Todos los sedientos, vengan a las aguas;
Y los que no tengan dinero, vengan, compren y coman.
Vengan, compren vino y leche
Sin dinero y sin costo alguno.
¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan,
Y su salario en lo que no sacia?
Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno,
Y se deleitará su alma en la abundancia (Is 55:1-2).
¿Por qué la Navidad se asocia regularmente con cenas y banquetes? Por la influencia de la Reina Victoria, quien gobernó Inglaterra entre 1837–1901. En 1870, organizó un banquete navideño en el castillo de Windsor, invitando a huérfanos de guerra y familias de soldados caídos, como un gesto de unidad y caridad en tiempos difíciles. La tradición del árbol de Navidad, introducida años antes por su fallecido esposo, el príncipe Alberto, seguía viva, así que hubo grandes árboles decorados y regalos para los niños. El banquete incluyó manjares como pavo, carne asada y pudín de ciruelas.
Creo que es bueno apreciar las bondades propias de un buen banquete con la familia y los amigos. Sin embargo, la Navidad nos presenta la oportunidad de disfrutar de un tipo de banquete que tiene manjares que superan por mucho la comida temporal.
Un mejor banquete
En el libro de Isaías vemos la invitación a un gran banquete:
Vengan, compren vino y leche
Sin dinero y sin costo alguno…
Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno,
Y se deleitará su alma en la abundancia (Is 55:1-2).
Sin embargo, por el contexto sabemos que no se trata de simple comida terrenal, sino de satisfacción espiritual; al asistir, el “alma” se “deleitará… en la abundancia”. ¿Qué es específicamente lo que se ofrece?
Dos capítulos atrás, se nos ha hablado de el Siervo de Jehová, de quien se profetiza que sufrirá y morirá para darle paz y sanidad al pueblo:
Él fue herido por nuestras transgresiones,
Molido por nuestras iniquidades.
El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él,
Y por Sus heridas hemos sido sanados (Is 53:5).
Claramente, esto se refiere a Jesús de Nazaret, quien fue a la cruz a darnos salvación a través de Su cuerpo molido y Su sangre derramada. Dios recibió el sacrificio como una ofrenda por los pecados de todos aquellos que creen en Cristo, de manera que la profecía se cumplió perfectamente. Así, la invitación de Isaías 55 es a tomar libremente de esta salvación. El acto de comer abundante y libremente es una metáfora de creer gozosamente en la redención; metáfora que Jesús mismo utiliza en el Nuevo Testamento: “Yo Soy el pan de la vida; el que viene a Mí no tendrá hambre, y el que cree en Mí nunca tendrá sed” (Jn 6:35).
Tres formas de comer en Navidad
A medida que hacemos parte de los banquetes —pequeños o grandes, con amigos o familia, dietéticos o llenos de pasteles— de diciembre, hay tres verdades sobre el banquete de la salvación que podemos recordar para satisfacer nuestras almas.
1. El banquete de salvación es gratuito
El profeta dice: “Sin dinero y sin costo alguno”. En esta época, el dinero es el medio con el cual muchos buscan comprar la felicidad, llenándose de las mejores comidas, regalos y decoraciones. Sin duda, no hay nada de malo en esto si se hace con moderación, pero el regalo más grande jamás dado no fue mediado por el dinero, sino por la gracia: “Por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef 2:9).
Ahora, esto no significa que no tenga valor. Por el contrario, como nos recuerda el apóstol Pedro, el más alto precio fue pagado para que tengamos salvación, solo que no fuimos nosotros quienes lo pagamos: “Ustedes saben que no fueron redimidos de su vana manera de vivir heredada de sus padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha: la sangre de Cristo” (1P 1:18).
2. El banquete de salvación trasciende nuestra comprensión
La Biblia pone la salvación en términos de comida porque a través de ella comprendemos lo que significa estar satisfechos. Sin embargo, aunque sabemos que nuestras almas se deleitarán, realmente no comprendemos cómo es que las cosas divinas nos hacen felices. En esa invitación al banquete, Isaías también dice: “‘Porque Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni sus caminos son Mis caminos’, declara el SEÑOR” (Is 55:8). Jamás entenderemos plenamente las misericordias de Dios.
Sin embargo, eso es una buena noticia. C. S. Lewis dijo alguna vez: “Si encuentro en mí un deseo que ninguna experiencia en este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que estoy hecho para otro mundo”. Ya que no fuimos diseñados para este mundo, hoy podemos ser llenos de la salvación sobrenatural que trasciende nuestra humanidad finita.
3. El banquete de salvación está a nuestro alcance
El instrumento que el Señor utiliza para dar perdón es Su Palabra. Él dice:
Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve,
Y no vuelven allá sino que riegan la tierra,
Haciéndola producir y germinar,
Dando semilla al sembrador y pan al que come,
Así será Mi palabra que sale de Mi boca,
No volverá a Mí vacía
Sin haber realizado lo que deseo,
Y logrado el propósito para el cual la envié (Is 55:10-11).
El banquete de salvación está en las páginas de la Escritura, las cuales contienen verdades inagotables y gloriosas que producen fruto en nosotros. Gracias a Dios, ahora tenemos toda la revelación divina reunida en un solo canon, la Biblia, que contiene los 66 libros que satisfacen el alma de manera perfecta. ¿Qué nos impide ir a ellos en esta Navidad?