Vivimos en un mundo de enemigos, de personas y de fuerzas que desean hacernos daño. El último enemigo al que todos debemos enfrentarnos es la muerte. El antiguo predicador James Smith, una vez reflexionó sobre este enemigo y le dio a su iglesia tanto advertencia como aliento. En este extracto final de uno de sus sermones, llama a los cristianos a aferrarse valientemente a la cruz cuando se enfrenten a la muerte:
La cama del enfermo, la almohada moribunda, la dolorosa enfermedad y los dolores de la muerte están ante ti. Entonces, Satanás hará su última embestida y el corazón y la carne desfallecerán. ¡El Jordán rodará ante ti, tal vez desbordando sus orillas y vestido de tormentas! Entonces debes romper todas las ataduras terrenales y retirar los afectos de todos los amores terrenales. ¡Éste es el momento de aferrarse a la cruz!
Si Satanás te acosa, ¡levanta la cruz!
Si la muerte te aterra, ¡levanta la cruz!
Si la conciencia te acusa, ¡silénciala con la cruz!
Al lanzarte, presiona la cruz contra tu corazón con más firmeza que nunca y sumérgete en el río oscuro de la muerte, ¡confiando únicamente en la cruz!
¡Cruz de Jesús! Eres ahora el fundamento de mi esperanza, el objeto de mi fe, el tema de mi salvación, el objeto de mi canto, el antídoto de mis miserias y el gozo de mi corazón. ¡Oh, que Tu cruz se vuelva cada vez más preciosa para mí, y a través de la vida y todos sus cambios, que pueda aferrarme a Tu cruz!
Pero, cuando la muerte, a menudo temida, llegue, aunque no quiero crucifijo, ¡que la cruz de Jesús sobresalga con audaz relieve ante el ojo de mi mente! ¡Que pueda mirarla cuando mis ojos están vidriosos por la muerte! ¡que pueda descansar en ella cuando sienta que todo se está hundiendo! Y apoyado solo en ella, ceñido firmemente a ella, que pueda jadear mi último aliento, exclamando:
“Oh las dulces maravillas de esa cruz, donde Dios, mi Salvador, ¡amó y murió!”.
Publicado originalmente en Challies.
