Este poema de Priscila Fonseca es una emotiva reflexión sobre la pérdida de un ser querido, donde el dolor se entrelaza con la gratitud y la esperanza. A través de versos cargados de fe, la autora nos recuerda que el amor trasciende la ausencia y que, incluso en medio del sufrimiento, Dios sostiene y transforma el dolor en un testimonio de amor eterno.
Esperamos que, a través de estos dulces versos, la fe de los creyentes pueda ser animada y confortada en medio del luto.
El Señor me dice que mañana,
veré el cielo más nublado.
Que si hubiera entendido
que mi sueño era un aviso,
te hubiera abrazado más.
Te hubiera agradecido
por todas las cómplices miradas
que me dabas al despertar.
En cambio, estoy aquí
pensándote noche y día,
mirando al cielo con la esperanza de encontrarte entre nubes.
O entre estrellas paseando,
dejando huellitas de amor
como lo hiciste conmigo.
Gracias por tu gentileza,
a pesar de tu tamaño.
Gracias por tu entrega,
por tu protección y cuidado.
Gracias por seguir enseñándome,
que el amor no se limita, ni se niega
aunque haya dolor.
Gracias por confiarme tu vida
sin conocerme.
Gracias por tu despedida
cuando supiste que era el tiempo.
Gracias porque me diste la oportunidad
de conocer un nuevo tipo de amor,
que nunca imaginé
pudiera ser posible en este mundo caído.
El Señor me dice que mañana,
Entenderé que fuiste un destello del cielo,
de lo que me espera en la eternidad.
El chance me lo diste tú,
al ser instrumento de la gracia de Dios
para dejarme contemplar
un poquito de lo que hay más allá.
Y, aunque mi corazón anhela volverte a ver
en aquella morada prometida,
para mí esto es incierto.
Si nos reencontramos,
será un regalo extraordinario.
Pero, por si no te vuelvo a ver,
agradezco a Dios
por nueve años de tu vida,
que ahora marcan mi eternidad.
Y, porque a pesar del sufrimiento,
Él me ha demostrado, que se puede amar otra vez.
Y, que de todo el existente mal,
Él lo transforma a bien.
Él me dice amorosamente,
que mañana el sol brillará nuevamente.
Porque Su hijo murió en esa cruz
para darnos esperanza de vida.
Que así, como Él fue resucitado;
nosotros también.
Que mientras esperamos,
sufriremos como también nos regocijaremos.
El Señor me dice que mañana,
te extrañaré más que hoy.
El Señor me dice que mañana,
me sostendrá también.