu carga. Aunque debes llevarla, puedes compartirla, tal  como manda Gálatas 6:2: “Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”. Aunque la mayoría de las veces entendemos esto como una advertencia a  los fuertes para que busquen a los débiles, también podemos verlo como una invitación a  los débiles para que busquen a los fuertes. Es posible que encuentres a un hermano o hermana en Cristo que lleve esa carga contigo a través del ánimo, de la oración y de compartir verdades preciosas. De hecho, es tanto un deber como un honor para los cristianos ayudar a otros cristianos mientras sufren bajo las pesadas cargas de la vida. Al hacerlo, cumplimos la ley de Cristo e imitamos a Cristo, que tan perfectamente ejemplificó este mandato: “No buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás” (Fil 2:4). J.R. Miller dice, con justa razón, que aunque “nadie puede hacer nuestro deber por nosotros, ni llevar nuestra carga de sufrimiento… la amistad humana puede brindar fuerza a nuestro corazón para hacernos más capaces de hacer o soportar”.  Después, en tercer lugar, debes echar tu carga. Debes llevarla, puedes compartirla, debes echarla. El Salmo 55:22 dice: “Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará; Él nunca permitirá que el justo sea sacudido”. Cuando estás cansado y agobiado, Dios siempre está disponible para ayudarte. Puede que no te quite esa carga, pero ciertamente enderezará tu columna y te fortalecerá mientras la llevas. Puede que Dios no te permita llevar tu carga sin dolor, pero te hará capaz de llevarla con alegría. Al igual que sostuvo a su pueblo mientras vagaba por el desierto, te sostendrá a ti a través de tu desierto. Así como Dios proveyó todas sus necesidades, así proveerá también las tuyas. “Por cuarenta años proveíste para ellos en el desierto y nada les faltó, sus vestidos no se gastaron ni se hincharon sus pies” (Neh 9:21). Dios no retendrá de ti nada de lo que necesites para soportar bien tu carga. J.R. Miller dice: “La carga que tenemos es la que Dios nos ha dado. Puede ser el deber; puede ser la lucha y el conflicto; puede ser la aflicción; puede ser nuestro entorno. Pero sea lo que sea, es lo que Él nos ha dado, y podemos echarla sobre el Señor”.  Las cargas pesadas y dolorosas son una realidad inevitable e ineludible de la vida en este mundo. Todos recibiremos cargas pesadas y todos debemos soportarlas, aunque a veces nos parezcan imposiblemente grandes. Pero cuando sentimos que se funden en nuestros hombros, que nuestra columna se comprime, que nuestras piernas se cansan y que no podemos dar otro paso más sin tambalearnos, no podemos ni debemos desesperar, porque Dios nos ha dicho lo que debemos hacer, lo que podemos hacer y lo que hemos de hacer.   En parte inspirado por A Life of Character [Una vida de carácter] de J.R. Miller.  Este artículo se publicó originalmente en Challies. 

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

Artículos por categoría

Artículos relacionados

Artículos por autor

Artículos del mismo autor

Artículos recientes

Te recomendamos estos artículos

Siempre en contacto

Recursos en tu correo electrónico

¿Quieres recibir todo el contenido de Volvamos al evangelio en tu correo electrónico y enterarte de los proyectos en los que estamos trabajando?

.