Los últimos años han visto un gran resurgimiento del interés por la teología reformada. Pasó de estar muy en el trasfondo del cristianismo a estar muy presente en la corriente principal. De pronto estuvo en la portada de las revistas Cristianity Today y TIME y fue el tema de cientos de libros y blogs. Las personas a través del mundo estaban descubriendo las antiguas doctrinas de la gracia y construyendo una nueva y creciente comunidad de creyentes reformados. Eran días emocionantes.
Pero desde que esto comenzó, me he estado preguntando acerca de su futuro y qué va a quedar cuando inevitablemente llegue “la siguiente maravilla”. Al pensar en el futuro, estoy cada vez más preocupado de que la teología reformada de muchos dentro del movimiento no va más allá de los cinco puntos del calvinismo que describen la salvación. Esto es inquietante, porque la teología reformada no se trata meramente de unos cuantos puntos de doctrina que creemos, sino una corriente teológica a la que entramos. No aborda solo preguntas acerca de la salvación, sino también acerca de la vida, la iglesia, y todo lo demás. La teología reformada tiene un presente y un futuro, pero también tiene un profundo pasado. A medida que avanzamos, necesitamos seguir mirando atrás.
Tomemos el siguiente ejemplo. En los últimos años, dentro y fuera de la iglesia hemos visto un aumentado énfasis en la justicia social. Cuando un énfasis como este emerge hasta la superficie de nuestra conversación, tenemos una oportunidad ideal para recordar que somos parte de una tradición teológica. Nuestro primer instinto como cristianos reformados debe ser consultar a nuestra corriente teológica. Esto es porque no somos la primera generación de creyentes reformados, y muchas grandes mentes ya han considerado lo que significa ser absolutamente consistente con esta teología. Esto a menudo nos da un útil punto de partida para nuestras grandes preguntas. Así, por ejemplo, la pregunta y la respuesta uno del Catecismo de Heidelberg hace la famosa pregunta: “¿Cuál es tu único consuelo tanto en la vida como en la muerte?”. La respuesta comienza así: “Que yo, con cuerpo y alma, tanto en la vida como en la muerte, no me pertenezco a mí mismo, sino a mi fiel Salvador Jesucristo”. Después de comenzar teológicamente, la respuesta concluye de manera práctica: “Por eso también me asegura, por Su Espíritu Santo… y me hace pronto y dispuesto para vivir en adelante según su santa voluntad”. Por tanto, ya en 1563, los cristianos reformados estaban pensando acerca de la verdad cristiana y sus consecuencias prácticas en la vida.
Junto con el Catecismo de Heidelberg, la tradición reformada holandesa nos da la Confesión Belga y los Cánones de Dort. La tradición presbiteriana nos da los Catecismos Mayor y Menor, así como la Confesión de fe de Westminster. Los bautistas pueden mirar la Confesión Bautista de Londres de 1689. Aparte de eso, tenemos un gran número de teologías sistemáticas y otros grandes recursos para informarnos y guiarnos. No estamos solos aquí en el siglo veintiuno, sino que tenemos cientos de años de verdad en la cual apoyarnos.
Esto no significa que la tradición reformada sea inerrante o exhaustiva. Puede haber áreas donde es corta de vista o áreas que aún quedan por desarrollar. Quinientos años de historia han clarificado mucho, pero sin duda no todo. Es posible que sus doctrinas de justicia social y acción social hayan sido pasadas por alto o menormente desarrolladas. Es posible que esta haya sido un área de pecado o falla. Pero, con todo, la tradición debe proporcionarnos nuestro punto de partida para las preguntas e inquietudes contemporáneas. Esto es cierto de la justicia social, la adoración, la vocación, y cualquier otro asunto que podamos encontrar en nuestro intento de considerar la manera en que la verdad cristiana se materializa en la acción.
Mi ánimo para todos los que somos reformados es indagar mucho más profundo que los cinco puntos del calvinismo. Nuestra tradición es mucho más rica que solo las respuestas a nuestras preguntas acerca de la forma en que Dios salva a los pecadores (¡aunque esas respuestas son inmensamente asombrosas!). Necesitamos orientarnos dentro de una tradición viva y establecida. Tenemos que conocer su pasado antes de intentar trazar su futuro. Tenemos que conocer su pasado para garantizar su futuro. Nos estamos reformando, pero también somos reformados.
Publicado originalmente en Challies.