Difícilmente encontraremos a alguien que disfruta vivir tomando malas decisiones. Por ejemplo, considera la gran demanda que existe en Internet por contenido de “expertos” que comparten sus secretos para ser más organizados, aprovechar el tiempo y ser capaces de lograr más en un corto plazo. Es evidente que la sociedad busca respuestas para aprovechar mejor su día. Sin embargo, bíblicamente, ¿cómo podemos aprovechar el tiempo que tenemos en esta tierra?
Las Escrituras nos enseñan que el principio de la sabiduría es el temor al Señor (Job 28:28; Pro 1:7). Los proverbios son parte de los escritos de Salomón y en ellos encontramos importantes dichos sabios (Pro 1:1-4). Si deseas aprovechar mejor tu tiempo y vivir sabiamente en esta tierra, presta mucha atención a lo que Dios nos enseña en Proverbios 2:1-9. En este pasaje, podemos apreciar que, para el mejor aprovechamiento de nuestro tiempo, debemos tener una disciplina diaria y entender nuestra dependencia divina.
Disciplina diaria
Salomón le escribe a su hijo y comienza con algunas condiciones importantes. La primera de ellas es que reciba sus palabras y las atesore en su corazón (Pro 2:1). El propósito del libro de Proverbios radica en que el hijo pueda recibir las palabras sabias de su padre (Pro 1:3; 4:1; 7:1). Esto implica guardar estos mandamientos como algo muy precioso en el corazón (Pro 3:1; 4:20-21). El corazón es el centro de decisiones de la vida y debe ser guardado bajo principios sabios (Pro 4:23). Por eso, estos mandamientos deben ser atesorados en lo más profundo de una persona que anhela vivir sabiamente. Además, sabemos que del corazón proceden nuestras palabras, por lo que para vivir y hablar de manera sabia, es necesario saturar nuestro corazón con algo verdaderamente valioso (Lc 6:45). Pero ¿qué pasos prácticos podría alguien tomar para lograr esto?

A continuación, Salomón explica y afirma lo importante que es tener oídos atentos diciendo: “Da oído a la sabiduría, inclina tu corazón al entendimiento” (Pro 2:2). Piensa un momento en lo difícil que resulta prestar atención a una conversación cuando existe música de fondo a gran volumen. Sin duda, la música o el ruido de fondo que pueda existir en una sala dificulta la comprensión que podamos tener de las palabras de otra persona. De la misma manera, Salomón explica que es necesario escuchar de manera cuidadosa e inclinar el corazón a la sabiduría (Pro 4:20; 5:1; 18:15; 22:17; 23:12). A veces, es tanto el ruido que generan las ideas de este mundo que, en ocasiones, somos presas de no ser diligentes para escuchar con atención el consejo divino. Debido al gran número de opiniones respetadas por la sociedad, a veces resulta difícil ignorarlas y enfocarnos en la Palabra de Dios.

La segunda condición es: “Si clamas a la inteligencia, alza tu voz por entendimiento” (Pro 2:3). Se trata de dos líneas paralelas que nos expresan: “Ruega por inteligencia, grita por prudencia”. Si prestamos atención, lograremos ver que se trata de una reacción audible. Esto armoniza perfectamente con el clamor del salmista en el Salmo 119, cuando pide en reiteradas ocasiones ser enseñado y encaminado en la verdad de la Palabra (Sal 119:34, 73, 125, 169). Este clamor podemos imaginarlo como una acción que busca ayuda ante la desesperación que está viviendo una persona. Imagina que alguien se está ahogando en el mar. Cuando esta se encuentra en una situación donde su vida corre peligro, su primera reacción suele ser la de gritar por ayuda. De la misma manera, podemos ver la importancia de mostrar esa necesidad de ser enseñados por la sabiduría divina. Una necesidad como si nuestra vida dependiera de esto.

