Génesis 3 ha cambiado toda nuestra manera de pensar. Antes de la caída nuestra cosmovisión se alineaba con la cosmovisión de Dios, esto producía que nuestras interpretaciones de las verdades fueron correctas. Con la caída, la naturaleza pecaminosa trastornó tanto nuestra forma de pensar que, sin la iluminación del Espíritu Santo es imposible ver la verdad. Esto explica por qué personas tan inteligentes llegan a conclusiones erradas a pesar de tener la información correcta. La evolución es un ejemplo típico. Carlos Darwin fue en un viaje a diferentes países para estudiar la flora y fauna local, él vio una variación de diferentes especies que en su opinión fueron perfectamente adaptados a su ambiente. Al llegar a las islas de las Galápagos notó diferentes tipos de pinzones con picos de diferentes tamaños, con la ayuda de un especialista de aves (ornitólogo), a pesar de que él clarificó que no todos eran pinzones, como naturalistas, llegaron a la conclusión que 12 de las 14 especies eran indígenas a las islas y se habían adaptado para sobrevivir en su ambiente. El resto es historia. Vimos cómo esta teoría cambió el mundo a pesar de que la ciencia aun hoy no la aprueba. Darwin sabía que la conclusión era opuesta a lo que la Biblia relataba y, como científico, puso más peso en sus pensamientos que en los de Dios. Esto es una advertencia para nosotras que cada vez que encontramos nueva información tenemos que cuidarnos en la interpretación a no desviarnos de lo que Dios nos ha enseñado.
¿Qué es el amor?
El diccionario de la lengua española lo define en varias formas: «Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia necesita y busca el encuentro y unión con otro ser». «Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear». «Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo». En la rama de neurobiología/endocrinología sabemos que hay lugares cerebrales específicos envueltos en la creación de los sentimientos producidos por neurotransmisores también específicos. Al interpretarlo como naturalista, el amor es algo necesario para el seguimiento de la raza humana y para llenar nuestra insuficiencia. Es algo totalmente egoísta para llenarnos de satisfacción y es pasajero. La definición bíblica es totalmente diferente. Dios es amor (1 Juan 4:8). Pablo define el amor cristiano en 1 Cor. 13:4-8: «El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser». Al examinar esta lista nos damos cuenta de que el amor verdadero es sufrido y totalmente centrado en el otro. Y como Dios es eterno es permanente. A lo largo de su ministerio terrenal, Jesús mostró su amor por los demás al bendecir y servir a los pobres, los enfermos, los afligidos y a todos nosotros que nunca pudiéramos retribuirle. Él les dijo a sus discípulos que debíamos amar a los otros como Él los había amado (Juan 15:12). Según Cristo mismo, el amor más grande es cuando damos nuestra vida por nuestros amigos (Juan 15:13). La diferencia en las dos interpretaciones es como el día y la noche. Al estudiar la neurobiología/endocrinología vemos a un Dios tan sabio que puede crear seres tan complicadas que responden a químicas microscópicas no solamente para nuestra bien, sino también para llenarnos con satisfacción y gozo mientras nos da la oportunidad de reproducir física y espiritualmente cuando pasemos el legado a la próxima generación. Como las emociones —incluyendo la del amor— están creadas en el sistema límbico cerebral, el área lo cual nos da el sentir de recompensa, cuando somos obedientes amando a nuestras familias, esposos, amigos y hasta nuestros enemigos, Cristo se nos manifiesta en una forma tal que nuestros corazones se rebosan con Su presencia y Su amor (Juan 14:21) aumentando la recompensa y habilidad de amar. Oremos que nuestras vidas representen a nuestro Salvador mientras respondemos en amor a aquellos a nuestro alrededor, llenando sus vidas con el amor de nuestro Dios. Bendiciones