Cuatro amigos míos han eliminado recientemente sus cuentas en las redes sociales. No más Instagram, Twitter o Facebook. Ya no quieren nada con las redes sociales. Por supuesto, continúan leyendo y escribiendo en blogs, contestando correos electrónicos y participando en línea aquí y allá. Pero han llegado a creer que su uso de las redes sociales impide su crecimiento espiritual. Cada vez que alguien me dice que está eliminando sus redes sociales por razones espirituales, lo aplaudo. El cultivar las virtudes personales importa mucho más que el cultivar una plataforma pública. Sin embargo, reconocemos que las personas que abandonan el mundo de las redes sociales son mucho menos numerosas que las personas que se unen cada semana. Nuestra generación y la siguiente se formarán cada vez más –para bien o para mal– por esta conectividad constante. Por lo tanto, como cristianos que quieren ser fieles a Jesús en esta era, tenemos que considerar lo que nuestra interacción en línea está haciendo a nuestros corazones. ¿Cómo nos cambian estos hábitos en línea? ¿Cuáles son los beneficios, las promesas y los peligros?
La búsqueda del mítico «like»
Me anima ver nuevos libros de Andy Crouch y Tony Reinke proporcionando consejos sabios sobre la nueva tecnología. Debido a que nuestros teléfonos son una gran parte de nuestras vidas, dediqué el primer capítulo de un nuevo libro a la idea de que el teléfono es un «narrador de leyendas urbanas». Con nosotros en todo momento es un dispositivo que se adapta a nuestras necesidades, reforzando el mito de que somos el centro del universo. Y las redes sociales pueden seducirnos a encontrar nuestra aprobación y satisfacción de la atención que recibimos. Algunos usuarios de redes sociales más jóvenes a veces se refieren a su presencia en línea como un «juego». Y, por supuesto, puedes detectar un elemento de competencia social en función de sus hábitos en línea. Como cualquier juego, el mundo de las redes sociales tiene ganadores y perdedores, fama y vergüenza, tarjetas de puntuación y contratiempos. En Instagram, Facebook y Snapchat, puedes ver el mundo de las redes sociales de tu escuela secundaria o universidad. Ahora la popularidad y la presión de grupo se pueden medir – basado en «likes» y comentarios en el contexto de las redes sociales. Lo que es más, este juego extiende su alcance en el mundo de los negocios y en nuestras vidas personales una vez que los años académicos han terminado – cuando estamos dedicados a nuestras carreras profesionales o comenzando como padres. Lo que significa que no es solo un mundo de angustia para los adolescentes. Todos tenemos el potencial de ser afectados. Visto bajo esta luz, un «like» en una publicación de Facebook o en una foto en Instagram es un símbolo de estatus social. Representa mucho más que un simple gesto de afirmación. Acumular «likes» o aumentar «seguidores» o provocar «comentarios» es desarrollar importancia social en público. Por otro lado, la ausencia de «likes» puede hacernos sentir que estamos siendo juzgados en silencio, o que no somos tan populares como creemos que somos.
Selfies de hoja de higuera
¿Qué sucede cuando invertimos «likes» y comentarios con este mítico poder de determinar nuestro estatus social? Por un lado, caemos en el mito de que, a menos que algo suceda en público, no es tan real, o importante, ni perdurable. Transformamos nuestros teléfonos en cámaras porque pensamos que capturar un momento grabándolo y publicarlo en línea es la manera de demostrar que este evento sucedió y que importa. Es una manera de demostrar nuestro valor y de exponernos en público. A menos que seamos vistos, tememos que no importamos. O como dijo Os Guinness: «Publico, luego existo». Por otro lado, nos escondemos creando un personaje en línea que queremos que otros vean y admiren. Incluso ser «real» acerca de nuestras luchas y pecados puede ser una forma de provocar apoyo y admiración. Escondemos las partes de nosotros que pensamos que puedan provocar rechazo, mientras promovemos las partes de nosotros que esperamos nos traigan gloria. Ponemos estas dos prácticas juntas y nos queda un conflicto paradójico: en línea, nos escondemos a plena vista. Adán y Eva – vestidos en hojas de higuera, tomándose una selfie. En este ambiente, los «likes» mantienen su dominio sobre nosotros. Nos registramos y contamos los «likes», los comentarios y las estadísticas de los blogs porque esperamos ser afirmados en la forma en que nos presentamos. El teléfono se convierte en un goteo intravenoso de la droga de «likes» en nuestros corazones, hasta que nos encontramos convirtiéndonos en adictos al deseo de la afirmación. Para mantener el control sobre nuestra imagen, nos convertimos en la persona que pensamos que a otros les gustará, en lugar de la persona que sabemos que Dios nos llama a ser.
Nivelado y amado
Dios ha preparado un remedio para este problema. Para algunos, puede significar hacer lo que hicieron mis amigos que han borrado sus cuentas con el fin de centrarse más en buscar a Cristo. Pero salir de Facebook o Twitter no trata de inmediato con el corazón – ya sea que permanezcamos o nos vayamos, tenemos que dejar que la verdad del evangelio rompa con nuestra lujuria por los «likes». Ya sea que nuestros hábitos sociales sean impulsados por el orgullo o por un sentimiento de inferioridad, la respuesta es la misma: la obra culminante de Dios por nosotros en el sacrificio de su Hijo: En la cruz, somos completamente expuestos y completamente nivelados. En la cruz, somos plenamente conocidos y perfectamente amados. Ninguna jerarquía social permanece ante el tribunal de Dios. Señor, si tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿quién, oh Señor, podría permanecer? (Sal. 130:3). Respuesta: ninguno de nosotros. Nuestra lista de pecado supera con creces todos los «likes» o métricas en línea que pudiéramos ganar en el juego de las redes sociales. La cruz también nos recuerda que el Dios que nos conoce plenamente es también el Dios que nos ama completamente. Él conoce todo sobre nosotros, no solo lo que elegimos para mostrar en línea. No ganamos su aprobación. En Cristo, ya lo tenemos. Nuestras buenas obras fluyen de su aceptación, no por ellas.
¿Búsqueda de «likes» o perseguidos por amor?
Si sientes la influencia descendente al juego de las redes sociales, habla con otros. Tómate un tiempo lejos del mundo en línea. Vigila tus hábitos en línea. Sumérgete en las Escrituras en lugar de navegar en las redes sociales. Resiste el impulso de practicar tu justicia en línea, para ser visto por los demás. Todo esto puede parecer trivial, pero recuerda, estamos hablando de algunas de las cuestiones más profundas del corazón: cuál es la aprobación que valoramos y cúal es el juicio que tememos. Dios no es glorificado, y no estamos verdaderamente satisfechos, con la afirmación superficial de más «likes», seguidores y los clics de «compartir» a lo que publicamos. Ser fieles en nuestros días significa abandonar nuestra búsqueda de «likes» y vivir como gente perseguida por amor. Artículo publicado en Desiring God | Traducido por María Andreina