La última condición sitúa a la sabiduría como un tesoro de gran valor: “Si la buscas como a la plata, y la procuras como a tesoros escondidos” (Pro 2:4). Esta sabiduría se procura entendiendo el gran valor que tiene para nuestra vida. Para los hijos de Dios, las palabras que proceden de Él tienen un valor incalculable (Sal 19:9b-10; 119:14, 72, 127).
Cada una de las tres condiciones presentadas inevitablemente implica una acción de parte del hijo. Es decir, si prestas atención, podrás notar que ninguna de estas condiciones alienta la pasividad, sino que procuran que exista una disciplina genuina. Pero ¿qué recompensa se recibe con cada una de estas condiciones? El versículo 5 nos da la respuesta.
En el versículo 5, llegamos a la obtención del galardón después de las diversas condiciones necesarias que presenta el autor. “Entonces entenderás el temor del Señor y descubrirás el conocimiento de Dios” (Pr. 2:5). A medida que una persona profundiza en atender de manera humilde y sincera el consejo divino, mayor es el crecimiento espiritual.

Dependencia divina
Salomón procede a explicar que, con esta disciplina, una persona puede encontrar la sabiduría. Esto es porque la sabiduría, el conocimiento y la inteligencia provienen de Dios (Pro 2:6). Es Dios quien concede sabiduría a los suyos de acuerdo con Su perfecta voluntad (1R 3:9, 12; 4:29; Ef 1:17; Stg 1:5, 17).
El versículo 7 continúa con la explicación diciendo: “Él reserva la prosperidad para los rectos y es escudo para los que andan en integridad”. La palabra prosperidad se traduce también como “sabiduría”, ya que comparten esa connotación de “éxito”. Dios provee sabiduría verdadera a los rectos. Esta sabiduría no es como la que se encuentra en este mundo, sino que se trata de una que es “pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (Stg 3:17).

Finalmente, en el versículo 9 llegamos a la siguiente conclusión: “Entonces discernirás justicia y juicio, equidad y todo buen sendero”. En otras palabras, al ser expuesto a la sabiduría divina, una persona podrá entender genuinamente lo que Dios busca de sus hijos (Pro 1:3). Entonces, y solo entonces, tendrá una perspectiva de vida distinta, porque sus ojos han sido abiertos a la verdad divina y a una comprensión de su dependencia de Dios para su vida en este mundo.
Conclusión
Este escrito no pretendía darte un calendario de actividades diarias o estrategias para mejorar tu administración del tiempo. Más bien, el propósito ha sido exponer principios relevantes sin importar la cultura o el tiempo en el que vivimos. Estos principios nos ayudan a alinear nuestras actividades y metas en esta tierra. Te invito a que consideres el mensaje de Salomón quien, inspirado por el Espíritu Santo, nos da una instrucción de gran importancia y de suma relevancia para nuestras vidas.
Antes de cualquier actividad, recuerda que una vida sabia es aquella que muestra una disciplina diaria de procurar ser instruido en el consejo de la Palabra. No hay mejor estrategia del uso del tiempo que dedicar tu vida al estudio de la Biblia. Fuimos nacidos por la Palabra de verdad y de igual manera somos santificados en ella (Stg 1:18; 1P 1:23; Jn 17:17). Es una disciplina que se posiciona como prioridad en la vida del creyente, entendiendo su gran valor y, por lo tanto, no hay nada que le roba su atención.

Además, a medida que el creyente crezca en su disciplina y sea instruido en el consejo divino, podrá reconocer su dependencia de Dios, una dependencia que nos resta importancia a nosotros y nos permite descansar en su soberana, buena y perfecta voluntad (Ro 12:2). Como creyentes podemos descansar en que no existe nadie que pueda arrebatarnos de la mano de nuestro buen Pastor (Jn 10:28). Por lo tanto, estamos confiados y tranquilos en nuestro peregrinaje en esta tierra.
¿Quieres aprovechar bien tu tiempo? Una vez que eres expuesto al mensaje de la Palabra de Dios y continuamente recuerdas que estás seguro en las manos de tu Salvador, todas las demás decisiones de tu vida tendrán verdadero sentido: tendrás claridad respecto a tu máxima prioridad, lo cual a su vez pondrá en orden aquellas prioridades que la suceden, como tu familia, trabajo e iglesia.